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Los sitios de descanso del exclusivo departamento del decorador chileno Jorge Letelier.

Vivir cerca de las estrellas, ese era el sueño que acariciaba el prestigioso decorador chileno Jorge Letelier cuando compró este departamento de 160 m2, ubicado frente a una cancha de golf, en el exclusivo barrio de Las Condes. Letelier, que vive y trabaja desde hace décadas en Nueva  York, deseaba tener un pied-a-terre en Santiago. Decidió la compra a distancia, apenas viendo los planos y conociendo la ubicación y el barrio. Aunque la planta no era funcional, sabía que al rehacerla, ganaría todo lo que estaba buscando: aumentar la luminosidad y aprovechar mejor las vistas, simplemente eliminado paredes y puertas. Originalmente la planta tenía varios ambientes pequeños pero decidió derribar divisiones innecesarias para obtener un amplio living, dos dormitorios, una pequeña oficina, biblioteca, comedor, cocina y tres baños. Sacrificó un cuarto baño para ganar espacio para el hall de entrada.

En la elección de los materiales, Letelier demuestra una osadía exquisita. Eligió para el piso del living, pasillos, comedor y biblioteca granito “Negro Absoluto”, que refleja los rayos de sol que se filtran a través de los grandes ventanales. Para hacer un delicioso contrapunto con el piso negro, en el estar recubrió las paredes con nogal y coloreó otros muros con un suave tono marfil para darle ligereza.

 Letelier, sin duda, es un maestro en armar ambientaciones eclécticas. Maneja con suma sutileza una mezcla donde se hacen presentes piezas contemporáneas (muchas con su firma) con muebles antiguos del siglo 18 y obras de arte (como esculturas de Henry Moore y dibujos de Marc Chagall). El living está ambientado con un cómodo sofá blanco tapizado en rafia italiana, diseño de Letelier, producido en el Atelier Mirage en Montreal, Canadá. Está secundado por una impresionante mesa de cocktail, realizada en piedra, por el artista chileno Francisco Gacitua. En un costado del living, colocó otras de sus creaciones: una mesa de metal con una tapa de vidrio que secundó con una clásica silla del siglo XVIII. “Mi rincón favorito varía según las horas del día. Disfruto de la terraza en todo momento, pero durante la mañana me resulta muy gratificante trabajar en el escritorio del living con una taza de café,” apunta Letelier.

Más piezas dignas de un museo adornan el estar: un sécretaire del siglo XIX  y una escultura de Henry Moore y un grupo de figuras en oro precolombino del siglo XIV. En un estilo radicalmente contrastante, colocó una chaise longue comprada en Nueva York. Esta pieza, de líneas extravagantes domina el espacio, con su simpleza.



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