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Roberto Tesei, una vida dedicada a la producción en la colonia | ||
Aún hoy, con 71 años, "Beto" continúa al frente de su chacra y mantiene intacta su pasión por el fútbol local. | ||
Roberto Atilio Tesei tiene 71 años y continúa poniendo el cuerpo y el alma al servicio de la producción frutícola, aun cuando los tiempos para este rubro no son los mejores. Fundador de un galpón de empaque que lleva 45 años de trayectoria, recuerda con nostalgia los años en que la colonia Juliá y Echarren era un polo productivo de magnitud, donde se multiplicaban galpones de empaque, frigoríficos y jugueras. Roberto, más conocido como "Beto" Tesei, se mantiene como uno de los emblemas de aquellos años de oro, cuando también descollaba en las canchas de fútbol con la camiseta de Defensores de la Colonia con el 10 en la espalda. Hábil con la derecha, quienes lo vieron jugar aseguran que fue uno de los grandes de verdad en el fútbol local. Relata que su abuelo José llegó a la Argentina huyendo de la Primera Guerra Mundial como tantos otros paisanos. Vino solo, buscando un lugar seguro para su familia -constituida por su esposa y dos pequeños hijos-, que había quedado en la península itálica aguardando la señal de partida. José trabajó durante tres largos años en cuadrillas del ferrocarril, hasta que pudo reunir el dinero necesario para concretar el reencuentro con los suyos. Decidieron instalarse en Cipolletti, donde José ingresó como habilitado en una chacra de frutales. Por entonces se estaba gestando la colonia Juliá y Echarren y la idea de contar con un lote de tierra de su propiedad lo llevó a interesarse en la propuesta de llegar al valle del Colorado. Logró obtener un crédito con muchos años de plazo para pagarlo y pudo adquirir una chacra de 15 hectáreas. Gino, el padre de Roberto, tenía 10 años cuando llegó al país. Y muy pronto se sumó a su padre para colaborar con las tareas culturales. Es cierto que en la provincia de Ancona, sobre la costa del mar Adriático, trabajaban la tierra -aunque en menor superficie- por lo cual las características de las tareas no le resultaron ajenas. Lejos de amilanarse, Gino se sentía contento y a gusto caminando junto a su padre por la chacra y viviendo en un clima de paz con su familia. Había dejado atrás la terrible guerra que azotaba Europa. El pequeño Gino hacía las veces de monaguillo en una iglesia, mientras su madre debía caminar una legua todos los días para trabajar en la limpieza. Y la alimentación era solamente pan y agua. Por eso el valle del Colorado era poco menos que un paraíso, en una zona donde estaba todo por hacer. Y la familia Tesei no escatimó esfuerzos para lograr cada uno de los objetivos que se había trazado. Gino conoció a Luisa Dotori, una italiana de la zona de Castel, y al poco tiempo se casaron. El propio Roberto nació en la chacra y, siguiendo los destinos de su padre, también abrazó las tareas culturales desde muy chico. Lamentablemente Gino falleció muy joven y Roberto, con 14 años, debió asumir la responsabilidad de ser el hombre de la casa. Por entonces ya sabía arar con el caballo, podar y los demás trabajos de chacra. Debió madurar de golpe tras la desaparición física de su padre y afrontar el desafío de sostener a su madre y a sus dos hermanas. Sin embargo, no encontró mayores dificultades para conseguirlo, y pudo sortear los problemas que fue hallando en el camino. En la década del 60 la colonia Juliá y Echarren vivió años de progreso pleno: se levantaron galpones de empaque, frigoríficos y la sidrera, empujados por una actividad rentable. Alentados por la perspectiva de seguir creciendo, en 1965 Roberto y otros seis productores fundaron el galpón de empaque Productores Colonia Río Colorado, que aún hoy existe. "No son buenos tiempos para la fruticultura. Los gastos fijos se mantienen o se incrementan, hay menos producción y nosotros no somos formadores de precios. Igual seguimos resistiendo", cuenta Roberto. Se casó con Elena Paulina Kolher y ya llevan 47 años de casados. Tienen dos hijos: Roberto Daniel y Silvina Elena, que les han dado cinco nietos. En familia compartieron los buenos tiempos y también los más amargos, como la helada del 2001 que no dejó ni un solo cajón de fruta en toda la colonia. "Fue de 9 grados bajo cero durante muchas horas. La pasamos muy mal, nos ayudó un poco la provincia y alcanzamos a sobrevivir", recuerda. Hoy venden toda la producción en el mercado interno, especialmente a Rosario y Buenos Aires. Durante su paso por el fútbol del club Defensores, "Beto" cumplió al mismo tiempo la función de tesorero de la institución por varios años. Con sólo 18 años ya estaba en la comisión directiva y defendió los colores de la colonia durante 13 años en primera división, hasta que una seria lesión en una rodilla lo alejó del deporte. Hoy disfruta de ir a la cancha a ver a sus nietos, que visten la misma camiseta que supo usar su abuelo.
ALBERTO TANOS y DARIO GOENAGA |
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