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El Huelguista

La historia de Paloma Guerra y Álvaro Barros, los protagonistas de "El huelguista", empieza mal. Y termina peor.

La nueva novela de Enrique Nanti, escritor nacido en Buenos Aires que vive en Viedma desde hace años, parece sumamente delineada, como si su autor se hubiera propuesto que todo encajara como en un rompecabezas. Los personajes, las situaciones e incluso las consecuencias tienen una explicación y terminan cerrando a la perfección en las últimas páginas. Casi como un guión para la tevé o para el cine (el autor quiere llevar esta historia a la pantalla grande).

Todo comienza con el desastroso matrimonio entre Paloma y Álvaro, una relación inexplicable de maltratos de lo más diversos por parte de ella y de una sumisión enorme y patética por parte de él. Una relación que se anticipa en el primer capítulo como el centro del relato aunque luego, por suerte, el libro se abre hacia otro espacio.

Harto de las humillaciones que le provoca su mujer, Álvaro decide convertirse en el huelguista del título, en un huelguista que protesta contra la falta de amor de Paloma y que termina convertido en el mártir de una causa mucho más amplia: el desamor en general.

Pero su encierro en la precaria carpa frente a la Casa de Gobierno, y mientras se convierte en un personaje que trasciende las calles y los chismes de Viedma para instalarse en el centro de la agenda de los medios nacionales, sirve para contar otros muchos relatos que parecen ligados a la historia principal. Otras muchas historias que, quizá porque nacen en el origen de un pueblo chico por entonces, están relacionadas, demasiado relacionadas como para que no terminen estallando en la cara del protagonista, que no las ha querido ver en todos estos años de vida.

La historia comienza con una inundación fatal y termina con otra, reveladora. Entre una y otra ocurren la vida de Álvaro, la de Paloma y la de los personajes que los acompañan. Vidas que terminan respondiendo todas, cada una a su manera, a la premisa de la huelga: la falta de amor.

"El huelguista" es una historia bien escrita, quizá excesivamente redonda, con algunos toques de humor y un final que demuestra que, como escribió Saul Bellow, "son muchos más los que mueren de desamor".

 

VERÓNICA BONACCHI



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