|
||
Los Pickenpack, pioneros rurales de la comarca Viedma-Patagones | ||
Recién llegados a la zona se dedicaron a la actividad comercial vendiendo insumos para el campo, para luego pasar a la tierra. | ||
a familia Pickenpack es una de las pioneras de la comarca Viedma-Patagones. El primero de ellos llegó a la zona a finales del siglo XIX y se instaló como comerciante de ramos generales. Luego de muchas idas y vueltas, los negocios lo llevaron al campo. Hoy sus nietos continúan un legado que supone aprendizaje constante y mucho esfuerzo, en un presente complejo y azaroso para la producción rural. "Mi padre vino de muy joven como viajante de una casa comercial en Buenos Aires. Venía en tren hasta Pedro Luro y después en galera. Y acá, luego tuvo la oportunidad de hacerse cargo de una casa comercial, Sassembeck y Cía. Así empezó su comercio. Tuvo dos socios, primero. Era un negocio de ramos generales. Todo lo que el hombre de campo necesitaba. Desde alfileres, toda la mercadería de almacén, tienda, postes, varillas, alambre, molinos y hasta autos. Todo vendía. La gente de campo venía una vez al año, hacía sus compras y luego se volvía", relató Elsa, de ochenta y siete años. El primer negocio de los Pickenpack lo tuvieron debajo de la vieja casa Landalde, en lo que se conoce ahora como el casco histórico de Patagones. Cuando la gran inundación de 1899, el comercio se mudó a la esquina de Vignon y doctor Baraja, para finalmente trasladarse a la media manzana de Fagnano, doctor Baraja y San Martín. Enrique Pickenpack nació en Buenos Aires, pero sus padres eran de Alemania. Se casó con Luisa Hübbe, con quien tuvo dos hijos, Enrique y Elsa. De estos últimos, sólo el varón tuvo descendencia, Roberto y Gerardo. Son estos nietos de aquel emprendedor que vino de tan lejos los que siguen el legado de trabajo y esfuerzo. Pero los Pickenpack empezaron a trabajar el campo alrededor de principios de siglo con un socio, para luego independizarse en 1920. "Por esa época, mi padre construyó el campo La Luisa, contra el mar. Empezó con ovejas: Lincoln, Collery y, en esa época, Rabollé. Después sólo se dedicó al Merino Australiano. Y mis sobrinos, más adelante, como el asunto de la oveja no andaba tan bien, se dedicaron al ganado vacuno. Felizmente, a los dos chicos les gusta el campo y siguen las mismas pisadas del abuelo y del padre", dice emocionada Elsa. El comercio de los Pickenpack cerró en 1940. Desde ahí, se dedicaron a los negocios rurales, a la compra y venta de campos y acopio de frutos (lana, cueros, etc.), compra y venta de hacienda. En La Luisa probaron con frutales, tenían chanchos, aves, distintas razas de lanares. Y se complicó mucho para mantenerlos porque se necesitaban muchos cuadros y darles servicios constantemente, en una zona donde no llueve tanto y el forraje es limitado. Ahora, Roberto y Gerardo siguen con la posta que dejó su padre. Ambos se dedican al trabajo en el campo. Ellos viajaron y se especializaron en Australia hace veinte años. "Salir y ver otros horizontes, otras formas de vida, sirve para compararla con nuestra cultura", comentó Gerardo. La empresa tiene dos frentes. Roberto atiende un campo de monte, a 140 kilómetros de Viedma, en donde tiene sólo ganado vacuno (por la cantidad de depredadores que hay), mientras que Gerardo se encuentra trabajando en La Luisa y otros campos aledaños que adquirieron hace como diez años, en donde hay vacas y ovejas. En cuanto a las dificultades más importantes que deben afrontar como familia, Gerardo destacó dos grandes complicaciones. "El problema más grande han sido las políticas del gobierno. El cierre de las exportaciones de carne y la intervención de los mercados de trigo, para nuestra zona, han sido terribles", sostuvo al admitir que "también la sequía ha sido tremenda y es un problema que viene de arrastre. El año pasado fue el peor. Al no haber primavera, no hubo pasto diferido, ese pasto seco que no tiene mucha calidad pero que a la vaca le sirve para sobrevivir. Ahora, el campo parece un desierto". Detalló Pickenpack que "últimamente además de la sequía, el desmonte mal planeado es uno de los peores enemigos de la tierra", razón por la cual debieron emplear nuevas estrategias, como el uso de suplementos, entre ellos el maíz y la cebada. A los terneros tuvieron que hacerle un destete precoz y encerrarlos en corrales para brindarles un alimento especial. "Dicen que en la época de crisis uno aprende: sobrevive o se funde del todo", puntualizó Gerardo mientras cierra con una carcajada la frase. "Pero esperamos que esta primavera llueva. Si no, no sabemos lo que puede llegar a pasar. Yo pertenezco a la Sociedad Rural y, según los datos que se manejan, siempre hubo una población estable de 110.000 vacunos en la zona. En la última campaña fueron vacunados 76.000. Hasta la fecha, se fueron 35.000. De los 40.000 que quedaron, ya muchos se están yendo en jaulas a cada rato y en mal estado, por lo que es de esperar que varios mueran en el camino", enfatizó Pickenpack. Tras manifestar el deseo de proyectarse en su hijo Macsen o en sus sobrinos Tomás, Alex y Ana, también consideró la posibilidad de que a ninguno de ellos les guste el campo. "Que se dediquen a lo que les guste y si es al campo sería muy lindo". No obstante admitió que es conveniente tener otra actividad, un negocio o una profesión "porque el campo son ciclos: están los buenísimos que hay que saber aprovecharlos y a partir de ellos hacer reservas para los malos". En este aspecto recordó las palabras de su padre que les señalaba que "nunca han vivido una época sin lluvias como ésta" en referencia a la sequía del ´62 que fue bravísima. Y nosotros, como todo joven, pensábamos que nunca ocurriría y ahora estamos enfrentando una gran seca", reflexionó Gerardo.
Emanuel Lagos rnredaccionviedma@yahoo.com.ar |
||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||