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La pobreza tiene cara de mujer en América Latina
Millones de mujeres de la región irrumpirán en el mercado .laboral del continente, pero en la mayoría de los casos en condiciones desventajosas y discriminatorias que les impedirán superar su precaria situación e incluso las forzarán a emigrar.

SANTIAGO DE CHILE (DPA).- Alrededor de 30 millones de mujeres irrumpirán en el mercado laboral hasta el 2020 en América Latina, generando una presión inédita sobre gobiernos y salarios en un subcontinente donde hoy viven 190 millones de pobres.

Más de 142 millones de trabajadoras estarán disponibles en la economía regional ese año. En contraste, en 1995 sólo había 60 millones de ocupadas, de acuerdo con cifras de los gobiernos y Naciones Unidas.

Los crecimientos más explosivos ocurrirán en Honduras y Paraguay, donde la fuerza laboral femenina aumentará un 50% los próximos doce años, según la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL).

En Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, México, Perú, Panamá, Venezuela y Ecuador el número de trabajadoras subirá entre un 20 y un 35%, unos 24 millones de personas.

Esta expansión es inducida por los bajos niveles de protección social, que incentivan su ingreso masivo al trabajo. Hoy 85 millones de mujeres no disponen de ingresos propios en la región, según estadísticas de los propios gobiernos. O sea, cuatro de cada diez de ellas en Chile, México, Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Colombia, El Salvador y Costa Rica no tienen capacidad autónoma para solventar sus gastos.

"Ello habla de hondos problemas de autonomía", dijo a DPA la directora de la División de Asuntos de Género de CEPAL, Sonia Montaño.

Pero este proceso de incorporación acelerada de mujeres al mercado laboral también tiene aristas sociales y políticas, aunque incipientes. "Por ejemplo, hay una mayor sindicalización de la mujer, aunque su participación es minoritaria en instancias de decisión", dijo la directora de proyectos de Fundación Ebert en Chile, Elisabet Gerber.

A su juicio, este proceso socioeconómico por sí solo no permite resolver las brechas de género, ni siquiera las salariales. De hecho, las mujeres que trabajan reciben sueldos hasta un 60% inferiores a los de los hombres con igual educación, como sucede en Argentina con quienes tienen baja escolaridad.

No obstante, en general las diferencias salariales con los hombres son mayores en los segmentos con más de 13 años de estudios, o sea, técnicas y profesionales, explicó Montaño.

Incluso la brecha es mayor en los países más desarrollados de Latinoamérica. En Brasil y México las profesionales perciben la mitad de los salarios que sus colegas hombres. En Uruguay, Chile y Costa Rica la distancia oscila entre un 30 y un 40%.

De fondo está el hecho de que las mujeres latinoamericanas tienen hoy mejor escolaridad que los hombres, lo que profundiza el conflicto.

En Argentina, Brasil, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, por ejemplo, ellas poseen al menos un año más de estudios, aunque incluso la cifra es mayor entre las más jóvenes.

Por lo mismo, según la CEPAL, se produce una situación paradójica: hay más mujeres en carencia social en las naciones con mayor desarrollo relativo de América Latina.

Por ejemplo, en Chile, Uruguay, Venezuela, Panamá y Costa Rica viven entre 110 y 120 mujeres pobres por cada 100 hombres en esa condición, cifra que baja en países menos avanzados.

"Aún no logramos entender bien por qué eso ocurre", se sinceró Montaño, quien arguyó que faltan políticas más activas a favor de las mujeres, "que son la mayoría de los pobres y los migrantes".

Esta feminización de la pobreza, unida al ingreso masivo de mujeres al mercado laboral, además está cambiando los patrones migratorios. A diferencia de antaño, hoy son las mujeres quienes más abandonan sus tierras, según estadísticas del Centro Latinoamericano de Demografía, Celade. Dejan atrás hijos y vejaciones para tentar suerte principalmente como trabajadoras domésticas, independientemente de su nivel educacional.

En cifras, en España, por cada 100 mujeres latinoamericanas emigrantes hay sólo 80 hombres, aunque en algunos países como El Salvador y Honduras esa relación cae incluso hasta 100-50.

Pero es importante entender que no sólo es un proceso que apunta a las naciones desarrolladas, pues un 15% de la migración actualmente es intrarregional.

Los principales destinos son Argentina, Chile, Ecuador, Puerto Rico, Costa Rica y México. Por ello los gobiernos comenzaron a discutir el tema en las cumbres iberoamericanas de presidentes.

Para tener una dimensión del problema, basta decir que los inmigrantes latinoamericanos suman 30 millones de personas, que envían remesas de 80.000 millones de dólares anuales, equivalentes al producto conjunto de Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Costa Rica.

Por ello, el asunto no es meramente económico sino que apunta al problema del poder, dimensión masculina que parece resquebrajarse al son de los ascensos presidenciales de Michelle Bachelet en Chile y Cristina Fernández en Argentina, además de las candidaturas de Dilma Rousseff en Brasil y Balbina Herrera en Panamá.

 

Mauricvio Weibel

DPA



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