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"Nunca hay que bajar los brazos"
Ése es el mensaje de Juan Curuchet, que pasó por Bariloche.

Juan Curuchet ya no corre profesionalmente en bicicleta, pero su vida continúa ligada al ciclismo. A pocos meses de retirarse de la actividad, el campeón olímpico pasó por Bariloche y dejó su mensaje. "La medalla en Beijing me demostró que nunca hay que bajar los brazos, que no hay que darse por vencido".

Si hay deportistas que saben de sacrificios y persistencia para conseguir objetivos, Juan es uno de los primeros.

Debutó en un Juego Olímpico en Los Ángeles (1984), donde conquistó un meritorio quinto puesto. "Aquella actuación me dejó bien en claro que en algún momento iba a llegar a una medalla de oro, lo que nunca pensé fue que iba a tener que perseguirla durante 24 años. De todas maneras fueron 24 años muy gratos consiguiendo cosas muy importantes a nivel internacional. Creo que la medalla en Beijing me demostró que nunca hay que bajar los brazos, que no hay que darse por vencido más allá de panoramas complicados que son muy comunes en nuestro país", aseguró Curuchet.

Para el ganador de la medalla de oro en la última cita olímpica junto a Walter Pérez en la prueba americana, "la perseverancia, la pasión y el amor por la camiseta argentina hacen que uno pueda lograr este tipo de cosas. Yo la denomino como la medalla del albañil, del laburante, del hombre que se levanta temprano todos los días para ir a trabajar. Porque representamos a un país que no tiene el respaldo económico de otras naciones, lo hacemos por el amor que le tenemos a este deporte. Por eso creo que hubo mucha gente que se sintió identificada con nuestro logro".

Juan, junto a su hermano Gabriel -también de reconocida trayectoria-, estuvo durante varios días en Bariloche dictando una clínica de ciclismo Indoor en el cerro Catedral, un proyecto que planea llevar a diferentes rincones del país como una forma de continuar desarrollando la actividad entre los más chicos.

"Después de casi 30 años de carrera es muy difícil retirarse y no hacer nada, me costó mucho quedarme quieto. Ahora desde otro lugar, mi objetivo es imponer este proyecto y un estilo de entrenamiento. Lógicamente, con esto también apunto a que sea un medio de vida, haciendo algo que me apasiona. Cuando un deportista deja de competir, surge una nueva vida y hay que afrontarla con la misma responsabilidad".

La coordinación de la clínica en la ciudad lacustre estuvo a cargo de Gustavo León, un reconocido ciclista, uno de los 70 profesores que están distribuidos en todo el país desarrollando la idea de los hermanos Curuchet.

En un break de la clínica, Juan hizo referencia a lo que significó representar al país.

"El momento de estar en un podio escuchando el himno nacional, ver la bandera argentina y estar allí junto a un hermano es inigualable. Sabemos que nuestro apellido se convirtió algo importante para el ciclismo argentino, lo cual nos provoca un inmenso orgullo", resumió. (AB)



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