Uno puede ir paseando por la zona de los Docklands en Londres, por el Microcentro de Buenos Aires, por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, por la zona del Parque Chapultepec en Ciudad de México o por el centro financiero de Beijing o de Hong Kong y en todos esos sitios (y en muchos más alrededor de todo el mundo) habrá un elemento en común: una obra arquitectónica con la firma del argentino César Pelli. Nacido en Tucumán en 1926, es considerado como “uno de los 10 arquitectos vivos más influyentes”, por el American Institute of Architects y reconocido como el mejor en su campo por una buena mayoría de sus colegas. Sobre las tendencias actuales en materia de arquitectura, Pelli sostiene que “la preocupación por el cuidado del medio ambiente es algo que se ve cada vez más, aunque también existe una corriente de arquitectos que buscan hacer trabajos muy vistosos o muy raros para ganar rápidamente publicidad y reconocimiento”. Por esta razón es que cada vez es más común, según el propio Pelli, “cruzarse con construcciones que fueron concebidas como objetos y que desentonan muchísimo respecto de todo lo que las rodea”. El hombre, que lleva medio siglo viviendo en Estados Unidos, descree no obstante de esta forma rápida de explosión para la carrera de un arquitecto. “No me gusta que un edificio nuevo pretenda distinguirse tanto del resto, si las ciudades más bellas son aquellas con una identidad propia, dada por un estilo arquitectónico definido a lo largo de todas sus edificaciones”, apunta. Por eso, Pelli, que ostentó el cargo de Decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Yale, recomienda “desarrollar de manera sólida el oficio, no apostando a llamar tanto la atención, sino poniendo el foco en que el primer cliente se sienta muy cómodo con la obra propuesta, que le resulte funcional y atractiva al mismo tiempo”. El ideólogo del Centro Financiero Internacional de Hong Kong, que se destaca por equilibrar de manera perfecta la sobriedad y la elegancia con la innovación y la creatividad, explica que “sólo así un arquitecto puede lograr el verdadero reconocimiento en el largo plazo”. Por su profesión, el arquitecto tucumano ha viajado por todo el mundo. A la hora de elegir una ciudad, Pelli cuenta que su preferida es París, porque “tiene la combinación ideal entre monumentalidad y vivacidad, además de una gran cocina”. Este hombre, cuya cámara de fotos es un elemento indispensable en su equipaje (“me encanta poder revivir los momentos más intensos de mis viajes”), también tiene una obra preferida entre las muchísimas que ha creado a lo largo de su extensísima trayectoria: las Torres Petronas, en Kuala Lumpur, Malasia, los edificios más altos del mundo hasta 2003 (452 metros). “Porque se han convertido en el emblema de una ciudad e, incluso, de un país”, indica. Hoy, a punto de cumplir 83 años, sigue trabajando con la creatividad y la vigencia que caracterizaron toda su carrera desde su propio estudio, PCP, que comparte con su socio desde hace más de 30 años, Fred Clarke, y con su hijo Rafael. Lo más sorprendente es que aún, con todo el kilometraje que tiene recorrido, muestra las ganas de un principiante ante cada nuevo cliente que se sienta en su oficina para contar qué necesita o ante cada nuevo plano que se despliega sobre su escritorio. “Cada proyecto que surge logra entusiasmarme como si fuera la primera vez”, señala Pelli, “las cosas absurdas que piden los clientes, más las dificultades propias del terreno y las limitaciones presupuestarias, en ocasiones también absurdas, constituyen en su conjunto un desafío al que me resulta muy difícil negarme”. Fuente: “in”
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