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KISS te pinta la cara

La mítica banda de Paul Stanley y Gene Simmons vuelve a tocar este domingo en Buenos Aires. Detrás de 35 años de vigencia hay algo más que maquillaje: sus fans.

La liga de superhéroes del rock & roll está otra vez entre nosotros, presto a ofrecer un nuevo ritual para sus fieles adoradores de este lado del mundo. Porque si hay algo que sostiene la vigencia y la vitalidad de Kiss 35 años después de su fundación, son sus fans, siempre incondicionales y sin restricciones. “Nosotros somos lo que ellos quieren que seamos” es uno de los lemas indelebles de este grupo de neoyorquinos enmascarados creadores de un espectáculo musical único, lleno de pirotecnia, zapatos de plataforma, trajes futuristas y espectacularidad.

En medio del tour mundial Alive 35 y en el marco del Quilmes Rock, Kiss tocará este domingo en Buenos Aires por cuarta vez y, en coincidencia con la demanda de los fanáticos de otros rincones del planeta, las entradas para el show duraron apenas un puñado de horas en venta. De todas maneras, será difícil romper la marca que se registró en el comienzo de la gira de 1997, cuando se vendieron 40.000 boletos para el show inaugural de Detroit en sólo 47 minutos. Claro que en aquella oportunidad la gran excusa era volver a ver en el escenario a los cuatro integrantes originales de la banda: Paul Stanley (guitarra y voz líder), Gene Simmons (bajo), Ace Frehley (guitarra) y Peter Criss (batería), reunidos luego de la mítica grabación de noviembre del 2006 para un MTV Unplugged. De todas maneras, ver a Kiss en vivo, cualquiera sea el pretexto, siempre será una experiencia única e inolvidable.

Hoy en el grupo permanecen sólo Stanley y Simmons. Los otros dos, Frehley y Criss, volvieron a abandonar la banda. Actualmente Tommy Thayer en guitarra y Eric Singer en batería ocupan sus lugares. Singer se había hecho cargo de los parches desde el ’92 cuando reemplazó a Eric Carr (que falleció ese año), que a su vez había relevado desde mayo del ’80 al “hombre gato” Criss.

Pero no sólo de los fanáticos que asisten a los shows y que compran discos es la idolatría por Kiss: también es de sus colegas. En “Kiss my Ass”, uno de los tantos álbums tributo a la banda, se encuentran músicos de la talla de Lenny Kravitz y Stevie Wonder, que hacen un dueto en “Deuce”, el tema que abre la placa. En el mismo disco conviven además bandas tan disímiles como Extreme, Antrhax y Lemonheads.

Pero el caso más emblemático de fanatismo quizá sea el del extinto guitarrista de Pantera, Dimebag Darrell, quien tenía un tatuaje del “chico espacial” Frehley en el pecho. Dimebag fue asesinado a fines del 2004 en pleno recital por un desequilibrado que lo atacó a tiros. El ataúd donde yacen sus restos está adornado con la iconografía de Kiss, cumpliendo el deseo de Darrel de ser enterrado en uno de ellos.

 

Pollitos en fuga

Se puede no conocer ni un mísero tema de la amplia discografía de Kiss. Pero seguramente nadie es ajeno a la leyenda de que Stanley, Simmons y compañía pisaban indefensos pollitos sobre el escenario.

No se sabe con certeza cómo se originó aquella falsedad. Se cree que el rumor comenzó a correr en el rodaje de un video, nunca visto por cierto, en que los cuatro maquillados incurrían en una suerte de masacre plumífera. Lo seguro es que ningún miembro de la banda se interesó demasiado en desmentirlo. Todo era (es) parte del show para Kiss. Las leyendas más extravagantes han estado adheridas por siempre a la vida del grupo: que la lengua de Gene Simmons está injertada y sin frenillo para parecer más larga, que el nombre KISS escondía un significado macabro –“Knights in Satan Service”, “caballeros al servicio de satanás– o que la sangre que solía escupir Simmons en el escenario era producto del sacrificio de animales.

Su afán de trascender más allá de la música siempre fue uno de los mandamientos básicos de la banda. Más que un grupo de rock como tantos otros, ha buscado ser sobre todas las cosas una marca y ha sabido mutar para no quedar fuera de los tiempos modernos. El amplio merchandising que a lo largo de su existencia ha acompañado a Kiss incluye todo tipo de artículos que van desde condones hasta cepillos de dientes, pasando –claro– por el ataúd de Darrel. Todo bajo la atenta mirada del Kiss Catalog Ltd., el imperio del merchandising creado por Simmons y Stanley, una dupla que suele juntarse a escribir canciones y también para hacer buenos negocios.

El mundo Kiss es esto y no se le corre el maquillaje. La adoración de sus fans sostiene la estructura virtual hecha de impacto visual y fastuosidad. El resto lo hacen el rock & roll y el business. Kiss es lo que siempre ha querido ser y el mito sigue rodando.  

 

WALTER RODRIGUEZ
wrodriguez@rionegro.com.ar



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