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Juan Carlos Caminatta, el hombre que guarda la historia de Copahue
Un antropólogo cuenta cómo se conocieron las milagrosas termas.

Juan Carlos Caminatta es delgado, verborrágico y campechano. Pese a que es rubio de ojos celestes, algunos turistas le preguntan si es descendiente de mapuches. Él, con suma paciencia, explica que no, que sus abuelos eran italianos por parte de padre y belgas, por línea materna. Los curiosos se disculpan, pero Caminatta tiene más respuestas. Cuenta que hay descendientes de aborígenes con sus rasgos, productos del mestizaje y que mucha gente cree que él es autóctono por su modo de hablar.

La charla deriva en una profusa explicación de las etnias que poblaron la Argentina, tema que domina en absoluto. Aun así, a sus convicciones les adosa una duda y la amplitud que le da la disciplina en la que se formó: la antropología.

"Para todo hay dos explicaciones -advierte-, la que viene de las revelaciones y la que llega por conocimiento empírico. Por eso, cuando queremos saber cómo surgió el volcán Copahue tenemos el relato científicoy el mítico".

Juan Carlos vive en un campo de Campana Mahuida, pero es el encargado del museo de Copahue, el hombre que custodia la historia. Una historia apasionante. Cuenta que nació en San Isidro, pero que quedó "huacho" y lo adoptó una familia que tenía un campo en el interior neuquino. "Por crianza, soy de este lugar"- explica. Volvió a Buenos Aires para estudiar antropología y estuvo a pocas materias de recibirse también de abogado, pero el destino lo devolvió a este lugar, un sitio que ama con las entrañas.

Conoce como pocos cada rincón de esta geografía sureña que, en línea recta, atraviesa desde Zapala a la cordillera de los Andes. Caminatta viaja todos los días desde su campo a Copahue. Durante el día se encuentra en el nuevo Salón de Usos Múltiples que tiene el complejo termal, donde despliega fotos increíbles que ayudan a reconstruir toda la historia de este extraño lugar, el de un volcán activo que cura.

"Las termas de Copahue son únicas -cuenta- porque aquí no sólo hay aguas muy ricas, también barros y vapores con propiedades curativas. Hoy se puede afirmar que son unas de las más importantes del mundo, ya que en un terreno de escasa superficie -no más de 1 kilómetro de diámetro- podemos encontrar fangos sulfurados madurados naturalmente, vapores sulfurados, más de 34 tipos de algas, tres lagunas diferentes en su composición físico-química, 7 manantiales de diferente mineralización y composición química", explica a los turistas que curiosean el lugar que funciona de Museo pues el real está cerrado temporariamente.

Para amenizar algunas tardes, Juan Carlos Caminatta ofrece charlas en las que cuenta la historia de las termas y las leyendas y mitos que nacieron en esta región de la Patagonia. Su exposición, a sala llena, sirve para reconstruir la historia geológica del lugar, el tiempo en que se alzó la cordillera en la Era Terciaria; el de los habitantes ancestrales, primero los pehuenches y después los araucanos.

"En el Plioceno se edificó un enorme volcán, el Hualcupen, cuyo núcleo efusivo se ubicó en el noroeste de la caldera, el volcán Copahue, cuando se formó El Valle de Los Baños; las fumarolas provocaron el calentamiento de arroyos y agua existente en el lugar producto de deshielos y se fueron formando las lagunas "Verde", "del Chancho", "Amarilla", explica en términos sencillos. Paralelo a este relato está el de las etnias, cada uno con sus mitos y leyendas.

Fue en el siglo XIX que las termas comenzaron a ser conocidas. "En estos territorios estaban el lonco Feliciano Purruán y Cheuquel gobernaba Copahue. "Éste fue el tiempo de las campañas militares al mando de Julio A. Roca, que en realidad se trató de una maniobra política, no militar", desliza Caminatta para incitar al debate. Ya por ese tiempo, los habitantes ancestrales sabían que las aguas del lugar curaban algunas dolencias. De hecho, observaron que los caballos, cuando tenían sarna, se iban solos hasta el río Agrio; se sumergían en sus aguas y sanaban.

El coronel M. Olascoaga, primer gobernador del Territorio del Neuquén, ya registraba que las aguas y fangos de Copahue tenían uso medicinal. En 1890, Olascoaga escribía en su correspondencia: "El descubrimiento de las termas de Copahue es de épocas inmemoriales según las conversaciones que he tenido con varios indios viejos, entre los cuales la tradición se conserva oralmente como parte de su religión, mejor de lo que nosotros podemos imaginar, sobre todo la formación sedimentaria de aquel lugar".

"Pero fue producto de una infidelidad femenina que se conocieron las termas en el mundo ´winca´", afirma Caminatta despertando la curiosidad del auditorio.

Resulta que el médico argentino, Pedro Ortiz Vélez, sobrino del doctor Dalmacio Vélez Sarsfield, se casó con una hija de éste, Aurelia. Él tenía 40 y ella 14 cuando se casaron. Una adolescente al fin, le fue infiel y el matrimonio terminó en escándalo y divorcio. En consecuencia Ortiz Vélez resolvió alejarse de la Argentina para ocultar su vergüenza, mientras Aurelia comenzó su eterno romance con Domingo Faustino Sarmiento. El marido despechado se fue a Europa, para luego establecerse en Chile, en Concepción. En esta localidad comenzó a escuchar historias de las agua milagrosas de Copahue y decidió examinarlas.

En ese tiempo, el médico atendía en Concepción un caso desesperante. El de una señorita de familia notable de la ciudad, enferma de tuberculosis.Ya desahuciada por otros médicos, Ortiz Vélez apostó a la última carta que le quedaba: ordenó a la familia llevar a la niña a "Los Copahues". La región estaba entonces en la jurisdicción del cacique Cheuquel. Le solicitaron el permiso para ingresar al territorio y ella pudo aprovechar durante un mes aquellas aguas y regresó curada. Desde entonces, la fama de las aguas milagrosas se extendió por el planeta.

En 1939, a propuesta del doctor Castillo Manuel, se establece bajo su dirección el servicio médico oficial de la terma y en 1940, Nación decreta la reserva Nacional de Copahue. "Otra de las personas fundamentales en esta historia fue el Dr. Zani, un italiano anarquista, que estuvo 30 años por la zona como director de Parques, fue el primero en administrar tratamientos para la psoriasis y estudió como pocos las propiedades de este lugar".

La tarde se extiende en anécdotas riquísimas, hasta que Caminatta se despide. Cuenta que tiene que ocuparse de otro de sus desvelos, integra el Grupo Ecológico Cerro Tres Puntas, que solicitó la anulación del contrato de concesión de explotación minera otorgado por Cormine a una empresa china en Campana Mahuida ubicada en el Cerro Tres Puntas, lugar sagrado para los habitantes originarios. El dato aviva el fuego de la charla y la noche cae en Copahue, entre noticias, historias y leyendas.

Susana Yappert

sy@fruticulturasur.com



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