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\"Sumando esfuerzos podemos salir adelante\"

Para la Unidad Ejecutora Provincial de la Ley de Recuperación de la Ganadería Ovina, el 2008 fue el año más complicado desde la salida de la convertibilidad.

Corría el 2002. Por ese entonces transcurría el coletazo final de la crisis y las cosas cambiaban. La devaluación, con un dólar a tres pesos, rápidamente empezó a surtir efecto en los sistemas productivos, los productores se motivaron y desde ese momento hasta mediados del 2008 las inversiones se empezaron a sentir. Y en esto, la Ley Ovina fue más que importante; significó una inyección de dinero sin tasa de interés en un momento de esplendor del mercado que los productores pequeños, medianos y grandes supieron aprovechar.

 

VOLVIÓ LA CRISIS

 

Pero lamentablemente volvió la crisis. Primero fue la sequía que comenzó en el 2007, que aquellos campos que tenían las cargas adecuadas y alguna estrategia de descarga de las categorías improductivas sobrellevaron. Pero se extendió hasta el 2008 e hizo efecto en todos los campos por igual, especialmente en el monte, donde las pérdidas en las majadas a nivel general se pueden merituar en un 30%, con nulos índices de señalada durante el año pasado, aunque mejor que en éste. Seguramente esos animales no se destinarán a venta sino a redoblamiento, con mermas importantes en volumen y en la calidad de la lana.

El análisis es alarmante aunque peor es la crisis económica, porque se trata de factores que no dependen del sistema productivo; esto no se arregla ajustando cargas, suplementando corderos o mejorando los mallines. La baja en el mercado internacional de lanas, el incremento significativo de los costos y un incierto panorama para la comercialización de carne, cuando al fin teníamos el ansiado corrimiento de la barrera sanitaria y la oportunidad de acceder al mejor mercado internacional, son lo realmente preocupante. En el 2008, en el marco de las acciones de la Ley Ovina, fueron 13 los créditos tomados -por unos 500.000 pesos- cuando el promedio por año era de 80 productores por una suma de 2.300.000. Esto no es novedad: los productores pueden tener créditos subsidiados pero, si la rentabilidad de la empresa es negativa, son muy pocos los que se embarcan en tomar dinero prestado para hacer mejoras.

LOS NUEVOS DESAFÍOS

 

Ya los productores en épocas de malaria demostraron que unidos podían lograr cuestiones importantes, y la Ley Ovina fue fruto de ello. Para superar las crisis es fundamental que las organizaciones de productores sean fuertes. Las inversiones prediales ya no son una demanda importante. Sí hay una tarea pendiente con los productores minifundistas, que necesitan apoyo para lograrlas. El desafío futuro es trabajar en la cadena de valor de la lana y especialmente de la carne, donde está todo por hacerse.

La otra tarea -no menor- es seguir pensando en las emergencias como una cuestión recurrente y estar preparados para ello. Lo iniciado este año con las organizaciones, como los bancos de forraje, corrales de engorde y suplementación estratégica, sumado a un sistema de alerta temprana y a la implementación de un seguro ganadero, serán los desafíos y tal vez también las oportunidades.

En definitiva, lograremos un sistema productivo aceptable si existe rentabilidad, si seguimos disponiendo de herramientas financieras y programas de mejora pero, fundamentalmente, si tenemos organizaciones de productores dispuestas al trabajo en equipo, con metas claras y esfuerzos importantes.

 

EDGARDO TEJEDA (*)

(*) Coordinador provincial de la Ley Ovina



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