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Cambios invernales
Ciertas coníferas pierden sus agujas en el invierno a causa del frío. Otras plantas toman un color bronceado.
En mis comienzos de jardinero se me pidió un día que sacara “unos pinitos” que se habían secado. La inexperiencia de principiante me hizo realizar el trabajo... a medias, porque algo “no me cerraba”. Trasplantados a un sitio donde no molestaran la vista del dueño del jardín, en la primavera reverdecieron como si nada hubiera pasado. En el trascurso del tiempo me ha tocado repetidas veces esta misma consulta y por eso hoy me pareció oportuno alertar sobre los apresuramientos, especialmente cuando de plantas de hoja perenne se trata, o de algunas coníferas muy especiales. LAS TUYAS Muchas bromas se hacen con el nombre de esta planta, pero su nombre común deriva del técnico Thuja, con numerosas especies. La que me interesa nombrar en este momento es la Thuja occidentalis, una de las más rústicas y plantadas desde siempre en nuestra región, especialmente como cercos de mediana altura. Pues bien, ésta es una típica conífera que cambia de color de acuerdo a la intensidad del frío. En pleno verano su follaje, con aspecto típico de palma de una mano o de abanico, es totalmente verde pero, cuando ocurren las primeras heladas, sus puntas se vuelven de color bronceado y, si persiste o aumenta la intensidad del frío, el color bronce la cubre totalmente. Claro que en estas circunstancias el jardinero inexperto puede pensar que se le ha secado y sentirse tentado a eliminarla. Téngale paciencia y disfrute de este color que marca el paso de la estación, tan típico de nuestra Patagonia y que la hace diferente de otras regiones donde el invierno prácticamente no existe. LOS ALERCES Otro ejemplo típico pero todavía más dramático de cambio de aspecto son los alerces (género Larix). En nuestra región se comercializan (que yo sepa) tres especies... el alerce europeo (Larix decidua), el alerce japonés (Larix kaempferi) y el alerce de Siberia (Larix sibirica). Esta conífera, al igual que el “ciprés calvo” o “ciprés de los pantanos” (Taxodium distichum) pierde totalmente sus hojas que, como buen “pino”, son en forma de agujas. Pero antes de que eso suceda, su color se torna bien bronceado o marrón. OTROS CASOS También podemos observar el mismo fenómeno en otras plantas de hoja perenne, como por ejemplo los buxus de la “rotonda de la manzana”, aquí en General Roca. Al año de plantados hubo temor generalizado de que se hubieran secado, pero en el verano siguiente reverdecieron. Esto pasa también con otras plantas. Cuando son jóvenes conservan parte del color verde y a medida que pasan los años se vuelven marrones o bronceados, de acuerdo a la intensidad del frío. Esto pasa -por ejemplo- con la festuca, tan usada como césped en nuestros jardines. E Secuencia del cambio de color en Thuja occidentalis (arriba), que de verde lustroso pasa a un color bronce. Abajo, a la izquierda, un “ciprés calvo” en verano y a la derecha al comienzo de del invierno, antes de perder totalmente sus acículas.

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