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Un clįsico gigante
Argumentos de Argentina y Brasil para ganar un partido que puede marcar a fuego el futuro de muchos protagonistas.

Diego Maradona seguramente no pasa horas tranquilas. Repasa videos, apuntes, discute con sus colaboradores, charla telefónicamente con sus players, piensa y repiensa la forma de hacer que la batucada brasileña deje de sonar ajustada, como lo hace últimamente.

El seleccionado argentino (22 ptos.) marcha cuarto en la tabla de posiciones y está a sólo dos puntos del repechaje, que hoy jugaría Ecuador (20). Brasil (27), al que recibirá el próximo sábado (21:30) en el Gigante rosarino, atraviesa el mejor momento del ciclo Dunga porque viene de ser campeón en la Copa Confederaciones, y en eliminatorias no pierde desde la quinta fecha (1-2 con Paraguay (24). El panorama es complicado para la albiceleste, porque después del scratch deberá viajar a tierra guaraní, recibir a Perú (7) y cerrar con Uruguay (18) en Montevideo.

La mayor preocupación de Maradona no es la tabla de posiciones, sí encontrar un equipo que funcione coordinado, sea corto, firme en defensa y explosivo en los últimos metros. Claro está, con Lionel Messi como estandarte del ataque.

Aunque no tuvo un buen partido ante Rusia, Mariano Andújar llenó el gran interrogante que envolvía al arco, pero en el fondo las dudas continúan. Javier Zanetti y Gabriel Heinze no convencen, pero son fija por experiencia, motivación y entrega. Los otros dos lugares estarán entre tres velezanos (Domínguez, Otamendi y Papa) y Nicolás Burdisso, que cuenta con un plus por el roce internacional.

Brasil ya no expone el jogo bonito como insoslayable marca filosófica y la pauta está en que es el único equipo que puede hacer más de tres goles en una jornada de fútbol discreto. Dunga acalló las acoloradas críticas de los ortodoxos moldeando un team que prefiere replegarse, aguantar los embates y salir en contras mortales con la gambeta vertical de Kaká, la velocidad de Robinho y las diagonales de Luis Fabiano (7 en eliminatorias).

Ahí estará una de las claves del juego, en la disposición del medio argentino y su coordinación con la defensa, algo que por el momento no se consiguió. Mascherano sufre de soledad en la contención y la mala noticia para Maradona fue que no tendrá a Jonás Gutiérrez, una suerte de "hijo adoptivo". No es un dato menor, porque por ese sector juegan Maicon y/o Alves, los laterales brasileños, de los mejores del mundo.

A contramano de la historia, hoy Brasil no cuenta con buenos laterales izquierdos (Kleber y André Santos son flojitos), tiene un arquero como Julio César que gana partidos, le saca enorme réditos a las pelotas paradas y prefiere el contragolpe a tener el balón full time, como lo hizo históricamente.

Argentina también tiene fuertes argumentos para ganar el partido que, para beneplácito de Diego y sus muchachos, se jugará en un Gigante de Arroyito con clima de final. Messi será más local que cualquiera y los ojos se posarán en él y sólo en él. La Pulga ya confesó que no lo desvela ser "el Maradona del equipo de Maradona", pero, como todos sus compañeros, aún no logra trasladar al "equipo de todos" el rendimiento que muestra en el Barcelona. Eso también sucede con el Kun Agüero, Tevez, Verón y hasta el mismísimo Mascherano, quizá el que más se acerca.

¿Qué dice la historia reciente? Que Brasil se llevó las últimas tres finales (Copa América 2004 y 2007 y Copa Confederaciones 2005) y que en el partido anterior de estas eliminatorias empataron en cero, cuando aún comandaba el Coco Basile. Dentro de cinco días será tiempo de Maradona vs. Dunga, de Messi vs. Kaká, de un Argentina-Brasil que podría marcar un antes y un después en la historia de muchos protagonistas. Acercarlos o alejarlos del soñado mundial de Sudáfrica 2010.



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