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2009: Líderes del vacío, a prueba
La política argentina ha sido un lugar para dirigentes sin partidos ni más referencia que amplios e inciertos "espacios" y de discurso reduccionista. Los comicios pondrán límite a varias experiencias.

Durante este año conoceremos el estado de una política que en gran medida y desde principios del nuevo milenio fue protagonizada por líderes del "vacío". Estará en juego la capacidad que éstos tienen para encontrar respuestas a sus necesidades políticas. También será un laboratorio de acción para los dilemas programáticos que enfrenta el gobierno. No menor es la nueva conformación de un Parlamento que, de acuerdo con lo que dejó el 2008, pareciera estar en alza. Nada hace prever que el tiempo que resta del actual y el que viene sean de voces legislativas silenciadas, de abejas laboriosas pero sumisas al poder presidencial.

Hace algo más de una década que la lucha política argentina es un lugar para los líderes del vacío. Son los que viven sin partidos, sin otra referencia que amplios e inciertos "espacios". Aquí la política dice no tener geografía de derecha ni de izquierda: se puede ser político itinerante sin costos fijos.

Hablamos de dirigentes marcados por un discurso reduccionista: la política de la moral que todo lo veta porque del otro lado sólo hay "cajas" y clientelismo. A veces agregan la política como eficiencia tecnológica. A este tipo de políticos le gusta navegar en el negativismo democrático de un impreciso pueblo-gente. Es la voz de mayorías reactivas, emotivas, inmediatistas. Mauricio Macri es una variante de este mundo, aunque sigue siendo el gran outsider. En cambio, Elisa Carrió es la gran líder del vacío. Expone el mejor verbo de un gobierno "limpio", de un hombre "nuevo", republicano. Propone una versión guevarista para el republicanismo.

Esos líderes del vacío cada cuatro años tienen necesidades políticas "máximas" y a mitad de ese tiempo deben pensar en sumar fuerza y prestigio juntos o en competencia con nuevos lotes de líderes de su misma categoría expulsados de las mieles del poder. El 2008 ha dejado varios; el vicepresidente es uno de ellos.

Otros están en disponibilidad dentro de la gran familia que es el peronismo. Son los que corren con más ventaja: tienen al mismo movimiento como capital de reserva y hoy pueden alejarse para volver mañana bajo el gran paraguas que sigue siendo el peronismo. ¿Felipe Solá es uno de ellos? ¿Roberto Lavagna repetirá lo del 2005? Eduardo Duhalde, el duhaldismo, ¿tendrá algo que ver en esta historia? Ésta y otras son varias de las tantas incógnitas de este tiempo venidero. Otros, desde su representación corporativa -Alfredo De Angeli, Eduardo Buzzi, etcétera- tienen de dónde aferrarse pero están cada vez más cerca de ese mundo de líderes del vacío. Su discurso antipolítico y su práctica impugnadora los iguala.

Lo cierto es que el 2009 pondrá límites a muchas de esas experiencias. El punto central es la movilidad táctica que presenta toda elección de medio tiempo. Elecciones parlamentarias en que los resultados se dividen y donde habrá muchos ganadores. En ellas todos los actores tienen necesidades políticas, aun los más ecuménicos. Habrá armados políticos que nada tienen que ver con el discurso de acompañantes moralmente inadmisibles.

Seguramente la Coalición Cívica aliviará su verbo ético para cobijar a socios antes negados. Cuenta con antecedentes. Por ejemplo, Elisa Carrió ya puso a prueba esas necesidades cuando tres años atrás llevó a sus huestes porteñas a realizar acuerdos con el entonces kirchnerista "crítico" Telerman. El futuro de su Coalición Cívica depende mucho de esa flexibilidad táctica y las parlamentarias que se avecinan son una buena oportunidad para asumir el "realismo electoral". El resto de los actores también debe enfrentar la arena electoral con armados competitivos. El radicalismo tiene un similar desafío; por ejemplo, volver a abrir sus puertas a los expulsados de tiempos recientes. También los dirigentes del "campo", si ingresan al territorio electoral.

¿Y del lado del gobierno? Sus dilemas son mayores, pero de distinto orden. Por un lado está el futuro de muchos socios que procurarán "diferenciarse" sin romper. Serán los amigos territoriales de un armado variopinto donde todos querrán tener ganancias. Otros, en cambio, ya se han levantado en armas "por izquierda". Su situación es compleja porque tendrán que medir fuerzas en lucha contra todos.

Lo cierto es que este año está en juego la continuidad de un frente encabezado por Néstor Kirchner con el PJ, la CGT de Moyano, los intendentes del conurbano y la mayor parte de los gobernadores. Son los que tienen por delante un dilema de corte programático. Están en cuestión las correcciones e imperfecciones de un capitalismo nacional con más Estado y redistribucionismo dentro de un contexto de crisis global. Son éstos los que deben disputarle oportunidades a una política del vacío. Y por ello tienen por delante plebiscitar el camino de la confrontación.

 

Gabriel Rafart

Especial para "Río Negro"



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