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Hace 80 años nacía el ingenio San Lorenzo en General Conesa | ||
Un emprendimiento agroindustrial que transformó el lugar donde fue emplazado y que perduró sólo por 12 años. | ||
n la Norpatagonia se recuerda la mención que hizo un médico francés, que cultivó tierras en el Alto Valle, en un libro publicado en Francia: "Remolacha azucarera... dan, casi sin cuidado, enormes cosechas de productos de un tamaño destacado y de buena calidad (Doléris, J. A., 1912)". Años después, también en un libro, un periodista que visitó el Alto Valle dejó escrito: "La remolacha azucarera puede rendir en la región, por hectárea, hasta 30.000 kilogramos, cantidad que industrializada podría dar un resultado de 4.000 kilos de azúcar" y más adelante: "Tiene una esperanza bien fundada el señor Guerrico en el emporio azucarero que será la zona, no bien se formalicen los cultivos de remolacha sobre la base de empresas industriales bien montadas. Es posible -dijo- que ninguna región del mundo pueda llenar más cumplidamente las exigencias reclamadas por la industria del azúcar... ninguna industria derivada de la agricultura puede estar más capacitada que la azucarera" (Molíns, W. J., 1919). Luego viene la opinión escrita del ing. agrónomo Juan Barcia Trelles con su experiencia en esa siembra, Estación Agronómica de Cinco Saltos (Ferro Carril del Sud): "La remolacha azucarera puede estar llamada a producir una profunda y benéfica revolución en la economía rural del río Negro, ya que pensamos que esta preciosa raíz azucarera ha de prosperar en el valle y producir la baja del precio del azúcar, dejando un notable margen de ganancias para el agricultor y para el industrial". (Barcia Trelles, J., 1923). Exprofesamente realizamos esta introducción para destacar aspectos de la remolacha azucarera -y también la forrajera- en la Norpatagonia que constituyen muchas "historias de vidas" girando alrededor de aquel "Ingenio San Lorenzo" de General Conesa, a orillas del río Negro, inaugurado el 30 de mayo de 1929, hace 80 años. Fueron en esa época protagonistas principales Benito Raggio y Juan Pegasano, quienes se decidieron por reemplazar los nativos piquillín, chañar y jarilla para que la remolacha entrara en reinado fabril. La "Compañía Industrial y Agrícola San Lorenzo Limitada" surgió con 65 accionistas, de capitales porteños y bahienses, con tierras que se constituyeron en las colonias "La Luisa", 243 hectáreas, "San Lorenzo", 221 y "San Juan", 560 hectáreas, más 100 en Valcheta y 60 en "Laguna El Juncal" de Viedma que se agregarían para surtir al ingenio conesino, único en la Patagonia y en el país, junto -por poco tiempo- con el cuyano en tiempos del gobernador Cantoni. De la "quenopodiácea de raíz grande y carnosa" se cosechaban asombrosos ejemplares de hasta 7 kilos. Aún se recuerda la construcción del cuerpo principal del ingenio, las viviendas -algunas prefabricadas canadienses-, galpones, edificios comerciales, taller, administración y lo demás como inicio del pequeño pueblo, sin olvidar los equipos checos "Skoda" para el ingenio y bombas para tomar agua del río. Fue la transformación del fuerte que creara Mariano Ruiz y albergara por un tiempo a desprendidos de la tribu Catriel. Casi de la nada al asombro agroindustrial, convertido en receptor de muchas nacionalidades. Se pagaba bien y puntualmente, era una vida sin aprietos económicos, con inmigrantes que dejaron las señas y aprendieron el castellano en aquella babel que buscaba acomodar la nueva vida, entretenida los fines de semana con carreras cuadreras, bailes, guitarreadas y juegos de salón. La tierra despertaba arañada por arados para hundir la semilla transformadora en raíz azucarada. Milagro inesperado para esa parte de la Patagonia. La euforia y producción duraron cerca de doce años. "La primera zafra de azúcar de remolacha en el país comenzó en las dos fábricas en mayo de 1929, en la de Cuyo el día 12 