>
\"En la cama\"
La actriz llega hoy a la región para presentar la obra que dirige José María Muscari. Se presenta en el valle y la cordillera.

"En la cama", Gerardo Romano, Mónica Ayos, Walter Quiroz y Anabel Cherubito ponen en escena una obra desprejuiciada, irónica y un tanto dolorosa sobre los vínculos de pareja. Con libro y dirección de José María Muscari, fue estrenada en Buenos Aires en enero del año pasado. Fantasías eróticas, sexo, rutina, infidelidad, la paternidad, obsesiones cotidianas y otros temas que suelen mirarse de reojo y nos vuelven vulnerablemente sensibles, están expuestos por dos parejas que en una misma habitación confiesan su vida privada sin pelos en la lengua: Bautista (Romano) y Maruca (Cherubito), Boris (Quiroz) y Sasha (Ayos).

Mónica, minutos antes de reunirse con su familia para cenar, recibió a "Río Negro", toda sonrisa, movimiento, precisión a la hora de definir, de definirse. "Es una obra que sobrevuela temas que invitan a la reflexión con humor, un rasgo de inteligencia que a mí, particularmente, me atrae mucho. Tiene esa dramaturgia inteligente de José María Muscari que provoca y a su vez mueve a reflexionar. Ahí está el punto de inflexión que la transforma de una comedia dramática en gran comedia. La gente casualmente o causalmente, mejor, se ríe más en los momentos más críticos. Donde se ve mucho más reflejada".

"Por más que no te sientas reflejado con una pareja u otra -una más joven, la mía con Walter y la otra con diecisiete años de matrimonio, Cherubito y Gerardo-, por más que no tengas una historia idéntica, hay diferentes situaciones a lo largo de la pieza donde sentir una empatía de energía, con alguna situación, con una palabra que se dice cotidianamente cuando se descubre a la pareja en un engaño o cuando estás en una llanura matrimonial. Eso la hace interesante".

-Cuando la trabajaron con José María, ¿en qué hizo hincapié y qué tomaste para tu personaje?

-Sobre todo trabajó cada personaje en la naturalidad. La dramaturgia tiene un peso suficientemente importante como para además pincelarla con tonalidades que el veía sobrecargadas. Lo bueno era expresar lo que estábamos diciendo de la manera más natural posible, sin componer demasiado una maqueta de ningún personaje, ningún clisé de mujer u hombre. Creo que lo logró muy bien porque los cuatro, desde el minuto cero, nos interrelacionamos naturalmente y decimos cosas realmente bravas en determinados momentos, que pueden escucharse con buen gusto. Como director, Muscari me parece brillante, es jovencísimo y entró por una puerta importante al teatro comercial. Si me tuviera que destacar como actriz, si tuviera que subrayar lo que hasta ahora me destacó, sería el teatro que hago desde hace casi diez años y en distintos géneros. La tele me hizo popular. Hacer un texto y ser dirigida por él me abrió un poco más el abanico de posibilidades de un teatro no convencional. Hay una tripolaridad que él puso como nombre, como etiqueta a las características de nuestros personajes. Tripolaridad actoral porque hablamos con el público, rompemos la cuarta pared, nos relacionamos entre los cuatro y somos nosotros mismos en escena. Es donde más expuesta me siento y es donde tuve que romper varias barreras. Como actriz me siento muy protegida, pero si soy yo misma la que habla, me veo más desnuda que si no tuviera ropa. Por eso, fue altamente positivo haber hecho una obra bajo dirección de José María. Me encanta, se ha convertido en mi amigo y sobre el escenario he aprendido mucho.

-¿Te ha servido además, en lo personal, para reflexionar sobre cuestiones de pareja?

-Por supuesto. No es un texto aleccionador, uno va, se divierte, no se distrae, se entretiene, que es importante y además habla de temas profundos, de un común denominador que es el desamor a determinada cantidad de años de pareja. En mi situación personal, lo que más me gustó es que tuve que componer -considerando la naturalidad y lo que te comenté antes- una mujer muy diferente a mí. Sasha se ve frustrada en su trabajo, como mujer, ama profundamente a su marido pero él no le quiere dar un hijo. Ella tiene la necesidad de ser madre, pasando los treinta lo necesita pero su esposo no quiere compartirla con ningún hijo en la casa. Quiso ser meteoróloga y dejó su carrera por estar con Boris. Ahora se dedica al turismo. Muy diferente a lo que fui yo. Fui madre y padre a los dieciocho años, manejé mi carrera sin inconvenientes, fui para adelante, no tengo factura alguna que pasar a mis hijos, me siento muy realizada como mujer, como madre a los dieciocho y a los treinta y dos. He sido doblemente feliz con mis dos hijos, como esposa y he forjado una carrera sólida pasando de un género a otro, cosa que la hace más interesante aún. Lo que más rescato de esto es que se trata de componer personajes que no me salgan de taquito y no se me parezcan. Está bueno.



Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí