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Ni tambo, ni conventillo

Algunos de los habitantes del centro neuquinos recuerdan cómo, hace décadas, en las calles de sus barrios se entremezclaban los conventillos, con los almacenes de ramos generales e incluso uno que otro pequeño tambo donde las señoras de las casas conseguían la leche fresca para sus chicos.

Y si bien, aún algunas de esas viejas casas subsisten al demoledor paso del progreso que ha caracterizado a una ciudad que parece no tener reparo por mirar ni un instante hacia atrás, aún algunos vestigios de esa época pueden verse. Así es como sobre la calle Luis Beltrán aún quedan un par de esas viejas casonas, tipo "chorizo", como decían entonces.

Y tal vez sea por la añoranza de esos años, o por un simple olvido, que en la capital provincial, en la ciudad en donde hay edificios enteros destinados al estacionamiento de vehículos y un sinnúmero de trámites sólo puede ser realizado por internet o con tarjetas magnéticas, es que aún hoy está en vigencia la ordenanza que prohíbe el arreo de vacas por la avenida Argentina, como solía hacerse el siglo pasado cuando se llevaba el ganado al viejo matadero del Bajo.



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