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Son 100 m2 en estilo Art Decó

La arquitecta Adriana Grinswaig comparte su depto bien de los años 30, donde el diseño, el confort y el arte fluyen en un clima de total armonía.

Hace un par de años que la arquitecta Adriana Grinswaig se mudó a este departamento de los años 30, ubicado en el corazón comercial de Palermo. Fue un amor a primera vista y aunque la planta necesitaba un rejuvenecimiento, eso no empañó su decisión de comprarlo. “Me fascinó el estilo, los espacios amplísimos, la vista hacia los árboles y la arquitectura francesa de la avenida Coronel Díaz y por el otro lado, la avenida Santa Fe, que parece como un río de luces que se vienen encima”, dice Adriana.En este semipiso de 100 m2 cubiertos, en estilo Art Decó y dotado de una elegancia típica de la buena arquitectura, pensaba montar su casa.La obra, que realizó en conjunto con su socia la arquitecta Roxana Saban, tardó tres meses, en el que se concretaron las manipulaciones necesarias para que el espacio cumpliera con las nuevas necesidades, siempre respetando el estilo original. Lo primero que llama la atención, en el nuevo esquema de redistribución, es la ubicación del comedor: está armado en el hall de entrada, un espacio que suele ser de paso. “El comedor, en un lugar tan inusual, surge del estilo de vida que hacemos. Generalmente no se le da ninguna utilidad pero lo armamos ahí y se convirtió en un espacio útil, tanto para comer como para recibir clientes en la mesa”, dice Adriana. Este ambiente, que se ha transformado en el cerebro de la casa, está conectado con el toilette, la cocina, el living (a través de unas magníficas puertas corredizas de vitraux), el escritorio y el pasillo que conduce al área más privada, donde están los dos dormitorios, vestidor y baño.Después comunicaron el escritorio con el living. “El estudio se ubica muy cómodo en la esquina del edificio. Tiene unas bibliotecas diseñadas especialmente, que acentúan la forma semi-curva del espacio y albergan una preciada colección de revistas de decoración que no entraría en otro lado. La mesa de trabajo es muy grande para desparramar las muestras de tela, los papeles y lápices”, explican.  También hicieron de cero el viejo baño. “Originalmente era amplio pero cambiamos la distribución para ganar más espacio de mesada. Usamos cerámica y azulejo blanco brillante y un gran espejo con la idea de acentuar la luminosidad y diseñamos la mesada y el mueble en madera de guatambú, para darle un corte al blanco. Se pensó como un lugar de mucha luz”. La cocina, aunque de dimensiones acotadas, también pasó por la operación reciclaje ganando luminosidad gracias los ventanales que se abrieron en la medianera. “Es pequeña porque no cocinamos mucho. La idea era lograr un espacio compacto, que sirva para desayunar, con armarios sin puertas para tener a la vista”. Después se las ingeniaron para inventar un toilette de recepción dentro de un placard y un lavadero justo en la puerta de entrada de servicio. Casi al final comenzó el capítulo decoración. Al respecto, tanto Roxana como Adriana tienen gustos muy amplios, confesaron a eh!. “Nos gusta todo tipo de decoración, sobre todo aquella que involucra cierto eclecticismo, la que mantiene el espíritu y cumple con las expectativas del usuario que es el protagonista del espacio”, afirmaron.  

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