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De terapias y terapeutas
Gabriel Rolón, quien vendrá mañana y pasado a la región, habla de su libro "Palabras cruzadas".

En la línea de su libro anterior, "Historias de diván", el psicoanalista y columnista televisivo Gabriel Rolón publicó ahora "Palabras cruzadas", un volumen integrado por cinco relatos que recorre el proceso psicoanalítico desde que un sujeto decide iniciar terapia hasta que se confronta con los disparadores de su angustia. De los dos libros y de su experiencia hablará este sábado en Roca (Casa de la Cultura, a las 22) y el domingo en Neuquén (Casino Magic, a las 21).

Rolón, quien se hizo conocido por su participación en ciclos como "Todos al diván", "RSM" y "Terapia. Única sesión", acredita 25 años de experiencia con el psicoanálisis, a pesar de que el descubrimiento de su vocación se produjo tras incursionar en Ciencias Económicas y en un profesorado de Matemáticas.

Hace dos años, este hombre que durante 15 años secundó a Alejandro Dolina en su ciclo radial "La venganza será terrible" debutó en el mercado editorial con "Historias de diván", un volumen que lleva vendidos casi 120.000 ejemplares y que marcó una primera aproximación entre el psicoanálisis y el público masivo.

"En el caso de ´Palabras cruzadas´ quería escribir un libro diferente pero que a la vez tuviera cosas en común con ´Historias de diván´. Es decir, el desafío era escribir no ficción, un relato en primera persona referido a lo que sé, que tiene que ver con la clínica y otras cuestiones", aseguró Rolón. "En el primero hay relatos que son recortes de dos o tres sesiones o toman un tema puntual y hablan de las sesiones que tardamos en resolverlo. En este libro cada caso está contado como una pequeña novela desde que el dolor trae al paciente a análisis hasta el momento en que una verdad produce algún cambio", explicó. "Palabras cruzadas" (Planeta) recorre la historia de cinco pacientes desde el momento en que irrumpen en su consultorio: así desfilan una mujer cuya vida está (des)controlada por los ataques de pánico, una adolescente que perdió a su padre y mantiene una relación conflictiva con su madre, un hombre que no puede controlar su compulsión al sexo, una chica signada por el desamor y la violencia, y un hombre que perdió a su mujer.

¿La angustia o el dolor es siempre el punto de partida del análisis? "Hay distintos tipos de terapia que pueden empezar desde otro lugar, pero el psicoanálisis no. Si no hay una persona que está angustiada y se pregunta algo que no se puede responder, no existe el psicoanálisis", destacó el analista. "Cuando los analistas hacemos las entrevistas preliminares buscamos detectar si hay demanda de análisis, si hay un sujeto que se pregunta por algo que le pasa, que tiene que ver con él y que no encuentra respuesta solo. Si no es así, conviene derivarlo a una terapia en la que pueda trabajar de otra manera", indicó.

En varios tramos del libro, Rolón fija posición sobre los propósitos del psicoanálisis: a diferencia de otras modalidades de terapia, en el discurso psicoanalítico la búsqueda de la verdad está por encima del bienestar del paciente. "Es un tema complejo y motivo de cuestionamientos. El libro termina con una reflexión mía acerca de cómo un terapeuta puede anteponer la verdad por sobre el bienestar del paciente. Hay que entender que los analistas consideramos que un paciente puede reconocerse y ser quien es sólo si descubre su verdad", precisó.

"Esta premisa no es un acto de sadismo: no se busca mostrar una verdad sólo para que duela, sino porque a partir del descubrimiento se puede destrabar cierta sintomatología", agregó. Él trabaja la idea de un más allá de la biología que define el comportamiento del cuerpo en trastornos como los ataques de pánico o la anorexia, entre otros: "El cuerpo se enferma, pero en esa manifestación patológica hay un llamamiento a alguien, si es que hay alguien que pueda escuchar lo que el cuerpo está tratando de decir. Ése es el lugar del analista: lo que un paciente quiere cuando comienza análisis es hacer escuchar su síntoma", aseguró.

Con cierta audacia, que contrasta con la discreción que suele caracterizar a sus colegas, Rolón se permite poner de manifiesto la implicación del analista como sujeto que debe controlar sus pasiones y sus fantasmas frente al relato del paciente. "Este concepto se llama contratransferencia y tiene que ver con aquellas fantasmáticas, emociones, ansiedades y temores que se movilizan en el terapeuta a partir del relato del paciente. Una de las cosas más difíciles es trabajar para que estos efectos contratransferenciales no se pongan en juego. En el consultorio hay sitio para un solo sujeto, y es el paciente".

La divulgación de saberes no está bien vista en todos los campos y Rolón lo sabe: mientras que desde los círculos científicos son elogiados los planteos del periodista Adrián Paenza o la aparición de títulos como "El cocinero científico", los psicoanalistas no le dispensan el mismo trato a quienes denominan el "psicólogo mediático". "Algunos colegas no perdonan mi presencia en los medios, pero estoy convencido de que sería tonto desperdiciar la potencia de los medios y tengo en claro que la práctica clínica es adentro del consultorio".

(Télam)



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