>
Ayer y hoy, futbolistas de primera
Pedro Prospitti fue el pionero y pisó fuerte en el fútbol grande.En los ’60 brilló en Buenos Aires, la selección y clubes del exterior.Ahora toma la posta Daniel Carou, en Chile tras su paso por Arsenal.
Ignacio DamianiDe niño, antes de firmar la planilla para entrar al campo de juego, me detenía frente a un pequeño cuadro que mostraba a un hombre en cuclillas con el cuerpo inclinado sobre una vieja pelota. Detrás de esa figura se distinguían las tribunas del Club Unión Alem Progresista (CUAP).No supe quién era hasta que Eduardo Paredes, canchero y utilero, me señaló que se trataba de Pedro Prospitti, uno de los mejores jugadores que haya vestido la camiseta de Unión.Tiempo después, al leer el maravilloso libro “Los Chicos del Barrio” de la escritora y docente Elisa Pérez, que repasa bellas historias de Allen, encontré que a Prospitti, nacido un 24 de julio de 1941, le enseñó a jugar Aldo Cornide, un talentoso mediocampista que destiló magia en el campeonato que Unión ganó en 1934. Cornide compartió delantera junto a José Prospitti –padre–, uno de los ¡cinco! delanteros de aquel plantel campeón, responsables del apodo “los magos”.Y la sangre hizo el resto: Pedro Prospitti, con 20 años, debutó el primero de octubre de 1961, en Estudiantes de La Plata, en la fecha 20 del torneo que ganaría Racing. Conocido como “Cocoliche” por su adhesión a los juegos de azar, en 1962 jugó 4 partidos en San Lorenzo y volvió al “pincha” platense en 1963. En 1964 fue vendido a Independiente: salió Campeón de América y disputó las tres finales por la Copa Intercontinental, que el “Rojo” perdió contra el Inter de Milán, en partido desempate.En esa misma temporada, la Selección Argentina conquistó la Copa de las Naciones. Enfrentó entre otros a Inglaterra y al Brasil de Pelé, organizador del torneo. El gran Amadeo Carrizo, que le contuvo un penal decisivo al genial Gerson, declaró que la figura había sido Prospitti por haber participado en los tres goles y construir paredes maravillosas junto a Ermindo Ángel Onega.En 1966 llegó a River después de una temporada en Nacional de Montevideo. En 1967 jugó para Quilmes y algunos conflictos dirigenciales lo llevaron a exportar sus goles a Brasil, Ecuador y Colombia. En Bogotá fue goleador con Millonarios en 1971.Prospitti anticipó el cuento que tiempo después escribiría Alejandro Dolina, “Relatores”, que narra la historia de un jugador que fue excluido del campo por relatar los partidos. Heber Pinto, periodista colombiano, describe que en un clásico de principios de los ’60, el delantero argentino narró antes de que ocurriera la jugada que iba a hacer frente a un defensor rival, Núber Cano: “Prospitti le va a meter un caño a Cano. Se lo mete, ¡se lo metió! ¡Qué baile le está dando, señores! Esta tarde, Cano no lo puede parar a Prospitti”.Así era Prospitti, un eximio goleador de gran técnica, díscolo, guapo, travieso. Marcó 138 goles en 231 partidos, un promedio de 0,60 por partido. Terminó su carrera en el Emelec ecuatoriano y pasó sus últimos días en su tierra natal, agobiado por el alcohol, las traiciones del juego y el dolor del olvido. Se despidió joven el 26 de noviembre 1996.Pasaron casi cuatro décadas para que Alberto Daniel Carou le devolviera a la ciudad la representación en primera. El “Dani” nació un 27 de junio de 1984 y dio sus primeros pasos en la escuela de Fútbol de Unión. En el 2001 salió campeón con la Selección de Río Negro en los Juegos de la Araucanía. Ese mismo año probó suerte en Huracán y Lanús, pero los dirigentes de la época no quisieron otorgarle el pase y tuvo que volver.Después de dos temporadas en la primera del CUAP, pasó a Cipolletti y obtuvo el campeonato con la tercera, pero no tuvo lugar en la primera que comandaba Domingo Perilli. Un llamado de Deportivo Roca, que disputaba el Argentino B, le devolvió la confianza: disputó un gran torneo y marcó seis goles.Terminado el préstamo, “Mingo” Perilli lo convocó y le dio la número 10, la misma que hacía poco tiempo habían dejado Matías Urbano, Gustavo Canales y el exquisito Lorenzo Frutos. “Dani” devolvió el gesto con el ascenso de categoría y 18 goles, incluidos 4 al Deportivo Roca. En su corta carrera marcó 26 goles en 86 partidos. De la mano del enganche, en la primera temporada del Argentino A, Cipolletti, se clasificó al cuadrangular final. Sin embargo, una lesión lo marginó.“Cipo” no logró el ascenso, pero Carou dio un doble salto de categoría: Arsenal de Sarandí compró el 80% de su pase. Pese a que no jugó ningún partido oficial, convirtió el único gol en un amistoso frente a Talleres de Córdoba y brilló en la reserva. Una rodilla caprichosa, un plantel que venía de ganar la Sudamericana y un DT debutante, Daniel Garnero, fueron factores que lo relegaron. Fernando Díaz, DT de Ñublense de Chile, pidió por el enganche y el 10 mudó su fútbol a la ciudad de Chillán, a préstamo por un año. Entre tanto, en Allen, la tierra que vio patear “el penal más largo del mundo” según nos contó Osvaldo Soriano, los amantes del fútbol encuentran otro motivo para jactarse: el pibe de barrio, tras casi cuatro décadas de espera, logró cumplir un sueño: el de todos.la gloria rojaProspitti (centro) con la camiseta de Independientede exportaciónCarou llevó su talento al fútbol chileno.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí