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MAXI LA SALA, ¿TODOS CON EL MISMO GUSTO?
El arquitecto regional reflexiona en su nota sobre la tendencia a homogeneizar estilos dejando las particularidades que puede producir y provocar cada región. Para debatir y no perderse en la masificación del gusto.

La arquitectura contemporánea bien se la puede relacionar con otro fenómeno también reciente: la explosión mundial de la producción y consumo de vinos a lo largo del mundo.
Como si ambos temas tuvieran el mismo impulso, también vemos a la arquitectura en una constante expansión dando prestigio a escenas de películas, comerciales e imágenes asociadas a edificios emblemáticos. Esta expansión, además de grandes obras referentes y emblemáticas, ha dejado una estandarización en las preferencias por un “estilo” de acuerdo a una moda expansiva.
Lo cierto es que el 99% de la arquitectura es ésta, la no emblemática, la que cruzamos y vemos habitualmente. Al parecer, esta estandarización de la moda en la arquitectura se ha vuelto total, con muy pocos matices  o impresiones de los distintos medios donde interactúa y se emplaza. Vemos una vivienda digna de ser contemporánea en nuestra zona igual a otra en el Tigre, que otra de algún lugar de Europa o Brasil.
Leo siempre con gran interés algunas columnas de Patricio Tapia sobre el estado actual del mundo del vino; un personaje de gran sensibilidad que escribe con extremada simpleza y pasión por esta bebida. Sus columnas hablan en general sobre el perfil de los vinos chilenos y argentinos desde la perspectiva de una persona que tiene como medio de vida ir por el mundo degustando y catando vinos para varias revistas especializadas. Un tema recurrente en sus columnas que me ha hecho pensar sobre la arquitectura actual es su preocupación por la estandarización de nuestros vinos que en su comprensible y legítimo interés en ganar nuevos mercados importan asesores internacionales que vuelan por cientos de viñedos del mundo repitiendo una fórmula, dando una receta, contentando a las fuerzas que gustan y premian con los cien puntos con que se consagran los vinos en las guías internacionales, y que con esos cien puntos obtenidos redoblan sus facturaciones. El vino ideal entonces es “madera (mucha, idealmente francesa, de todas maneras nueva), súper madurez, mucha extracción y el consiguiente altísimo grado de alcohol para que esa extra-extracción no implique taninos duros como arena de playa”.
Se pregunta dónde está la expresión del lugar, de los minerales del suelo, del moldeado que el clima le imprime a la uva. “Se ha consolidado un monopolio del gusto. Un viejo tema que en este recuadro de vinos perfectos queda en evidencia como pocas veces”.
Entonces como conclusión reivindica a ciertos personajes que están haciendo un poco más divertido el mundo del vino que están probando cepas viejas en desuso, cultivando en lugares geográficamente impensados, con técnicas distintas de vinificación a las imperantes hasta el extremo de llegar a producir vinos como en la vieja Roma, reivindicando el terruño no sólo con su clima y suelo sino  también usando las levaduras salvajes del lugar y propias de las cepas, para no caer bajo la influencia de levaduras diseñadas en laboratorios de por ejemplo Burdeos en Francia, incentivando la diversidad de las distintas zonas geográficas del mundo. Diversidad natural que da matices a los resultados de las distintas regiones. Invitando a todos los que hacen vinos a tratar de extraer lo que dice la tierra y tratar de hacer algo original a partir de esa información.
Me es inevitable tomar estas ideas y contrastarlas con el estado actual de la arquitectura contemporánea en nuestro lugar.
La tendencia a la abstracción, a la simplificación, a la ausencia de sensualismo y voluptuosidad es uno de los motores de la arquitectura actual. Para ello es necesario dejar en un costado la historia, el medio y la cultura popular con el objetivo de potenciar esta experiencia ‘formal’ de la moda. Resulta difícil muchas veces encontrar relaciones en las que la arquitectura y el medio tanto climático como cultural se desarrollen íntimamente modelándose entre sí.

DE LA MODA A LO CLÁSICO

Existen variados ejemplos de arquitecturas concebidas sobre los grandes movimientos de moda que aun así han logrado incorporar las informaciones vernáculas propias: la arquitectura moderna mexicana, nórdica y japonesa, por citar algunos ejemplos. Hace ya algunas décadas las tres comparten una tradición de búsqueda  que comienzan con los maestros Barragán, Alvar Aalto y Tadao Ando y continuadas por las nuevas generaciones de arquitectos Precisamente sobre las fuertes premisas del lugar, los climas y sus culturas elaboraron una nueva forma de expresarse contemporáneamente.
México con sus colores, sus muros apenas perforados y sus espacios prácticamente ensamblados al sofocante clima, a la vegetación exterior y a la abundancia de agua. Noruega y Finlandia con el uso de la madera en forma diversa y exquisita, reinventando pieles que dejan entrar la luz - elemento escaso y vital en esas latitudes-. Emplean la luz como un material de diseño, pareciera que la esculpen. Ahora imaginen esta arquitectura incorporada a México, donde la luz solar es sinónimo de calor y es algo que se intenta dominar para apaciguar. Es por eso que las arquitecturas mexicanas son de muros pesados y gruesos, que estimulan las sombras para producir el confort en el hecho de habitar. El caso de Japón es un ejemplo de cómo la arquitectura moderna e internacional puede reelaborarse desde una concepción oriental redefiniendo todas las relaciones entre lo artificial de la arquitectura con la naturaleza. El ascetismo budista, la vida del samurái y la arquitectura moderna logran encontrarse en las obras desde Tadao en adelante.
Viendo estas representaciones pareciera imposible transportar la arquitectura de una región a la otra y creo que esto obedece a una potente expresión del terruño (tal como sucedía en los vinos) en el arte de diseñar y construir.
Los de recién fueron ejemplos de cómo saber introducir sobre el soporte estándar de la moda contemporánea, los ingredientes poéticos, irracionales, exuberantes e irrepetibles que provienen del medio climático, de la cultura popular, de todo lo que hace que cada zona sea inevitablemente definida como tal y diferente a otra.
Quizás, una forma para superar las limitaciones que produce la repetición de la moda sea  buscar una armonización entre la sólida imagen de la arquitectura contemporánea, con la base cultural del pasado, la riqueza y vitalidad de la cultura popular junto a la medioambiental. Probablemente sobre estos cruces se obtengan expresiones que si bien puedan tener el soporte de la moda puedan producirse obras más ricas y con la legítima expresión del lugar como componente estético.
www.maximilianolasala.com.ar



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