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Hidronor en tiempo de recuerdos
Unas 125 personas se dieron cita en Villa El Chocón: desde directivos hasta operarios.

A pesar de los años transcurridos desde su privatización y la finalización de las grandes presas en el Comahue, los ex empleados de Hidronor han vuelto a reunirse para recordar viejos tiempos. Lo hicieron el pasado 7 de noviembre en un lugar emblemático en la historia de la empresa: Villa El Chocón.

Fueron 125 personas que se desempeñaron en algún momento en Hidronor, desde personal de maestranza hasta directivos, y que llegaron desde distintos lugares del país. Es el tercer año consecutivo que se reúnen y tienen la intención de volver a hacerlo cada año.

Incluso estuvo presente el intendente Nicolás Di Fonzo, quien había generado una polémica al declarar durante el aniversario de la localidad que "la corrupción de todos los estamentos de Hidronor hizo que la empresa no sea rentable". Ofreció explicaciones y, como es habitual, dijo que sus palabras se habían malinterpretado. Los presentes se dieron por satisfechos con su aclaración.

"El hecho de que año tras año se acerquen más personas, incluso desde lugares muy distantes, demuestra el cariño que la gente tomó por esa empresa y por esa villa que comenzó siendo transitoria y luego se transformó en ciudad", dice Héctor Lazcano, quien fue presidente del comité ejecutivo de Hidronor entre 1979 y 1984.

En la oportunidad, se impuso el nombre Ingeniero Carlos Sureda a una de las calles de la villa en memoria de quien fuera vicepresidente ejecutivo de la empresa estatal y falleciera trágicamente en un accidente aéreo (se cumplieron 30 años el pasado 22 de noviembre) junto a otras siete personas.

 

40 años no es nada

 

Hidronor se creó en 1968 exclusivamente para llevar adelante las presas y centrales hidroeléctricas en esta zona y ese mismo año comenzó con El Chocón, que fue el emprendimiento hidroeléctrico más importante del país hasta el surgimiento de Yacyretá. La primera de sus seis turbinas se inauguró en 1972 y la última cinco años después.

Lazcano asegura que llegaron a ser 2.000 los trabajadores en el momento de mayor actividad. "Había un muy buen hospital con excelente atención. Los nacimientos en la villa no cesaban de crecer, comenzaron siendo 30 por año y llegaron a más de 100", recuerda.

Los proyectos para construir El Chocón son de vieja data, pero hasta la década del 60 la tensión máxima a la que se podía transportar la energía no permitía ir más allá de los 400 kilómetros. Sin posibilidad de llegar a los grandes centros consumidores la obra era inviable. Pero con la instalación de Indupa en Cinco Saltos, un emprendimiento electrointensivo, la ecuación económica cambió y el proyecto fue realidad.

Lo paradójico es que Indupa se terminó yendo de la zona y se trasladó a Bahía Blanca. Sin embargo, la tecnología avanzó y la energía pudo llegar a Buenos Aires. Hidronor siguió con sus proyectos y las demás centrales, como Piedra del Águila, Alicura, Pichi Picún Leufú y Planicie Banderita, se pudieron concretar.

 

Una empresa sana y con posibilidades de desarrollo

Héctor Lazcano es ingeniero recibido en la Universidad Nacional de La Plata y tiene 84 años. Su actividad, en distintas empresas, se remonta a comienzos de la década del 50 en Comodoro Rivadavia, en YPF. Viajó por gran parte del mundo, trabajó también en Yacyretá y en empresas privadas y llegó a tener una consultora con su hijo. Hoy está retirado y arrenda sus chacras en Cinco Saltos y San Patricio del Chañar

-¿Cuál es su opinión con respecto a la privatización de Hidronor?

-Nunca pensé que fuera correcta ni procedente. Hidronor era una empresa sana y que estaba desarrollándose muy bien. Tenía un cuerpo técnico de excelencia, que luego se desmembró pero que sobrevivió gracias a la formación de pequeñas empresas, muchas incluso radicadas en la zona y que trabajan en el exterior. Durante mi gestión elaboramos un proyecto denominado "Hidronor 2015" con la idea de llegar a ese año con un proceso de automatización y control a distancia para todas las presas construidas y proyectadas. Para eso visitamos durante dos años presas en Francia, Escocia, Suecia y Japón; y llegó a construirse un edificio -que todavía está frente al aeropuerto de Neuquén- que sería la sede operativa. Eso hubiera permitido reducir en un 60% la planta de 950 empleados que tenía la empresa. Además estaban proyectadas pequeñas y medianas centrales que, de haberse concretado, hoy aportarían una cantidad de energía similar a la que generan todas las presas del Comahue.

-¿Hubo inversión desde la privatización?

-Las empresas no han invertido absolutamente nada. Se dedicaron a mantener bien, lógicamente porque es su interés, su capital. Pero no han invertido un solo centavo. Yo le planteé a un secretario de Energía que se dejara Piedra del Águila y Pichi Picún Leufú como una empresa remanente, con lo cual el Estado tendría generación propia, serviría como parámetro para comparar con las privatizadas y además habría recursos para seguir trabajando. No tuve suerte. Yo he trabajado en el sector privado y sé que sólo invertirán donde puedan tener un retorno económico rápido.

-¿La hidroelectricidad es hoy un negocio rentable?

-Yo creo que las empresas no pierden, pe-  ro tampoco ganan ninguna maravilla, porque las tarifas están completamente planchadas.

-¿Es posible técnica y financieramente construir más presas en el Comahue?

-Técnicamente no hay ningún problema, pero financieramente depende de muchas cosas. Por ejemplo, El Chocón costó 450 millones de dólares con las líneas de transporte incluidas y genera 1.200 MW. Chihuido I es una central de 400 MW y se dice que costará 1.500 millones de dólares, lo que habla de la inflación, incluso en dólares, que hubo en estos años. Estas grandes presas, con tarifas de electricidad adecuadas, son de alguna manera como una vaca lechera: una vez construidas no tienen mucho gasto de mantenimiento.



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