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Aumentan los desequilibrios presupuestarios
Su economía muestra que sigue siendo vulnerable a los shocks. Los planes de estímulo llevaron el déficit fiscal para el 2009 a los u$s 1,5 billones, cerca del 12% del PBI. Un dato que permite prever un techo para los subsidios implementados desde el gobierno.

Ciertos días pareciera que la mayor economía del globo, Estados Unidos, sale de la recesión en un abrir y cerrar de ojos, con todos sus indicadores positivos y el optimismo de los inversores impulsando los papeles en Wall Street.

Pero en otras jornadas, se teme que una nueva tormenta se desplome sobre las estructuras económicas del país, con la sensación de que todo se encamina hacia el quinto infierno.

Esta ciclotimia muestra, en definitiva, que Obama no termina de consolidar un programa económico creíble para los operadores y consumidores norteamericanos. Nadie arriesga mucho. Todos están a la expectativa de seguir analizando indicadores antes de hacer importantes jugadas.

La mayor parte de los operadores señala que la recesión estaría ingresando en su fase final, pero que la economía es "todavía altamente vulnerable a los shocks".

Desde el punto de vista macro, los efectos de los masivos subsidios al sector financiero y al consumo, aplicados desde fines del año pasado, no terminaron de marcar un punto de inflexión en la tendencia que venía mostrando la economía, ni apuntaló su crecimiento como se esperaba. Sólo logró poner freno a la crisis. Algo importante, pero no determinante para poder volver a crecer.

Como contrapartida, aumentaron los desvíos fiscales que venía arrastrando el presupuesto norteamericano desde principios de la década.

La Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca (OMB, por sus siglas en inglés) revisó días atrás su expectativa sobre el déficit fiscal que enfrentará la economía norteamericana a 1,58 billones de dólares o el 11,8% del Producto Bruto Interno (PBI).

Por otra parte, amplió en julio su déficit comercial hasta los u$s 31.960 millones, cifra que se proyecta que alcanzará los u$s 365.000 millones para el cierre del corriente año.

La debilidad del dólar y el repunte del oro son dos de las señales que muestran que la economía norteamericana sigue generando dudas para los inversores (ver recuadro aparte).

 

Brotes verdes

Pero también hay datos positivos en la economía norteamericana que generan expectativas sobre el futuro de la economía mundial.

Un reciente estudio elaborado por la Consultora abeceb.com menciona los siguientes indicadores, que marcan un cambio en su tendencia:

? La caída en la tasa de desempleo y una desaceleración en el ritmo de destrucción del empleo. La primera cayó del 9,5% al 9,4% del total de la fuerza ocupada. El dato en sí es una señal de alivio para la economía estadounidense; sin embargo, el análisis más profundo muestra que la caída se debe más a una reducción de la población económicamente activa, que a una caída en el desempleo. El dato verdaderamente importante para destacar es la desaceleración del ritmo de destrucción del empleo, que pasó de 443.000 en junio a 247.000 en julio del 2009.

? Las ventas minoristas totales correspondientes a julio reflejaron una caída mensual del 0,1%, cuando el consenso de mercado esperaba una recuperación cercana al 0,8% luego del muy buen dato registrado en junio, del 0,6%.

? La industria, en particular la automotriz, parece estar retomando lentamente la senda de la recuperación. Eso fue puesto de relieve por los últimos resultados del índice ISM, que mide la evolución de la demanda intermedia en el sector industrial (ver infograma).

En resumen, la economía estadounidense refleja que, si bien hay signos de recuperación -aumento de la producción, incremento en la demanda de los sectores intermedios, caída del ritmo de pérdida de empleos y mayor holgura en las bolsas-, todavía cabe decir que esta recuperación está atada por hilos frágiles, algunos de los cuales fueron tendidos por el gobierno con sus planes, que pueden extender el ritmo de avance débil del consumo por la inestabilidad, la falta de crédito y las paradojas que trae el crecimiento del precio de las acciones en la evolución del mercado hipotecario. De esta manera, es más que entendible que la volatilidad, o el miedo, esté latente en los consumidores y en los inversores.

Por otro lado, si bien la Reserva Federal continúa comprando títulos del gobierno de Estados Unidos para evitar un repunte en los rendimientos, la presión del Tesoro (que sigue emitiendo deuda para financiar el déficit de 12 puntos del PIB) y el apetito por el riesgo han puesto a la economía estadounidense en una encrucijada que pronostica una situación más que volátil y sorpresiva a futuro.

 

Javier Lojo

jlojo@rionegro.com.ar



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