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Sin retiro

La cosecha de opiniones será gruesa en este día. Grandes conocidos, amigos que compartieron con ella prácticamente la vida, desde siempre, analistas de primer nivel que la siguieron desde la primera Luna Tucumana, tendrán algo que decir.

Ocurre que Mercedes Sosa es patrimonio de los argentinos en su conjunto, más allá del folclore y de cualquier género y todos tendrán algo que decir.

Para ellos fue moneda corriente ver a una Mercedes Sosa distinta a todos, una exponente de la música como nadie en el país, que se atrevió a intentar unir el agua y el aceite. Y extrañamente lo consiguió.

Para uno que mira desde afuera la música, que la disfruta, que la comparte, que la discute o analiza, en lo macro fue un modelo único, irrepetible. No tiene comparación su trayectoria, su estilo, sus logros, sus atrevimientos. Su esencia no es imitable, porque sus iniciativas tampoco lo fueron. Y lo que para muchos eran locuras, para ella eran pasos gigantes, posibles, capaces de generar un sacudón en la gente, en propios y extraños.

Cómo definir a Mercedes Sosa dentro de un género musical si prácticamente invadió a todos los demás, invasión bienvenida cuando se trata de buena música. Y eso es lo que logró precisamente esta tucumana que se aferró desde su inicio a un folclore diferente, pero que se atrevió siempre a más y más.

Mercedes Sosa y León Gieco para una franja de tradicionalistas que no podían verla ni un centímetro por fuera del folclore, ya era una locura, imagínese entonces lo que fue que cantara con Charly García, con Serrat, con Shakira, con una larga lista de consagrados que en la teoría eran incompatibles con este género.

Pero sólo en la teoría, porque en la realidad y sobre todo en sus dos últimos trabajos, dejó plasmado el pensamiento de su vida. Porque cantó con todos, porque cerró allí una trayectoria donde cada uno de sus intérpretes admirados pasó a ser su socio de escenario.

Dejó la teoría para llevarlos a su lado. Y quién le diría que no a esta Mercedes Sosa garantía de éxito, de seriedad, de buena música.

Eso fue Mercedes Sosa, fue romper moldes siempre, fue salirse del esquema del bombo y la guitarra tradicional, capaz de cantar con el Chaqueño Palavecino y hacer delirar a todos y a la vez capaz de hacerlo con Vicentico, Gustavo Cordera, Joaquín

Sabina y también hacer delirar.

Eso es capacidad, eso es ver la música sin fronteras, eso es olvidarse de los géneros para fabricar música nueva, eso es hacer de un tema re contra conocido una versión única e inigualable.

Esa trayectoria, ese don especial de generar y generar, de crear, de tener buenas ideas, es el que le permitió llegar a esta edad y dejar la vida antes que el retiro.

Porque la señora se murió antes del retiro, y la verdad es que, aunque involuntario, me pareció fantástico que una cosa sucediera antes que la otra, porque esta tucumana no tendrá retiro de la música, sus logros, sus temas, su música, su magia en los escenarios seguirá viva, porque Cosquín la seguirá teniendo en el aire, porque Jesús María la escuchará cantar como siempre, porque volverá a las viejas peñas, porque para sus amigos cantará Zafrero, porque se animará a juntarse con otros que ya se fueron.

Hasta su último recital, Mercedes Sosa hizo folclore, como lo hizo toda la vida, como lo llevó siempre por el mundo. ¿O alguien hubiera imaginado a los alemanes cantando Luna Tucumana?. Y ella lo logró, tal vez sin proponérselo.

Pero se animó a más, siempre a más hasta dejar plasmado en Cantora, su último trabajo, todo lo que soñó la vida entera.

Y eso fue cantar con todos y de todo. Eso es ser diferente a todos.

 

Jorge Vergara
jvergara@rionegro.com.ar



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