La tapa del libro de Marcelo Larraquy expresa un momento de la sangrienta represión desencadenada por el Ejército y la Policía Federal a la manifestación de obreros del 1º de mayo de 1909. Memoriosos, los autores de esta entrevista tenían fijada esa escena desde distintos ángulos. La tenían en la memoria por el dolor, el desgarro que expresaba. Entonces buscaron. Fueron a la colección de la revista "Caras y Caretas", al número correspondiente al 15 de mayo de 1909. Ajadas, envejecidas, las páginas de "Caras y Caretas" informaron ampliamente sobre la represión. El cuerpo caído que ocupa el centro de la foto en la tapa del libro de Larraquy es el trabajador ruso Reniskoff. Al momento de sacarse la placa, estaba vivo. Murió horas después en un hospital. A la derecha de Reniskoff hay otro cuerpo, en este caso ya muerto. El trabajador Miguel Besch. Arrodillado junto a él, un pibe asistiéndolo. Es el nieto de Besch. Algunas de las placas publicadas por "Caras y Caretas" muestran al pibe llorando, desesperado, desamparado por la muerte de su abuelo. El escenario fue la Plaza Lorea, para la época junto con Plaza Miserere epicentro de los reclamos de la clase trabajadora, un sector integrado en su mayoría por inmigrantes europeos. Cuenta la revista que la represión asesinó a once trabajadores y dejó más de un centenar de heridos.
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