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\"Retiro\", la palabra prohibida | ||
Roberto Cofré, Juan Parra y Adolfo Melo son los exponentes de una casta de jugadores que se resisten al adiós. |
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El "Mono" mira Tottemhan vs. Liverpool y a cada minuto se le escapa una expresión: "En esa cancha cualquiera juega bien al fútbol". El balón rueda con perfección por el césped, mientras Roberto Cofré intenta explicar por qué continúa rompiéndose las piernas en canchas que parecen asfaltadas. Sandra, la mujer con la que compartió los últimos 24 veranos y con la que tuvo tres niños (Brian, Lautaro y Agustina), escuchó otra vez una promesa a la que ya no le presta atención: "Dejo, éste es el último torneo", le dijo el interminable "Mono", en una frase que se repitió los últimos seis años, desde que cumplió 30 el 13 de agosto de 2000. Pero nunca cumple, porque el fútbol es su vicio interno. Cofré es como una enciclopedia viviente de la historia de la Liga Neuquina de Fútbol, ya que hace dos décadas que juega en primera división y pasó nada menos que por una docena de equipos. En ese proceso itinerante se topó con todo y con todos y vio, paso a paso, cómo se fueron degradando éstas y otras ligas vecinas. El "Mono" militó en el último torneo en San Lorenzo y allí tuvo su peor experiencia, desde viajar a Zapala "con 11 jugadores justos, sin suplentes", hasta tener que enfrentar a Maronese "con diez jugadores más un colado". ¿Cómo completaron? "Con un muchacho que había ido a ver el partido". Lo más doloroso que le pasó tuvo que ver con la gente. "Era increíble, había tipos que iban a la cancha a vernos perder. Si ganábamos, se iban de la cancha diciendo 'otras vez ganaron estos hijos de p...'". En realidad, el equipo del oeste neuquino apenas sumó 10 puntos y terminó último en el Clausura que se llevó Petrolero Argentino. El caso de San Lorenzo llega al extremo: se fundó hace un puñado de años, recibió un subsidio de la provincia para sembrar la cancha, puso el césped hace dos años, pero hoy está tan árida como la barda. ¿Cómo se explica? "Eso fue todo política, plantaron el pasto arriba del salitre, gente que no sabe nada. Hicieron unos vestuarios bárbaros, pero no hay agua. Es todo así, y no es el único club, en la mayoría pasan cosas similares", jura el delantero. -¿No es raro que el fenómeno de degradación se repita tanto? -Lo que pasa es que los dirigentes no tienen compromiso, pero en casi todos los clubes ponen trabas para que la gente se arrime a ayudar. No sé, creerán que es una posición de poder... Para el "Mono" lo más preocupante es la pérdida de incentivación de los jóvenes. Hoy, antes que los clubes, prefieren jugar torneos comerciales con mejores canchas y menores responsabilidades. "Lo que pasa es que a los chicos no les das nada, entonces qué podés exigirles. Cuando yo comencé a jugar pasábamos casi todo el día en el club, hacíamos diferentes deportes, teníamos pelotas, ropa para entrenar, había jugadores que eran un ejemplo, que nos aconsejaban. Hoy los chicos no escuchan". -¿Los jóvenes ya no tienen motivación? -Mirá yo soy un obsesivo de lo físico, del cuidado de mi cuerpo, pero eso porque lo mamé de chico. Hoy sé que si no me cuido no puede jugar, pero también sé que antes en la reserva parecíamos jugadores profesionales. Hoy las ligas están destruidas, nadie cuida a los jóvenes, por eso se van, por eso les da todo lo mismo. También hay muchos pibes que no se dejan aconsejar, porque se ha perdido el respeto por el veterano. A veces pienso "para qué voy a ir a entrenar, por qué no quedarme en casa". -¿O por qué no jugar un torneo comercial? -Por la competencia, porque aunque la situación sea desastrosa, lo que tira es el vestuario. Jofré habla del vestuario como una cuestión metafísica, algo que está más allá de lo sensorial. La quinta esencia del fútbol. Pasando el puente, en Fernández Oro, otros dos veteranos también se resisten al retiro. Juan Parra y Adolfo Melo, a sus 36 y 35 años, son los símbolos del "Verde" y por nada del mundo quieren dejar de hacer lo que más les gusta. Se criaron juntos en el mismo barrio y aún hoy continúan unidos por la pasión de la pelota. Durante más de una década "Juancito" jugó en la primera de Cipolletti desde la Liga Confluencia hasta el Nacional B. Dejó el fútbol luego de una suspensión, pero no resistió la tentación y volvió. Adolfo, hincha Nº1 de Oro, como él mismo se define, vivió casi todo su vida en el club. Arrancó en octava, llegó a primera a los 15 años y ya lleva dos décadas ininterrumpidas siendo el lateral derecho del "Verde". Si bien su club sufre las mismas necesidades que todos los de la región, para ellos la motivación pasa representar a una ciudad que los banca y los tiene como referentes para los más jóvenes. Sentados en la vereda de la despensa de "Juancito" donde habitualmente se junta el plantel para tomar una gaseosa cuando terminan los entrenamientos, los dos defensores no paran de saludar vecinos y cuentan por qué les cuesta tanto decir adiós. "Yo había decidido dejar después del Argentino C pasado, pero no pude. Sabía que tenía que volver a hacer un esfuerzo enorme para poder trabajar y entrenar, pero eso se compensa con jugar los domingos. A esta altura de nuestras vidas, nosotros jugamos por la camiseta y eso la gente lo valora. Además no me imagino sin el vestuario, es de las cosas más lindas que tiene el fútbol", resumió Adolfo, cuyo hijo Joaquín de 7 años es tan fanático de Oro que hasta rechazó una camiseta de Cipolletti que le regaló su padrino, nada menos que Oscar Padua, el ídolo albinegro. -La unión del grupo suena a parte importante de la continuidad. -JP: Totalmente. Tratamos de inculcarle a los más chicos la unión. Nos juntamos con las familias, comemos asados, venimos a mi negocio a tomar una gaseosa después de los entrenamientos... No te digo que somos todos amigos, pero tenemos una relación buenísima y eso hace que a uno le den ganas de seguir. De otra manera no se podría. Sabemos que eso en otros lugares no pasa y tratamos de cuidarlo". -¿No les importa jugar en canchas en mal estado? -AM: Mirá, cuando el domingo entrás a la cancha no te importa nada más. Ni el esfuerzo tener que laburar todos los días y en el medio ir a entrenar o las canchas malas, o los árbitros malos. Uno es como que vuelve a vivir, a tener esa adrenalina de los partidos. Es algo inexplicable. -¿Por qué el fútbol de la zona ha caído tanto? -JP: Ya no hay tanta plata como antes. Los dirigentes también han cambiado y los clubes se han ido cayendo. Antes había sueldos, premios y refuerzos. Hoy hay muchos que dependen de la ayuda de los gobiernos. En el medio de todo eso está el fútbol, que es una parte muy importante de nuestras vidas. Ojalá que muchos chicos sientan lo mismo.
SEBASTIÁN BUSADER JOAQUÍN PERALTA |
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