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Colonia de la felicidad
Centenario dio vuelta la final ante Maronese, le ganó 3-1 y sumó su sexto título. Cofré fue la gran figura: marcó dos goles.

CENTENARIO (AN).- El "dale campeón, dale campeón..." explotó con la fuerza de un vendaval verbal cuando el árbitro Hugo López pitó el final. Centenario tuvo un primer tiempo de ensueño, reguló en el segundo, le dio vuelta la final a Maronese (3-1) y se consagró por sexta vez en su historia a nivel doméstico.

El equipo de Luis Barrios es un justo campeón del Apertura 2009 porque en el global no sólo superó a su rival en el resultado, también lo hizo en el juego. Ayer la fiesta fue completa para La Colonia: consiguió la corona después de cinco años de sequía, ganó un boleto para el Argentino C modelo 2011, supo revertir un resultado adverso y el Gigante del barrio Sarmiento se mostró como en las buenas épocas (hubo 2.000 personas).

Centenario hizo la diferencia en una primera parte inesperada. Maronese, que había ganado en la ida por 2-1, tardó en entrar al partido y cuando se dio cuenta estaba abajo en el marcador y tambaleaba en la cancha. Iban apenas 11 minutos cuando, en una jugada de córner, el fondo del Dino se durmió y como un fantasma surgió Rafael Leiva para abrir la cuenta. La visita sintió el impacto y Roberto Cofré se hizo dueño de los destinos del juego.

El interminable Mono (ver aparte) jugó el partido de su vida: mandó, pivoteó, metió pelotas de gol, se movió en el campo con sabiduría y fue, junto con Adrián Kees, el que puso en jaque el buen sistema defensivo de Cristian Bravo.

El cotejo se jugó en dos canchas: en la de abajo mandó La Colonia, en la de arriba intentó, con poca suerte, imponerse la visita.

El 2-0 cayó a los 24 cuando Cofré usufructuó un penal cometido por Nelson Churrarín a Kees. El 3-0, el golpe mortal, a los 36, después de una pared entre Cofré y Kees que el Mono terminó como una pincelada de placer: con un disparo de zurda a tres dedos que se clavó en el ángulo izquierdo.

A la vuelta del descanso Maro fue en busca del milagro apelando a la vergüenza de varios de sus jugadores, la velocidad del ingresado Kevin Guajardo y el coraje de Mario Barros. Descontó Gastón Fuentes a los 18, y el Dino mantuvo la idea de buscar los penales en las alturas. Centenario no falló, aguantó, y festejó como nunca.



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