El enfrentamiento entre ambos, el primero desde aquel mítico choque de julio en Wimbledon, fue apasionante y vibrante, lleno de alternativas y nervios a lo largo de 4 horas y 23 minutos.

El español demostró que su físico es una máquina poderosa y de precisión, al punto que jamás evidenció el desgaste que debería haberle provocado el maratónico partido del viernes ante Fernando Verdasco. El "1" se adelantó en el primer set, a pesar de que contó con desventajas de 4-2 y 5-4, mientras que Federer se sobrepuso en el segundo y dominó con cierta claridad, por 6-3.

El tercer parcial fue una verdadera joya. En medio de peloteos de hasta 20 golpes, Nadal levantó seis quiebres en sus dos últimos games con saque y Federer salvó un punto para set al sacar con el marcador 5-6. Una punzante volea de revés puso a "Rafa" arriba 6-3 en el desempate y Roger terminó de perderlo con una doble falta. Federer levantó cinco bolas de quiebre cuando tuvo el servicio con un 2-2 en el cuarto sets y seguido quebró el saque de Nadal para aventajar 4-2. Logró mantener esa diferencia y obligó ir al máximo de cinco parciales.

En el quinto, el punto de inflexión se dio cuando Nadal logró el quiebre para irse arriba 3-1, justo cuando daba la medianoche. De ahí en más, todo fue suyo.