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Los alemanes y el Holocausto, de la culpa a la responsabilidad
Preocupado por la memoria activa, pertenece a la generación de alemanes que nada tuvo que ver con la II Guerra Mundial pero al mismo tiempo creció en un ambiente donde maduró la conciencia sobre el genocidio. .El caso Williamson actualiza la necesidad de una discusión sobre el tema.

Sos un alemán relativamente joven y me gustaría saber cómo te ha tocado el tema del Holocausto a lo largo de tu vida. ¿Se tiene una opinión respecto al tema hoy en Alemania? ¿Cuál es la actitud?

Creo que el tema siempre fue actual. A partir del tercer año de la secundaria se comienza a tratar en varias materias, especialmente en Historia, y no se deja de tratar hasta quinto año. Te diría que el tema parece estar hoy más presente que en la época en que yo cursaba el secundario. Esto también se percibe si se toman en cuenta los documentales y películas de los últimos años, entre ellas "Sophie Scholl" y "La Caída". Si tomamos "La lista de Schindler" como uno de los largometrajes comerciales más importantes sobre el tema, es bastante reciente, de inicios de los '90. Podría decir que hoy los docentes tenemos más material disponible para tratar el tema con nuestros alumnos que hace unos años.


Sí, es evidente que el tema tiene un lugar importante en los medios actuales.

Creo que siempre fue tema, pero tal vez antes no tuvo tanta difusión masiva. En las décadas del '60 y del '70 se lo trató intensivamente en los niveles académicos e intelectuales y en muchos casos por la literatura alemana de posguerra producto de la segunda generación, es decir, aquellos cuyos padres estuvieron en la guerra y que por haber participado estaban en parte sumidos en un complejo de culpa y no quisieron hablar. A diferencia de ellos, que hicieron todo lo que estaba a su alcance para evadir el tema, los hijos comenzaron a reclamar que se hablara de lo sucedido. Este debate intelectual de los '60 y '70 poco a poco fue filtrándose hasta la sociedad en general y por eso creo que tardó algunas décadas hasta que el tema encontró su lugar en las escuelas. Incluso podemos decir que hasta fines de los '80 los alemanes estaban más ocupados con la Guerra Fría en Europa, porque una de las fronteras más visibles estaba en Alemania, que con otros temas. Igualmente la reflexión histórica sobre el III Reich y el Holocausto necesitó tiempo para madurar ya que algunos se callaron, otros se sintieron culpables y otros se negaron a reconocer ese sentimiento de culpa porque sostenían que no tenían nada que ver con la guerra, como es mi caso, ya que nací en 1974.

Bueno, eso está muy presente en los que tienen más de 60 años. A ellos les preocupa el tema de la culpa. Sin embargo, por mi experiencia puedo decir que en los más jóvenes esa culpa ha dejado lugar a un sentimiento de responsabilidad hacia lo ocurrido, ¿es así?

Sí, es verdad, todos quieren terminar con el debate sobre la culpa porque las generaciones actuales ya no tienen nada que ver con la guerra o el Holocausto. Esto hace que el debate ahora gire sobre la responsabilidad histórica con la intención de que no se olvide lo ocurrido para que nunca vuelva a suceder. En este marco se dio el debate sobre el "Memorial a los judíos asesinados en Europa" ("Mahnmal für die ermordeten Juden Europas") que se inauguró en Berlín hace años. Se discutió mucho sobre quién lo haría, sobre la estética de su arquitectura y sobre el lugar en el que se debería construir. Finalmente tenemos esa estructura en el centro de Berlín. Pero pasaron décadas hasta que la capital del país tuvo un memorial. Tal vez podamos comparar este proceso con un tiempo de duelo y las fases necesarias entre la negación de la generación de los padres, pasando por el reclamo de reflexión de los hijos, acusando incluso a sus padres, hasta la aceptación de lo ocurrido por la tercera y la cuarta generación. Creo que todos están de acuerdo con que se debe mantener viva la memoria sobre lo ocurrido, pero en forma activa. El tema es demasiado importante para que simplemente digamos "Bueno, aquí hay un lindo museo" y terminemos el debate.

Es interesante ver cómo a lo largo de los años gran parte de los alemanes y sus dirigentes asumió la responsabilidad de lo sucedido. Recuerdo a Willy Brandt arrodillándose, fuera del protocolo, frente al memorial del levantamiento del gueto de Varsovia en Polonia, la reciente visita de Merkel a Israel e incluso la visita del Papa actual a Auschwitz, por nombrar sólo algunos gestos.


Bueno, es su deber. También podemos decir que hay una parte de la población alemana que tampoco trata el tema en forma cotidiana, que no lee diarios y que vive su vida al margen de todo esto. Muchas veces la discusión se lleva a cabo en círculos académicos elevados y no llega a la población en general. En este último caso de (el sacerdote negacionista) Williamson, cuando el tema toma estado público y especialmente tratándose de un Papa alemán, se debe actuar con rapidez para poner el tema en claro, especialmente si alguien dentro de la Iglesia relativiza el tema del Holocausto.

