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Ceferino monumental
Al ícono religioso le llegó el tiempo del arte a gran escala: su escultura de 40 tn tendrá 5 m de alto y será emplazada en Chimpay sobre un talud de 4 m. La esculpen Lucía Seijo y Julio Ojeda en Roca y estará lista para el aniversario de su nacimiento, el 26 de agosto.

Envuelto en una aureola de polvo, el torso de Ceferino toma forma a toda velocidad. Aquí, a cielo abierto, detrás de una paredón cortado por la mitad, con un grafiti que pide muerte a los punks detrás y una planta verificadora de taxis a la derecha, una mujer y dos hombres trabajan con paciencia de orfebre con las pesadas amoladoras, las masas y los cinceles. Se protegen con una máscara con filtro, orejeras y gruesos guantes. Del mármol travertino emerge el rostro del santo del pueblo que fue declarado beato el 11 de noviembre de 2007 por la Iglesia Católica, en una ceremonia presentada como el encuentro de dos culturas en Chimpay.

Los taxistas al principio creían que se trataba del intendente Soria. Después circuló la broma de que en realidad era el homenaje a un sindicalista sospechado de irregularidades. Cuando aparecieron los rasgos inconfundibles de Ceferino se acabaron los chistes y empezaron los consejos y las preguntas.

-Los dedos ahí no. Pónganlos más arriba -sugirió uno.

-¿Cuándo lo van a pintar? Así está demasiado blanco -señaló otro. Se tranquilizó cuando le explicaron que luego de pulirlo, el tono final es más oscuro.

-¿Y el pelo va a quedar así? -interrogó un tercero.

 

Así son las cosas para los artistas: las interpretaciones sobre sus obras son libres. Y mucho más si se trata de la escultura de Namuncurá, el mapuche cristiano que murió en Roma en 1905 y que se convirtió luego en el ángel de la guarda de miles de devotos a fuerza de pura creencia en sus milagros. Ahora, después de muchos años de estampitas y muñequitos, a Ceferino le llegó el tiempo del arte monumental: su escultura de 40 toneladas tendrá cinco metros de alto y será instalada sobre un talud de piedra roja de cuatro metros en el Parque Ceferiniano en Chimpay, en el Valle Medio.

 

La creadora del proyecto es la escultora Lucía Seijo, que ganó con su maqueta de yeso el concurso público organizado por la provincia de Río Negro. En el boceto original, el monumento tenía tres metros de alto, pero la Secretaría de Cultura le pidió algo de mayor envergadura. Así fue como creció a cinco metros, que junto al talud garantizan el porte suficiente como para ser divisado desde lejos en la larga recta que desemboca en el santuario.

El problema es que ese salto triplicó la cantidad de metros cúbicos de mármol a trabajar y profundizó la complejidad. Fue entonces que se sumó al desafío otro reconocido artista plástico, Julio Ojeda. Ambos enseñan en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes en Roca y en la Escuela Superior de Bellas Artes de Neuquén. Pero aquí están ahora los dos, en el predio situado detrás de la ex Cooperativa Valle Fértil, en una vertiginosa carrera contra el tiempo para terminar en cinco meses una escultura que en condiciones normales, cuentan, insumiría dos años.

Convocaron a dos asistentes para acelerar el ritmo: Néstor Confalonieri y Fernando Spagnuolo, jóvenes egresados del IUPA, donde hoy son docentes. Durante el verano, ansiosos por integrar el equipo, inundaron de mensajes el celular de Lucía con la misma pregunta: "¿Cuándo empezamos?"

Y la tarea comenzó el 12 de febrero, con el objetivo de avanzar de niveles mes a mes: primero la cabeza, luego el torso, más tarde la cintura hasta las rodillas y por último el resto de las piernas y los pies. La quinta etapa será montarlo en Chimpay. El monumento llegará al santuario en camiones, dividido en 13 bloques.

 

El mármol proviene de una cantera ubicada en Buta Ranquil, en el norte neuquino.

-Es una maravilla saber que tenemos ese material tan cerca -dice Julio.

-Es muy utilizado en Europa. Acá puede dar aliento a los artistas de la zona para generar otras obras. En el sur no hay tanto monumento -explica.

Dos de ellos son responsabilidad de Lucía: el de Eva Perón en una plaza de Villa Regina y en una escala menor el busto de San Martín en Chichinales.

Tres años atrás alumbraron juntos la idea de replicar el Vía Crucis en 14 estaciones. El plan era desarrollar grupos escultóricos de cemento de 3 metros de altura que serían emplazados cerca de las bardas, en Regina. Confeccionaron el primer modelo (La última cena) en telgopor, aunque luego el proyecto quedó en suspenso y hasta el momento no hay noticias de su reactivación, una verdadera pena.

De momento, Ceferino ocupa toda su atención. Esta semana llegarán los 8 bloques de mármol que faltan desde Buta Ranquil. Y ocuparán el galpón que dejarán los verificadores de taxis que deben mudarse. Así trabajarán más protegidos de los vaivenes del clima. Y su obra también tendrá más resguardo: una semana atrás, durante la madrugada del sábado, le tiraron una botella de cerveza e intentaron hacer palanca en los tablones.

 

En la escultura, Namuncurá tendrá su libro, la corbata, el saco y el poncho. Y el mármol le dará un aire cálido: "Me gusta la temperatura visual que aporta. Los blancos rechazan", dice Lucía. Y agrega: "Lo que para uno es un trabajo, para otros es ver un santo. Por eso el compromiso es doble".

Hace poco, un grupo de monjas mostró su enojo por el saco y la corbata.

-¿Por qué le pusieron eso? -preguntaron indignadas.

-Ustedes se lo pusieron -respondió Julio. No hubo más quejas.

PERFILES

Lucía Seijo es escultora. Lleva 15 años radicada en Roca. Tiene a  cargo la cátedra de Escultura en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes. Dicta Dibujo y Escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes en Neuquén. Allí es jefa del Área de Producción.


Julio Ojeda es un artista plástico que dibuja, pinta y produce grabados y esculturas. Expone desde muy joven, 1969. A cargo de Dibujo y Fundamentos Visuales en el IUPA, también enseña Dibujo en la Escuela Superior de Bellas Artes de Neuquén.

 

Javier Avena

fotos: cÉsar izza



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