y en la de San Lorenzo el día 31", se expresaba en publicación afín. La producción de azúcar de remolacha en San Lorenzo tuvo picos de 17.000.000 de kilos en 1933; 21.660.571 en 1934 y en 1935, 32.811.522 kilos. Se atribuye la decadencia del ingenio -mejor dicho de la producción remolachera- a una misteriosa peste que se hizo presente en los sembrados por 1936, atribuido a un "virus filtrable" que técnicos llegados del exterior denominaron "marchitamiento amarillo". Con cultivos en Pedro Luro, Lobería y Tres Arroyos trataron de cubrir el desabastecimiento, pero los altos costos y los fletes fueron negativos para mantener la producción azucarera. Otro aspecto positivo del ingenio San Lorenzo fue la construcción de un ferrocarril económico entre las estaciones Vintter y Francisco Sosa, colonia San Juan, de 107 kilómetros que sirvió para el transporte de la producción y pasajeros en primera y segunda clase, línea férrea cuya construcción fue afrontada por la Compañía San Lorenzo y devuelta la inversión por Ferrocarriles en 1955. Un grave problema cardíaco de Raggio y su muerte fueron la causa de la paralización del ingenio y luego su venta, debacle atribuida a los intereses azucareros del norte (caña de azúcar), y hasta la dinamita se hizo presente en las construcciones, para evitar todo vestigio de posible rehabilitación. "La verdad es que apena ver cómo concluyó la empresa remolachera de mayor envergadura que hubo en la Argentina, que duró doce años, pero que había logrado crear un centro industrial agrícola importante, en un medio apropiado y rodeado de condiciones naturales, económicas y sociales que sin duda hubieran contribuido a asegurarle su éxito definitivo", expresaba un técnico. Quedó en bronce la placa inaugural: "Al primer Directorio de la Compañía Industrial y Agrícola ´San Lorenzo´ Ltda. En el día de la inauguración de su ingenio azucarero en Conesa (Río Negro). Presidente: Juan Pegasano. Vicepresidente 1° Francisco Maglione. Vicepresidente 2°, Lorenzo Raggio. Tesorero: A. Humberto Terrabusi. Secretario: Benito L. Raggio. Vocales: Ramón Olaciregui y Fabián Etcheverrigaray. Vocales suplentes: Alfredo Mosto y Enrique Antonini. Síndico: Dr. Alois Fliess. Síndico suplente: Saúl M. Olaciregui. Los accionistas y amigos 30 de Mayo de 1929" (sic). Algunos de los apellidos que fueron parte de aquel único intento industrial azucarero en la Patagonia fueron Argimón, Paoloni, Otero, Paileman -que guió la traza ferroviaria-, Varta, Castro, Swica, Peñalva, Castro, Martinolich, médico Abrahan Feintucht, Casanova, Margarides, Navarrete, Venca, Linares, Montovio, Cufré, Narváez, Agüero, Ferreira, Fantón, León, Miranda, Krieber, Abbondi, Alanis, Pérez, Basualdo, Luro, Hechem, Larrosa, Leusen, Jaramillo, Monteoliva, Gentile, Lang, Schorle, Dietiuk, Lesiuk, Minitiuk, Miranda, Entraigas, Zaldegui, Sacco, Fler y muchos otros, cada uno de ellos una "historia de vida". En 1959, los diputados provinciales Julio Rajneri y Alberto Rionegro (UCRP) presentaron un proyecto de resolución para que el Poder Ejecutivo de Río Negro promoviera la plantación de remolacha azucarera y la instalación de un ingenio para su industrialización, que no prosperó. Las ruinas que aún existen en cercanías de General Conesa esperan la resurrección.
Bibliografía y fuentes principales: Varios. Río Negro. Pasado y Presente, 1980. Doléris, J. A., 1912. Vapnarsky, C. A. Pueblos, 1983. Rey, H. y Vidal, L. Historia, 1975. Alazraqui Alonso, J. M. La industria y remolacha, 1964. Barcia Trelles, J. La Agricultura, 1923. Oreja, P. F. Leyendas, 1974. Molins, W. J. El Alto Valle, 1919. Legislatura Río Negro, Diario Sesiones, 31/7/1959. Luna, I. Vivencias, 2004. Laría, A. L. Hace 50 años, R. N., 7/1979. Zgaib, A. Azúcar amargo, R. N., 12/1989. Archivo diario "Río Negro". Biblioteca Patagónica (VECh) y otros.
Héctor Pérez Morando (*) (*) Periodista. Investigador de historia patagónica. |
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