Así como en el Parque Güell llama la atención el gran movimiento fijo, el primer impacto que dejan las torres de la Sagrada Familia es el de una estructura gótica vista a través de un cristal deformante.

La Capilla de la Colonia Güell, en Santa Coloma de Cervelló, fue el laboratorio donde el arquitecto planeó las técnicas a utilizar en la construcción del Templo de la Sagrada Familia y aparentemente fue por esa época cuando se produjo su vuelco religioso, hecho que determinó la concepción de esta última obra.

A pesar de las curvas de la casa Milá, Juan Bergos Massó (5) puntualiza que: "Gaudí aborrecía las formas curvas arbitrarias. Hallaba superiores las formas geométricas puras". Esto, aparentemente, se debería a su deseo de ser guiado por las leyes naturales, respondiendo así a la geometría de las formas propias de la naturaleza.

En el Templo de la Sagrada Familia vemos claramente las perspectivas y los elementos de un cubismo arquitectónico y es notable el trabajo con la materia. La pasta vidriosa y el mosaico se combinan con el cemento, donde hacen revivir una fabulosa fauna marina: algas, crestas, caracoles, monstruos y bellezas de un mar que se eleva. Aquí están bien presentes el ojo y las manos sensibles del escultor que fue Antonio Gaudí. También su búsqueda espiritual, en la estructura delgada, casi aérea, de las torres. (L.P.)

(4) Rafols José F. "Antonio Gaudí" Barcelona, Canosa, 1929.

(5) Bergos Massó Juan "Gaudí, el hombre y la obra" Barcelona, Ed. Universidad Politécnica de Barcelona, 1974.