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Manuel pellegrini, el compromiso elegante

La anécdota ha trascendido el tiempo y aunque probablemente sea apócrifa sirve para introducir al personaje. Se cuenta que jugando para Trasandino, como zaguero central, Manuel Pellegrini debía rechazar la pelota en un avance del equipo contrario, Cobresal. Justo cuando se disponía a despejarla sintió con horror como una sombra fantasmal le robaba la posición y con un fulminante golpe de cabeza marcaba el gol. En ese mismo momento decidió colgar los botines. Años después Pellegrini se enteró que el muchacho flaco y aguerrido que lo había jubilado era Iván "Bam Bam" Zamorano. De haberlo sabido habría tardado un poco más en retirarme, dicen que bromeó el Ingeniero.

Son días intensos para este hombre de voz serena e impecable vestimenta, única transgresión en el marco de un estilo de vida frugal. Pellegrini no sería capaz de mentir asegurando que no se lo esperaba porque se lo esperaba. Años atrás cuando un periodista español citó una frase suya - "Tengo un compromiso estético con el juego"- en el curso de una entrevista con Fabio Capello, este último había preguntado en tono burlón: "¿Quién es Manuel Pellegrini?" Bueno, ahora ya lo sabe porque el chileno ocupa el mismo puesto que una vez fue suyo en el Real Madrid. En aquella entrevista, de todos modos, Capello había respondido a la máxima de Pellegrini con brutal honestidad: "el único compromiso que yo tengo con el juego es ganar".

Curiosamente, Pellegrini no ha llegado al Madrid sólo por su juego bonito o sus resultados parcialmente exitosos en España (Una Intertoto y un subcampeonato con el Villarreal) sino también por un ingrediente vinculado a lo cultural. Pellegrini es educado, es ingeniero, es elegante y aunque no disfrute de la fama, sabe hablar. Se le notan los libros en el léxico. Son elementos que en su momento también le sirvieron a Jorge Valdano para alcanzar el banco del Madrid. La sociedad futbolística que hoy dirige a la Casa Blanca es también una sociedad intelectual.

Manuel Pellegrini es, fue y será un hombre aplicado. En 1979 se tituló de Ingeniero Civil, Mención Construcción de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Al dejar el fútbol, su diploma le sirvió como un método para ampliar su visión de estratega.

A pesar de su gesto humilde, Pellegrini se sabe un ganador. Ha sido campeón con equipos de Chile, Ecuador y en la Argentina, el trampolín que lo puso del otro lado del mundo.

La falta de mesura es un mal latinoamericano que no ha afectado a Pellegrini. El Ingeniero ha conseguido mostrarse como un hombre sin complicaciones y desinteresado de los símbolos de estatus. No sabemos donde vive ni que automóvil usa. Su vida se iguala a su trabajo.

Hasta cierto punto inclasificable, Pellegrini desde el fútbol ya puede ubicarse en esa legión de grandes hombres chilenos que han vivido mucho más afuera que dentro de los límites geográficos de su país. Como Raúl Ruiz, como Alejandro Jodorowsky, como Roberto Matta y Vincente Huidobros, Pellegrini ha debido exponer e imponer su búsqueda estética muy lejos de casa.



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