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Retratos del México profundo
Escribió Octavio Paz que México es siempre una fiesta a la hora de la fotografía. "Por el color de nuestra historia, por los dramas y alegrías a los que esa historia siempre nos conduce, es una fiesta para la lente, que nos capta en plena acción o los largos silencios de los que somos capaces". .Los retratos de Romualdo García así lo dicen.

Romualdo García nació en 1852 en Silao, Guanajuato, México.

Guanajuato era entonces un centro minero floreciente, con una Escuela de Arte y Oficios en la que enseñaban las nuevas técnicas, entre ellas la de fotografía.

Gracias al estudio fotográfico de Romualdo García el retrato se democratiza. A él acude un sinnúmero de obreros, de funcionarios y de campesinos vestidos con sus mejores galas con ocasión de un día señalado, de una ceremonia o, simplemente, tras la misa de los domingos. Para la mayoría de ellos la sesión en el estudio representa un acontecimiento único, un capricho que se permite y cuya finalidad no es, como en Europa, ajustarse a una convención o imagen social. Aquí uno se encuentra tal cual es, con sus modales toscos, su alegría, su altivez y su sensiblería.

Escenas de grupos que se divierten, retratos de familia en los que se enaltecen los vínculos de parentesco, parejas en cuyo semblante resplandecen el amor y la complicidad de la vida común, las últimas imágenes de los abuelos o recuerdos de los "angelitos" muertos antes que se les pudiera siquiera tomar cariño. En estas fotos renace la tradición de los retratos populares pintados y, a veces, la de las actitudes propias de las imágenes religiosas.

En la exposición universal de París de 1889 Romualdo García obtiene una medalla de bronce por sus retratos, destacándose también su obra en la exposición de 1900. Su estudio es entonces muy próspero. Tras el comienzo de la Revolución Mexicana en 1910, el estudio de García atraviesa serias dificultades económicas; luego continúa con los hijos del fundador, que murió en 1930.

La obra de Romualdo García fue redescubierta en 1978, fecha en que se iniciaron los primeros estudios sobre este rico acervo de imágenes que son un auténtico patrimonio visual. Los retratos de Romualdo García nos muestran a la vez la originalidad de una práctica cotidiana muy anclada aún en el siglo XIX y la sinceridad popular ante el objetivo, propia de una edad de oro en la que una cierta inquietud no excluye la confianza en la eficacia de la técnica.

 

Alfredo Cruz Ramírez

(Revista "El Correo", UNESCO)



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