En Alemania existen disposiciones legales que prohíben la negación pública del Holocausto, ¿verdad?

Es verdad, no podés utilizar símbolos del nacionalsocialismo ni proclamas del mismo. Sé que en otros países hay más libertad con respecto al uso de la simbología nazi. Un libro como "Bariloche nazi" o "Hitler en Patagonia" sin duda despertaría mucha curiosidad en Alemania y la prensa trataría el tema con mucho interés. Sin duda habría mucho cuidado por parte de los editores o del autor para que no se relacionara a esas publicaciones con grupos de derecha que son observados por el gobierno.

Y en Argentina, ¿cómo percibiste que se trata el Holocausto entre los alumnos?

El tema debe tener siempre algún detonante para tratarlo. Para los docentes, por ejemplo, porque está en el programa, o también puede ser por algún hecho que ocurra en la sociedad como por ejemplo la inauguración de un museo del Holocausto, la construcción de un memorial, la llegada de alguna muestra al país o a la ciudad o la presentación de algún libro al respecto. En los dos años en que estuve en Bariloche yo pude presenciar, sobre el final de mi estadía, la proyección de una película argentina que trataba el tema y que además estaba dedicada a alumnos y docentes. Fue el documental "Mujeres de la Shoá", en setiembre último. Pero en general aquí, en Bariloche, fuera de círculos interesados no me confronté mucho con el tema. Claro que la Argentina tiene, por otro lado, su propia historia sobre la cual reflexionar, como la reciente dictadura, el terror y los desaparecidos.

Con respecto al Holocausto, algunos alemanes o sus descendientes lo ven como un hecho más de la historia. En mi caso, lo considero como un suceso sin igual al que es muy difícil obviar si queremos entender nuestras raíces. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Cuando era más joven y viajé por el mundo yo tenía esa aprensión de que al decir que era alemán pensaran que era nazi. Estaba muy influenciado por ese sentimiento de culpa que teníamos en Alemania a pesar de no tener nada que ver con el tema. Fue naturalmente un miedo infundado ya que nunca fui increpado; todo lo contrario. Creo además que debemos diferenciar la guerra mundial y el Holocausto como tal. La guerra es algo bastante normal en la historia de la humanidad y claro que hubo genocidios y terror antes del Holocausto y también después de él, pero nunca existió antes de esta manera o en esa escala industrial y en esa perfección perversa. Eso es lo que hace del Holocausto un caso tan particular. Es evidente que todo alemán se hace la pregunta de cómo se llegó a esa situación y por eso muchos dicen que todos tienen que haber sido nazis y eso es algo que todavía atormenta a los alemanes. Si bien no todos estaban en el partido y no todos apoyaban al régimen, ¿qué hicieron? ¿Fueron indiferentes? ¿No vieron nada? ¿No quisieron ver? Para un alemán hoy tampoco es entendible cómo un hombre pudo hipnotizar a un pueblo de millones de una manera tal que no vieran lo que se estaba haciendo o toleraran todo lo que ocurría.

Cuál es tu opinión con respecto al Memorial de Berlín? ¿Estuviste allí?

Estuve allí y caminé por entre aquellas columnas... fue una sensación muy ambivalente. Tal vez estaba influenciado por lo que ya había leído al respecto. Sabía que la intención del arquitecto era que los visitantes, al caminar por entre el memorial, sintieran lo que habían sentido los condenados al exterminio, es decir, la angustia que sintió cada judío en esa situación. El piso no es regular y caminás constantemente subiendo y bajando entre las estructuras, lo que causa una sensación de que no existen más referencias estables en tu vida, no hay un piso firme, no hay más paredes normales y ya no queda nada por lo cual puedas orientarte: has perdido todo sustento. Es importante para recordar activamente lo sucedido. Yo, por ejemplo, nunca estuve en Auschwitz y me da algo de vergüenza reconocerlo. Como los peregrinos que visitan lugares sagrados, hay una especie de mandato de visitar los campos de concentración, para nuestra educación. Claro que no por obligación sino porque quiero hacerlo.

 

¿Dónde estaba Dios en esos días?

El Holocausto ya sucedió, forma parte del pasado de la humanidad y ya hay indicios de que las nuevas generaciones, envueltas en la complejidad de sus propios mundos, comienzan a relativizarlo. Esto no debe ser así y las causas por las cuales esto no debe serlo son varias: por un lado está la del terrible ejemplo del genocidio paradigmático resultado de la discriminación sostenida y del racismo visceral y por el otro, el de la manipulación de la historia que realizan los que juegan a historiadores dentro del campo de las innumerables teorías conspirativas que abundan en el mundo de las comunicaciones instantáneas y ubicuas.

