|
||
Un sector en vías de extinción | ||
Hijos y nietos de chacareros luchan por mantenerse. El amor por la tierra familiar versus las crisis económicas. |
||
Llegaron desde muy lejos con un solo objetivo, trabajar duro para convertir las tierras áridas en un valle fértil y productivo. Fueron quienes generaron el puntal principal de la economía local. Sin embargo, hoy sus hijos y nietos enfrentan una situación desesperante. Algunos ya quedaron a un lado del camino, otros están al borde del abismo, muy cerca de la desaparición: los pequeños productores allenses forman parte de un sector en vías de extinción.La realidad así lo indica. Cada año, luego del período de cosecha, el escenario económico oprime a los pequeños productores y los obliga a tomar una decisión: poner a la venta o en alquiler la chacra, o bien juntar algo de fuerzas y esperanzas para seguir dentro de un mercado cada vez más monopolizado.José Manuel Stazionati (53), conocido en la localidad como “Pepe”, es un pequeño productor que posee una chacra de cinco hectáreas a la vera de la Ruta Nacional 22 en Allen. Se trata de la misma parcela que trabajó su abuelo Hilario cuando llegó a la Argentina proveniente de la provincia de Frosinone, Italia.Para José este año fue catastrófico, acaso la peor de las temporadas que recuerde en su trayectoria como fruticultor. “La variable de ajuste siempre somos nosotros. Cualquier empacador te dice ‘tengo tanto de costo del personal, luz, cajas y si sobra, queda algo para la fruta’. Y yo creo que si nosotros no pusiéramos la fruta... ¿qué embalarían, piedras?”, dice con innegable certeza Stazionati.Con preocupación y algo de resignación, José señala: “Este año puede ser terminal para los chacareros chicos”. El conflicto frutícola derivó en la temporada 2009 en la falta de envases y, en su caso, sólo pudo entregar al frutero la mitad de su producción de peras Williams. Más de 50.000 kilos de peras quedaron en las plantas, decenas de filas de fruta de buena calidad sin cosechar.En la chacra Nº 51 de la familia Stazionati aún se puede observar la fruta ya putrefacta sobre el suelo, una desoladora postal que muestra la situación actual de muchos productores en el Alto Valle. “Vamos a llegar a fin de año... pero, ¿cómo se hace para que en setiembre podamos comenzar con las pulverizaciones? Estoy podando yo mismo y me veo obligado a hacer el 90% de los trabajos culturales solo, pero llega un momento en que te cansás. Llevo a la chacra en el alma y me dolería abandonarla por lo que trabajaron mi abuelo y mi viejo, quizás sea una idiotez porque del recuerdo no podés vivir, pero si no estoy en la chacra me falta algo y por eso no la alquilé el año pasado. Mientras pueda la voy a luchar”, agrega compungido.Según estima José, la última cosecha rentable se produjo en el año 1998. Después fueron variando de regulares a malas. Las piedras, las heladas o las convocatorias de algunos galpones de fruta, fueron factores que también castigaron con dureza a los productores chicos.“Algunos dicen que somos ineficientes y que tenemos que desaparecer, pero el Alto Valle se hizo con chacareros pequeños y medianos. Desde que tengo conocimiento jamás vi tanta fruta en la planta”. “No quería ni llegar hasta el fondo del monte porque me daban ganas de llorar. En Allen faltan más de dos millones de kilos de pera que se perdieron y ese dinero no lo va a tener ni el comercio, ni los chacareros ni los empleados. El negocio es del exportador y no de nosotros. Acá cada cual hace su negocio, pero deberíamos agruparnos y ver la forma de seguir adelante”, concluye Stazionati.a pÉrdida José Manuel Stazionati en su chacra. La fruta en el piso, evidencia de una mala temporada. duro panoramaSebastián Hernández es uno de los pocos jóvenes que se quedaron en la chacra para continuar con la tradición familiar. Hoy ocupa el cargo de presidente de la Cámara de Productores de Allen y observa un panorama poco alentador. “La situación es muy mala, es un año pésimo en cuanto a lo que se perdió de fruta y los valores que se están manejando. Jamás en mi vida tiramos la fruta y le pasamos la rastra de disco y en esta temporada tuvimos que hacerlo. Además de las pérdidas económicas, el sentimiento que te provoca tirar la fruta es de terror. La industria no tuvo los valores del año pasado y no se justificaba levantar la fruta”, señaló.“Si no conseguimos que el gobierno nos dé una mano, va a haber muchos productores que desaparecerán. Desde la cámara estamos pidiendo ayuda porque esto va a traer problemas para todo el mundo”, concluyó Hernández. |
||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||