>
POR AMOR AL TEATRO: Javier Nichela
Vive y actúa en Buenos Aires pero nació en Neuquén. Un repaso de su vida y oficio.

Nacido en Neuquén, Javier creció entre películas: las que se proyectaban en el cine Español de Cinco Saltos que ya no está y manejaban sus padres, quienes también daban funciones en un club sin butacas de Catriel, acondicionado con sillas. Hasta hacía la publicidad en un auto parlante por las calles del pueblo. Su mamá, docente de vocación, siempre organizó grupos amateurs de teatro. Le encantaba actuar en el colegio y en sexto o séptimo grado, cuando le preguntaban por su sueño, decía: ganar un Oscar. Desde hace diez años vive en Buenos Aires, donde "Río Negro" lo entrevistó.

"Venirme acá no fue nada fácil, pero para ganar algunas cosas -en este caso, mi vocación, mi sueño- tenía que dejar algunas otras. Me llevó un tiempo entenderlo pero es así. Comprendí que mi vocación era el teatro y estando en la cancha, ya jugando, veo claramente que el éxito aparece muchas veces relacionado con la televisión. Esto es más para el afuera que para uno. Entonces hay que encontrar ese equilibrio. Me pasó que vimos con mi hermana a (Fabián) Gianola, a quien todos le pedían autógrafos, y ella me dijo que eso me iba a pasar? (ríe) Me va a matar cuando lea esto. Yo pensaba que tuve otros éxitos, entre comillas, enormes como haber trabajado en el Colón y haber protagonizado una de Molière con (Claudio) Gallardou. Uno tiene que saber bien por dónde pasa el éxito, y es por el deseo".

-No es fácil descubrir la vocación, y menos emigrar para llevarla a cabo.

-Para tomar esta decisión tiene que haber un deseo muy grande. Ahí está la vocación. ¿Realmente esto me gusta tanto para abandonar tantas cuestiones queridas y hacer un sacrificio? Y sí. Ésa es la muestra de una vocación o no. Conozco gente que puede hacerlo de vez en cuando, cada tanto, y no le pasa nada. Yo tengo necesidad de estar en contacto permanente con esta actividad.

-Dijiste "a veces la paso bien y otras no tanto cuando hago tele".

-Ahora tuve la oportunidad de una participación en "Atracción x 4" y me encontré con colegas como Oski Guzmán, (Gabriel) Goity y Jorge Suárez, que me hicieron sentir muy bien. Cuando uno participa en programas con elencos ya armados, va de visitante cien por ciento y a veces actores de fama repentina no te tratan como un par; son ellos los que te lo hacen sentir. Pero en otras ocasiones, con aquellos que han pasado por las tablas, tienen una formación sólida y saben que van a estar allí un tiempo, el trato es otro.

-¿Cómo va tomando forma tu carrera?

-Lo que he hecho, desde los comienzos hasta ahora, es seguir formándome. A medida que voy trabajando pienso qué otra cosa quiero entrenar porque sé que esto es dinámico: cambia el teatro, los códigos de actuación, y me interesan mucho. Soy muy curioso, me gusta conocer nuevas tendencias, así que permanentemente estoy con eso. Y me relaciono con gente que admiro. Por ejemplo, en las últimas obras que hice me dirigieron tipos con los que me gustaba laburar -soy afortunado por ello-, desde Gallardou pasando por (Claudio) Martínez Bel y César Bordón. Son las personas que más admiro, encima me va bien. ¡Está buenísimo! Querer saber es vital y saber cada vez más. Algunos van a un casting, son rechazados y se sienten mal, dicen "No es para mí". Te gusta tanto, es para vos, metele, armate con todo que vas a encontrar tu lugar. Hay miles de estos casos. A (Carlos) Belloso lo rechazaron en el Conservatorio y él mismo dijo: éstos no saben a quién están echando, voy a ser un gran actor. Con (Alfredo) Alcón pasó lo mismo. Digo? no hay que tomar tan en serio cómo otra persona te juzga si realmente estás convencido de que te gusta y querés trabajar en eso. Vale la convicción personal.

-De eso también se aprende.

-Por supuesto que sí. Cuando tengo la oportunidad de trabajar con estos actores, no dejo de ver todo lo que hacen. Se aprende siempre.

 

EDUARDO ROUILLET

eduardorouillet@ciudad.com.ar



Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí