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Las dos torres
Colum McCann recibió el "Oscar" de la literatura por "Que el vasto mundo siga girando", un mirada esperanzada sobre el 11-S.

Colum McCann, que acaba de ser distinguido con el "Oscar" de las letras estadounidenses, el National Book Award, por su novela sobre Nueva York "Let The Great World Spin" ("Que el vasto mundo siga girando", el título en español), trabajó como periodista, granjero y profesor antes de dedicarse a la literatura. Viajó por Asia, Europa y América para luego asentarse hace 15 años con su mujer, una neoyorquina, en la ciudad a orillas del Hudson River.

Desde entonces el autor de "A este lado de la luz" y "El Bailarín" consagra sus obras una y otra vez a cuestiones existenciales. En "Que el vasto mundo siga girando" (que se publicará en febrero) la fatídica fecha del 11 de septiembre de 2001 planea constantemente en toda la historia. McCann muestra la ciudad que nunca duerme como eterno microcosmos del sufrimiento, de la fuerza y la esperanza. En entrevista con DPA, el dublinés nacido en 1965 habló sobre el libro y su mensaje.

-Su novela ambientada principalmente en los convulsos tiempos políticos de 1974 comienza con una escena tan mágica como verdadera entre las Torres Gemelas: el funámbulo Philippe Petit exhibe a gran altura su arte. ¿Se trata de una imagen de las eternas capacidades de la mente humana de triunfar sobre los abismos por medio de la poesía?

-Se podría decir así. Lo que hizo Petit es para mí un espectacular acto de creación. Creó belleza y arte por muy intrépido y valiente que fuera. Lo que sucedió 27 años después fue un acto de exterminio, de maldad, mortal para miles de personas. Mi libro es en primera línea una investigación estética de la curación: de cómo nos curamos del 11-S y cómo encontramos esos diminutos momentos de piedad que nos sobrevienen y que convierten este mundo en algo maravilloso.

-¿Por qué es usted tan optimista en medio de tantas desgracias en el mundo?

-Creo en la redención, en la esperanza y en la posibilidad de felicidad, si no la vida no merecería la pena.

-¿Por qué eligió precisamente Nueva York como lugar ejemplar de lo que usted mismo define como lucha entre el bien y el mal?

-Sabía que debía escribir una novela sobre el 11-S. Ese día estaba en Nueva York. Perdí a muchos amigos. Mi suegro estaba en la torre del primer impacto. Pudo salvarse, anduvo cubierto de polvo por la ciudad hasta llegar a nuestra casa. Mi hija pequeña sintió miedo de él y pensaba que su abuelo ardía por dentro: precisamente por ese motivo comencé la historia. Por lo demás amo esa ciudad en toda su diversidad, contradicción y dureza, a pesar de que en un principio la encontré horrible y sólo me había mudado por amor a mi esposa.

-En "Que el vasto mundo siga girando" le otorga voz sobre todo a las personas que viven al margen de la sociedad. ¿Por qué es importante para usted?

-Vi a personas viviendo en oscuros agujeros de mierda, infestados de ratas. Vi a personas tiradas entre cartones. Vi a personas sucumbiendo en las sombrías esquinas de la red metropolitana. Pero le diré una cosa: todos ellos hablaban de cuando saliesen de ahí. Ninguno dijo nunca si es que alguna vez salgo de aquí. Creo que eso es algo muy elemental en la mente humana, no importa lo terribles que sean las circunstancias.



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