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Neuquén imparable | ||
El crecimiento vertiginoso marca el presente en la localidad. .Se ha extendido tanto que las bardas ya son parte de ella. .Ahora el desafío es lograr armonía entre los sectores. | ||
No hace muchos años los vecinos de la ciudad se saludaban en las calles porque la mayoría se conocía. Indagando un poco en los árboles genealógicos en algún punto casi todos tenían un pariente en común y la ciudad funcionaba más o menos como un barrio grande. Un par de décadas después la ciudad creció tanto que se convirtió en el portal de acceso a la Patagonia y en la capital indiscutida del Alto Valle. Pocas semanas atrás, y cumpliéndose el 105 aniversario de su capitalización, la ciudad llegó a tener 50 barrios con diferencias intrínsecas tan marcadas que observando en detalle ya se pueden identificar algunas caracterizaciones de los neuquinos según su barrio de residencia. Esta explosión de las barriadas se debe en buena parte al efecto, mitad por necesidad insatisfecha y mitad por oportunismo político, de las tomas, ya que no sólo los últimos barrios anexados a la nómina de sociedades vecinales de la ciudad provinieron de asentamientos regularizados, sino que fueron las tomas las que definieron la trama zigzagueante y caprichosa de un poco más del 40% de los barrios de la ciudad. En su crecimiento del sur al norte, del este al oeste y sobre todo del centro a la periferia, la ciudad se ha expandido tanto que la antes alejada meseta es vista ahora como la única vía para poder seguir construyendo barrios en la localidad. Y si bien es generalizado el rechazo de los vecinos de mudarse a la alejada meseta, es esa área la que sin embargo forjó en gran medida a la ciudad, pues es gracias a las bardas que la constituyen que el Valle logró, décadas atrás, convertirse en un vergel tan importante que atrajo a la mayoría de sus primeros pobladores. Mientras las necesidades de infraestructura, obras comunitarias y espacios recreativos pululan en la mayoría de los cincuenta barrios neuquinos, el desafío de la ciudad será lograr un desarrollo armónico entre los nuevos y los viejos barrios, los del sur y los del norte, el cercano este y el lejano oeste, y sobre entre el centro y la periferia, para evitar la profundización tal vez insalvable de las diferencias entre los barrios de la ciudad. |
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