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La era de la madurez
Antes de sus presentaciones -hoy en Bariloche y mañana en Neuquén-, "Río Negro" habló con el baterista de la banda, Juan Comas, sobre esta etapa de un grupo que siempre soñó con llegar a este lugar...

Andan mostrando su tercer disco "Crisis". Con su música llegarán hoy, a las 22, a Puerto Rock, de Bariloche. Y luego viajarán kilómetros para presentarse mañana a las 21 en el Complejo Bloke, de Olascoaga y Purmamarca, de Neuquén.

En abril del 2008 hicieron un Luna Park con entradas agotadas veinte días antes. En agosto y noviembre del mismo año dos recitales más en el estadio Malvinas Argentinas. En enero último reunieron unas 16.000 personas en el Parque Roca de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El 5 de diciembre llegó su primer Ferro. Con Juan Fernández en voz, la guitarra y coros de Diego Bozzalla, el guitarrista Fernando Vecchio, Alejandro Mondelo en teclado y coros, el bajista Santiago Bogisich, Joel Barbeito en saxo y coros y el baterista Juan Comas, Las Pastillas del Abuelo fusiona rock con reggae, candombe, chacarera, jazz, country y otros estilos.

Para su primer concierto, el 31 de mayo de 2002, a metros de la estación Primera Junta del subte A, "La 20", seguidores de la banda, marcharon con trapos desde el colegio Mariano Acosta hasta la sala, ocupando parte de la porteña avenida Rivadavia.

En setiembre del 2005 grabaron el primer compacto, "Por colectora". Tocaron en el Pepsi Rock 2005 en Obras y en el Pepsi Music 2006.

En noviembre presentaron su segundo disco, "Las pastillas del abuelo" (2006) en "El Teatro" de Colegiales y se subieron al bondi para girar por Neuquén, Plaza Huincul, Junín de los Andes y Bariloche.

En enero del 2003, Hernán Sileoni dejó la batería de Las Pastillas del Abuelo y Juan Comas ocupó su lugar. Con él, "Río Negro" recorrió los años transcurridos, la enorme cantidad de escenarios que pisaron, muchas cifras acumuladas que permiten ya ver cambios en la banda?

"Cuando empezamos todos estábamos estudian-do, comenzando a dar clases. Yo era mozo. Ahora el bajista (Santiago) es papá, Fernando también. Varios vivimos solos. Estamos pensando el cuarto disco. Son un montón de cosas. Según donde pongamos el ojo variaron un pilón de situaciones. De alguna forma, antes era muy lejana la posibilidad de vivir de esto y dedicarnos de lleno a tocar. Ahora es real, " dice él, en diálogo con "Río Negro".

"Yo personalmente, el año pasado, tuve un cuestionamiento: ¿cómo eso que yo tanto amaba y amo se convirtió en el trabajo? En general cuando se habla de laburo, aparece como carga. Esa transformación me obligó a pensar qué me estaba pasando. ¿Está bien, no lo está? Y ahora que lo entiendo, lo vivo, estoy feliz. Sí, es una responsabilidad porque estamos tocando cada vez ante más gente. Nos encanta tocar y en cada recital tengo un desgaste terrible. Todos lo tenemos, física y mentalmente. Que eso sea nuestra realidad está buenísimo", reflexiona.

"Uno se va poniendo más responsable, calculo, a la hora de decir y hacer. Ya no es una joda, una fiesta que armamos para los amigos? Nos preguntábamos cuánta gente meteríamos? No teníamos tanta conciencia de muchas cosas. Hemos ido creciendo. Hay dos hijos en la familia de Las Pastillas. Hay un montón de responsabilidades más que cada uno va asumiendo y reconociendo."

-Pasó Cromañón también?

-Cromañón nos marcó a todos. Le pasó a Callejeros como le podría haber pasado a cualquiera. A nosotros, también? Poco antes, en mi primer recital que fue en abril del 2004, dos pibes de "La 20" prendieron dos cohe-tes que largaban un humo que cubrió todo el lugar y tuvimos que cortar la fiesta. Ahí empezamos a tomar conciencia. Tranquilamente podría haber pasado ahí. Nadie está exento, me parece. Cromañón hizo que muchos despertáramos o nos hiciéramos cargo de lo que nos cabía para que fuera una fiesta y no terminara así, porque no debe pasar nada malo en ningún lado. Hay que ser responsables.

-De una forma natural se ha dado eso de ordenarnos para, mientras no tocamos, componer, armar el siguiente disco, arreglar temas. Tuvimos un par de meses de no tocar por la epidemia de gripe porcina. Por equis motivos más todo septiembre estuvimos sin recitales, pero nos abocamos a la sala de ensayo y podemos ir metiendo la cabeza en cosas importantes para la banda y seguir tirando para adelante. Cuando no tocamos hay que ir preparando otras cuestiones para avanzar y no quedarse en el molde. Nosotros somos un poco así, nos gusta ir al frente con algo nuevo.

-Del frente pasemos atrás, donde vos estás ubicado. ¿Cómo ves la banda ahora, si la comparas con los primeros recitales? ¿Cómo es su actitud cuando miles de personas parecen una, moviéndose sincrónicamente con los golpes de la batería?

-Desde la primera vez que toqué con ellos hasta el último recital en Quilmes, siento mucha energía. El año pasado y éste, cuando tocamos en el (Parque) Roca... 16.000 personas son un montón de gente que se siente mucho. A mí, más que intimidarme, me carga de adrenalina. Y la banda está cada vez más suelta, siento más fluidez cada vez. Y eso me gusta?



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