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Aire tropical y suave fragancia
La “acacia de Constantinopla” es una alternativa interesante para veredas anchas y jardines.
En esta época del año se acumulan las consultas sobre qué árbol plantar en vereda o en el jardín. La propuesta de hoy es la “acacia de Constantinopla” (Albizia julibrissin).Árbol originario de aquella parte del mundo donde se unen Asia con Europa, la “acacia de Constantinopla” es ya conocida de la época en que Alejandro Magno conquistó la ciudad y tomaba sombra a su pie o su copita de raki (”leche de león”, por su coloración, que es el anís turco). El aspecto de este árbol es netamente tropical, con hojas que asemejan a las de un helecho, o sea bien plumosas y de color verde muy claro. EN LAS VEREDAS Forma copa a baja altura pero puede alcanzar entre 8 a 12 metros de alto cuando adulta.Para plantar en una acera es conveniente guiarlo con un solo tronco, limpio de ramas laterales hasta los 3 metros de altura, para evitar no sólo inconvenientes a los transeúntes sino para que no haya roturas de ramas por  camiones que estacionen a su sombra.La copa está formada por ramas medianamente gruesas que se extienden en ángulos de unos 45º y que por su peso se arquean hasta alcanzar casi una línea horizontal, formando una sombrilla de hasta unos 2,50 a 3 metros de radio, por lo que requiere un buen espacio, ya que en caso contrario se inclina hacia la calle.Al contrario de otras acacias, no suele ser atacada por pulgones o cochinillas pero sí por  el bicho de cesto.Resiste muy bien las condiciones cálidas y secas de nuestras ciudades y las heladas. Si bien no es muy exigente en agua, responde muy bien a buenos riegos, con crecimientos muy superiores a aquellas con estrés hídrico.Lo más destacado son sus hermosos pompones de color entre amarillo pálido y rosado, que aparecen  desde comienzos de diciembre hasta fines de febrero. Obligan a barrer diariamente las aceras, por lo que suele hacer “renegar” a ciertas señoras. EN EL JARDÍN Es muy recomendable para aquellas personas que buscan un árbol de sombra para su jardín, siempre que tenga espacio suficiente para desplegar toda su belleza.  También puede conducirse como un arbusto alto, con dos o tres troncos ramificados casi desde su base.A su bonita copa suma un agradable aroma que emana de sus pompones y que perfuma su entorno a la mañana y al atardecer.Al perder su follaje en el otoño permite un adecuado paso del “ponchito de los pobres”, como en el campo suelen llamar al astro rey.  

 



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