Por lo general, las acciones se anticipan a las crisis sufridas por las economías reales. O, por el contrario, preanuncian un buen momento futuro sobre las mismas. Esto quiere decir que, cuando las bolsas de un país caen, hay que esperar un tiempo prudente para que esta caída comience a golpear sobre la vida cotidiana de los ciudadanos. La última crisis internacional, que terminó desplomando las bolsas del mundo –y también el Merval– en setiembre del año pasado, afectó a la economía real de nuestro país a partir de noviembre de ese mismo año. Existieron alrededor de 60 días de diferencia entre el golpe financiero y el económico. También se observa que cuando los indicadores bursátiles suben con una tendencia bien marcada, es porque existe la confianza sobre una mejora futura en la economía real del país en análisis. No es una regla estricta, pero hay que tenerla en cuenta cuando uno tiene parte de su patrimonio invertida en distintas alternativas de riesgo.En estos días estamos escuchando por los distintos medios de comunicación que la recesión en la Argentina, y en el mundo en general, está llegando a su fin y que ya existen indicadores económicos que muestran cierta recuperación. Si analizamos la evolución de las bolsas de comercio en estos últimos sesenta días, se puede anticipar que son altas las posibilidades de que esta percepción del mercado termine siendo una realidad. Las acciones argentinas treparon desde la primera semana de julio cerca del 20% promedio. Wall Street, la bolsa que se usa como referencia a nivel mundial, lo hizo a tasas del 15% en este mismo período. Ahora bien, luego de una euforia en los indicadores bursátiles como la mencionada, los riesgos a perder posiciones para aquellos que tienen inversiones en acciones tienden a crecer. Si ciertos indicadores económicos mundiales en los próximos días no muestran signos de fortaleza, habrá que esperar un derrumbe en las bolsas del mundo. Y también, en nuestro Merval. Algo para tener en cuenta.
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