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Domingo de terror con las balas de \"La Doce\"
Facciones de la barra de Boca se pelearon a tiros en la calle. Hubo dos heridos, uno muy grave.

Una mujer de 85 años herida de bala en una pierna y un hombre con un traumatismo craneano grave fue el resultado de un choque entre facciones antagónicas de la barra de Boca, ocurrido ayer a la tarde en en el Parque Lezama, unas horas antes de Boca-Argentinos, en La Bombonera.

La Policía Federal detuvo a seis personas por el enfrentamiento, incluido el hombre herido, que sería hermano de Richard William Laluz, jefe del sector opositor al actual jefe de la barra, Mauro Martín.

Decenas de comensales de un local de comidas rápidas pasaron un domingo de terror tirados al piso o encerrados en baños para ampararse de los tiros que salían de las armas que portaban los barras de Boca durante el enfrentamiento.

El primer tiro alertó a algunos a gritar para que todo el mundo se tire al piso, otros, con chicos, se encerraron en los baños, lejos de las vidrieras que a la postre quedaron con la huella de los balazos. Solo una mujer, Delia Campos, de 85 años, terminó herida con un disparo en una pierna.

Los grupos se habían enfrentado afuera, entre la estación de servicio donde suele parar uno de los grupos de La Doce y el local de comidas. La mayoría de los chicos fueron llevados por sus padres a los baños.

Desde sectores aliados a Martín niegan que el jefe de La Doce haya estado en el lugar, aunque el líder de la facción antagónica, Richard , aseguró por TN que "yo vine con mis amigos a juntarnos antes del partido para agarrar lugar en la cancha y apareció Mauro (Martín) con una remera roja y empezó a tirar tiros. Yo tengo códigos, no me quiero limpiar, pero está todo filmado".

También dijo que el jefe de Seguridad de Boca, de apellido Gago, le dio "300 entradas para ir a la cancha" y que él "lo traicionó" al "liberar la zona". La versión oficial señala que se trató de un micro supuestamente con barras que responden a Richard. El choque se produjo a tiros, palos y golpes. Todo cuando faltan apenas dos días para que Rafael Di Zeo comience a gozar de salidas laborales transitorias. Algo parece claro: lo que viene será peor.



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