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Que no se escape la tortuga
Diego perdió su primera gran batalla como DT. Debe dejar de pensar como futbolista y capitalizar la caída. Ante Paraguay será a todo o nada.

Si hay algo claro en esta dura realidad del seleccionado, es que dentro de un par de días (el miércoles a las 20) no se verá un juego mucho mejor que el demostrado el sábado a la noche. Partiendo de esa base, sólo resta decir que hay que clasificar como sea. No importa cómo. Ya habrá tiempo para mejorar antes de desembarcar en el invierno sudafricano. Por ahora, lo importante es que en Paraguay sólo sirve ganar.

Como Bolivia en la altura de La Paz y como lo hizo en ciertos lapsos Ecuador en Quito, Brasil dejó al desnudo todas las falencias de un equipo anémico en lo futbolístico. El 1-3 tuvo que ver con una alarmante diferencia de jerarquía, pero más con groseras desatenciones en las pelotas paradas.

Esta última sentencia no indulta a un Maradona al que le cuesta ser técnico. Habla, siente, se mueve y viste como un jugador y su insistente ciclotimia refuerza esta idea. Antes de jugar con Rusia el panorama para él era un "caos", después de aquella victoria todo "era posible". Se lesionó Jonás Gutiérrez y habló de "días de lluvia", pero para él "salió el sol" cuando vio entrenar a Messi en Rosario. Antes del partido con Brasil sobreestimó la presión que podía meter el pueblo del Gigante de Arroyito y después tiró frases irrelevantes y bien suyas como "estoy entero" o "soy irrompible".

Maradona está aprendiendo a ser técnico en el seleccionado, un riesgo poco recomendable que también asumió Brasil con Dunga. Éste estuvo muy cerca de ser despedido, acusado de "traicionar" las raíces del fútbol brasileño con ideas que hoy son elogiadas por el mundo entrero. La gran diferencia es que Maradona continuó un ciclo que venía a los tumbos (el de Basile) y que no ha podido enderezar. Posiblemente la diferencia entre ambos sea que el criollo sigue pensado como un futbolista.

Argentina tiene un enorme potencial individual, pero el equipo no aparece y por eso los errores infantiles se suceden. No basta con mandar a la cancha a los mejores y tampoco sirve como atenuante el poco tiempo de trabajo, porque eso sufren todas las potencias mundiales.

Que Domínguez y Otamendi sean la mejor zaga central del fútbol argentino no alcanza como argumento, porque jamás marcaron a jugadores más peligrosos que Pastore y Defederico. El "ímpetu" de Tevez fue la virtud que se eligió para explicar su titularidad y la irrupción de Dátolo tuvo que ver con veintipico minutos con Rusia. Muy poco.

Heinze no debe ser salida, y Messi, para ser un mejor Messi, necesita un pivote del estilo Eto´o y que alguien se haga cargo del juego cuando él se ausenta. En el Barça hay varios que cumplen esa función, en Argentina sólo Verón, un Verón al que deben hacer jugar más y batallar menos. Maradona llegó al seleccionado por sus méritos como futbolista, no como DT. Queda claro que su transcisión aún sigue. Siempre fue un hombre de riesgos, y quizá las dudas que genera su equipo se deban a eso. El sábado perdió su primera gran batalla. Habrá que ver cómo capitaliza esa caída.



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