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\"Casa Gotlip tenía un taller, salón de ventas y cabina de locución\" | ||
Edith Brasch de Gotlip cuenta la historia de familias pioneras de Neuquén y la de uno de los comercios más antiguos de la zona. | ||
La familia Gotlip es una de las más antiguas de Neuquén; se radicó en la zona en 1913 y desde entonces sigue escribiendo parte de la historia capitalina. Edith Brasch abrazó a esta familia cuando se casó con Abraham Gotlip. Ella había conocido Neuquén en 1935 pues su padre había venido a instalar aquí una fábrica de cajones cosecheros. Pero no fue su padre sino su marido quien la trajo definitivamente a la capital del territorio, en 1940. Los padres de Edith llegaron a la Argentina en 1921. Lo hicieron desde Alemania. Su madre, Alicia, viajó en barco con una de sus hermanas y su cuñado. "Ellas habían perdido a su padre de pequeñas -relata-. Mi abuela salió adelante sola con cuatro chicos. Puso una casa de bordados y le fue bien: llegó a tener 14 empleados. Mi madre a los 15 años comenzó a trabajar en el Banco Alemán. Lo hizo hasta que migró a la Argentina, a los 30. Cuando cumplió 75 le pagaron una pensión por esos años de trabajo en Europa, una pensión que pudo disfrutar hasta los 99 años". Alicia y Sally Brasch se conocían de chicos y se casaron poco después de viajar y radicarse en la Argentina. Tuvieron una única hija: Edith. Los primeros años la familia vivió en Buenos Aires y en la década del ´30 se mudó a Neuquén capital. "Mi papá era un poco aventurero, un hombre muy trabajador pero aventurero. Tuvo aserradero, buscó oro, compraba y vendía productos... Estuvo en la guerra del ´14 y lo tomaron prisionero en Tasmania, Australia; estuvo allí tres años y aprendió el inglés y un oficio, la carpintería. Cuando mi padre decidió venir al Valle lo hizo movido por la incipiente fruticultura. Su idea fue buena pero adelantada a su tiempo: abrió una fábrica de cajones de manzanas que vendía a treinta centavos cada uno. La fábrica estaba en el mismo lugar donde hoy tiene la residencia el gobernador". Edith está en lo cierto, la demanda de cajones por ese tiempo aún no era importante, la fruticultura se abría paso muy lentamente y los responsables de organizar la comercialización de la incipiente producción -los ingleses- fabricaban ellos mismos los cajones que llevaban al mercado. La familia Brasch vivió dos años en Neuquén; no lograron imponer el emprendimiento y regresaron a Buenos Aires. "Mirá lo que son las cosas -cuenta risueña Edith-, en ese tiempo que estuvimos en Neuquén yo tenía 12 años e iba a la escuela con Raquel Gotlip, quien sería mi cuñada. Una vez volvíamos de la escuela y como llovía tanto Raquel me hizo pasar a su casa hasta que pasó el chubasco. Entonces conocí a quien sería mi suegra, que cuando me vio le dijo a Raquel que yo le había gustado para nuera (risas). La cosa es que poco después nos fuimos de Neuquén. Mi papá dejó el emprendimiento de los cajones cosecheros, además de una deuda en la usina eléctrica, una deuda de luz. "Pasó el tiempo y un buen día mi papá se encontró en la calle, en Buenos Aires, con el cobrador de la usina... ¡era Abraham Gotlip! Hablaron de esa vieja deuda y mi papá invitó a Abraham a cenar a casa. Mi mamá tenía cerca de avenida de Mayo una pensión inglesa, con cocineros que trabajaban en buques, así que lo esperamos con una buena cena. Yo no lo conocía, tenía 19 años y él, 29. Parece que me vio y se encandiló (risas). Unos meses más tarde nos casamos. Nunca supe qué pasó con la vieja deuda de electricidad...". Edith y Abraham se establecieron en Neuquén. Los Gotlip vivían aquí desde 1913. Cuenta Edith que sus suegros habían migrado de Polonia y se establecieron primero en provincia de Buenos Aires, en Rivera, cerca de Bahía Blanca. "Mi suegro había estudiado para ser rabino, de modo que mi suegra era la que estaba en lo cotidiano. Tuvieron cuatro hijos: María y Juanita nacieron en Polonia, Abraham en la provincia de Buenos Aires y Raquel, acá". La familia Gotlip finalmente se radicó en Neuquén en 1913. Un carro llevó los baúles de la familia a una casa del pueblo; luego se mudaron a planicie Jagüelito, en pleno desierto, pero retornaron a la capital. María Gotlip abrió con su marido Tienda Buenos Aires y en junio de 1933, cuando el pueblo contaba ya 2.500 habitantes Abraham abrió su comercio, llamado "Casa Gotlip", en San Martín 177. En los años ´40 se mudó a avenida Argentina 54, donde tenía un taller, venta de artefactos y ¡una cabina de locución que emitía noticias, música y publicidad mediante altavoces instaladas en esa avenida! Abraham comenzó haciendo instalaciones eléctricas domiciliarias y terminó siendo mayorista de materiales eléctricos. En 1946 inauguró las instalaciones en las que estuvo 50 años, en avenida Argentina y Rivadavia. En los años ´70, con la obra hidroeléctrica de El Chocón, la empresa pegó un salto y el crecimiento de la firma obligó a su traslado a un espacio mayor, en avenida Perticone 685. "Abraham era muy trabajador, muy organizado y recto -relata su esposa-. Empezó trabajando como cobrador de la usina y después puso su comercio, siempre vinculado con artículos eléctricos. El comercio fue durante muchísimos años el único negocio de electricidad de la región. "Trabajamos muchísimo -cuenta Edith-, yo estuve 50 años ayudando a mi marido en la esquina de Rivadavia y avenida Argentina. Me encantaba trabajar". Tres años después de la llegada de Edith a Neuquén nació el primer hijo del matrimonio, Carlos, y luego llegó Susi. "Mi marido murió hace 21 años y el negocio lo continuó mi hijo Carlos, quien tuvo tres hijos con Luisa: Lucas, Alelí y Tomás. Mi hija Susi se casó con un ingeniero escocés y tuvieron dos varones; uno vive en Alemania y otro en Australia", cuenta. "Me gustaba aquel Neuquén que conocí. Cuando me casé recuerdo que todavía pasaba por tu casa el lechero con la vaca y la ordeñaba enfrente tuyo; también nos venían a vender el carnicero y el verdulero... y recuerdo a una señora checoslovaca que nos traía el guano para las plantas, vendía casa por casa", rememora. "Abraham era muy sociable -continúa Edith-, iba todos los sábados al Club Pacífico; también íbamos al Rotary y todos los sábados al cine, a la fila 14. Le encantaba el fútbol, era muy campechano, teníamos muchos amigos y viajamos por todo el mundo. Carlos empezó a hacerse cargo del negocio desde muy chico, no tenía 18 y ya lo dejábamos a cargo cuando nos íbamos de viaje. Carlos se recibió de contador y también se dedica, hace 30 años, a la producción frutícola. Es una suerte de síntesis de las historias de las familias de las que proviene". "Casa Gotlip" ya celebró sus 75 años y tiene el privilegio de ser una de las pocas empresas de la región con tantos años de crecimiento sostenido.
Susana Yappert sy@fruticulturasur.com |
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