El del polémico obispo británico Richard Williamson es uno de estos últimos casos. En varios sermones a lo largo de su carrera dejó entrever su opinión de que los judíos crearon el Holocausto para quedar como víctimas y poder así fundar el Estado de Israel. También aseguró que el atentado a las Torres Gemelas fue un trabajo de inteligencia interior para tener una causa justa y poder justificar así la invasión a otros países.

En Bariloche también circulan algunos folletos en alemán que relativizan el Holocausto y ponen el énfasis en Alemania como víctima de la guerra y las deliberadas políticas de posguerra de no reconocer a sus muertos y sus desplazados de los territorios del Este. Junto a ellos viene un panfleto en inglés que recomienda ver los videos del "Obispo Williamson" celebrando misa en Inglaterra y dedicando su sermón a "la verdad sobre el 11 de setiembre del año 2001".

El peligro de todo este mar de informaciones a medias está en que aquellos que andando a tientas y sin la preparación adecuada comiencen a navegar en las peligrosas aguas de las opiniones sin fundamento. Claro que existieron las víctimas alemanas y todos sabemos que más de 12 millones de alemanes fueron desplazados en los últimos años de la guerra y los primeros de la posguerra. Existe suficiente evidencia histórica para probarlo, como existe para acreditar la dimensión del Holocausto. Los mismos nazis se ocuparon de documentar sus crímenes pensando que nunca nadie utilizaría esta evidencia en su contra: tal era su grado de convicción sobre el sombrío futuro que estaban creando.

El sábado pasado en la ciudad de Dresden más de 12.000 manifestantes salieron a la calle para no dejarles a los neonazis y otros grupos de derecha el monopolio de la memoria de las víctimas de los letales bombardeos aliados del 13 y el 14 de febrero de 1945. Nadie puede negar ese particular bombardeo, pero lo importante es recordarlo con responsabilidad para que no se vuelva a repetir y no convertir el recuerdo de esas terribles noches en una nueva jornada de propaganda racista y xenófoba, como pretendían los miles de manifestantes de derecha que llegaron a la ciudad desde toda Alemania. La suelta de globos de todos los colores con la inscripción "El mundo es multicolor" fue sin duda un notable contraste con la negra vestimenta de los neonazis que marchaban en duelo por las víctimas

Podemos tener diferentes opiniones o interpretaciones de los hechos pero nadie puede negarlos cuando la evidencia es tan contundente como en el caso del Holocausto. Debemos educar para generar miradas críticas sobre el pasado, para que podamos reflexionar y discutir sobre él y el futuro en forma racional.

Las teorías conspirativas son atractivas porque están envueltas en misterio y requieren una imaginación febril que se adapta fácilmente a las charlas de café, aunque difícilmente a ámbitos más exigentes. Por ello existe un Mural Conmemorativo a las Víctimas del Holocausto desde 1997 en la Catedral de Buenos Aires y por ello también la autoridad máxima de la Iglesia Católica, el papa Benedicto XVI, un alemán, visitó Auschwitz en el 2006, reconociendo así el inexplicable crimen de millones de judíos en pleno siglo XX.

Entre tanto, debo decir que no son pocas las tumbas de mi pueblo que tienen epitafios en alemán. La inscripción en la de mi padre es el salmo 23, el mismo que utilizó el Papa como final de su discurso durante su visita a Auschwitz en el 2006. De esta manera un hilo implacable une todas las cosas. Quien se reconoce como alemán o como descendiente de alemanes, donde quiera que esté, debe reconocer su responsabilidad histórica; no hay entre nosotros otro camino posible ya que todos, incluso aquellos que lo niegan, debemos recorrer el difícil camino que nos lleva sin atajos a los oscuros e incomprensibles laberintos del horror de Auschwitz-Birkeman.

 

Marc Seegers

Tiene 34 años. Nació en el año en que Alemania ganó el Mundial de Fútbol. Siempre vivió allí y hace cuatro años que es docente, los primeros dos en su país y los otros dos en Bariloche, en el colegio Primo Capraro. Ahora finalizó su contrato y junto a su mujer decidieron volver a Alemania. Asegura: "Vengo de un ambiente humilde (Einfache Verhältnisse), digamos casi de clase trabajadora, y he hecho el camino desde la primaria por la secundaria (Gymnasium) hasta la universidad y con eso pertenezco a un tercio de la población general" de los alemanes. Explica que para ser docente "tienes que tener una vocación que te lleve a serlo y eso te lleva directamente a que no puedas dejar de tratar el tema de la guerra en general y del Holocausto en particular. Si te conviertes en docente es porque quieres transmitir algo y llegas a la conclusión de que es tu obligación tratar el tema", señala. Aunque advierte que "tal vez yo no sea el típico alemán, pero sí el típico docente alemán que está interiorizado de los temas actuales, que lee las noticias y que debe tener una opinión con respecto a estos temas, aunque esto no necesariamente quepa para los alemanes en general".



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