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El Oro que también prestigia a la región

En los años 2005 y 2006, Marcelo Miras fue galardonado como el mejor enólogo de la zona sur en los más prestigiosos certámenes locales y se llevó el Oro de la segunda edición del premio Francisco Oreglia a la Vitivinicultura de Argentina, en un reconocimiento a su trayectoria. El premio, afirma Marcelo, también es un reconocimiento a esta región, que indiscutiblemente ya está entre las grandes en lo que a vinos se refiere.

"Algunos todavía creen que descubrieron la Patagonia en materia de vinos, pero la Patagonia ya fue descubierta", recuerda Miras. Y el dato es exacto: sus descubridores llegaron a la zona a fines del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, según referencias de George Muster en su libro "Vida entre patagones", crónicas de salesianos o del Ministerio de Agricultura de la Nación, que envió a los tres valles especialistas para constatar la potencialidad de la Norpatagonia para producir vinos; las incursiones de franceses que quedaron registradas en publicaciones como "El Nilo Argentino" u observaciones inapelables de Louis Ravaz, director de la Escuela Superior Agronómica de Montpellier, quien visitó el Alto Valle de Río Negro en 1916 y expresó: Río Negro "es la zona más apta, por sus condiciones ecológicas, para la elaboración de vinos finos en la Argentina".

Todos ellos vieron lo que no quisieron ver sucesivas políticas económicas o malas administraciones en la región, que se encargaron de diluir en el tiempo, de interrumpir un proceso o de dejar en potencia. Una potencia que poco a poco se va revelando, puesto que las condiciones naturales siguen intactas. Sólo una bodega sobrevivió para exaltar estas virtudes naturales al máximo, la Humberto Canale, próxima a cumplir 100 años.

De algún modo hay un segundo descubrimiento de la Patagonia como polo vitivinícola que se inicia hace poco más de una década. En esta segunda chance que da la historia aparecen inversiones de capitales foráneos, créditos del Estado neuquino para desarrollar la actividad y personajes que apuestan al potencial futuro de este lugar. Un futuro en el que puso también sus fichas Michel Rolland, uno de los enólogos más influyentes del planeta que desde el 2005 asesora a Bodega del Fin del Mundo, como lo hace con más de 100 bodegas de todo el planeta. "El hecho de que esté Michel Rolland, independientemente de su relación comercial con la bodega, que pruebe los vinos y se interese en el proyecto, ¡es fantástico! -afirma Marcelo Miras-. Cuando Julio Viola me dijo que iba a incorporar un asesor, yo pensé en don Raúl de la Mota, pero debido a su edad ya no está viajando tanto. Entonces Viola me preguntó a quién elegiría de afuera, a quién querría tener. Claro que en broma le dije: 'Bueno, si me pregunta de afuera, lo elegiría a Michel Rolland'. 'Ok, dijo Viola, Michel Rolland'".

Y Rolland fue contratado para trabajar los vinos top.

Los viñedos de la Bodega del Fin del Mundo son muy nuevos y una bodega es un proyecto a largo plazo, aclara una y otra vez Miras. "Yo relaciono la viña con las personas, los viñedos de El Chañar están en su adolescencia, de modo que allí tenemos un potencial enorme. En este sentido Río Negro tiene una ventaja, tiene muy buenos viñedos viejos, por eso yo hago mi vino (Ocio) con uvas de Río Negro. La experiencia es una suma, la siembra que hicieron hombres como Alcides Llorente y el ingeniero Cassino, lo que hicimos con don Raúl de la Mota se ve hoy, en las nuevas bodegas de la zona". (S. Y.)



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