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El dólar debería estar a fin de año en 3,70 pesos | ||
El gobierno, en problemas. Tiene muy poco margen para devaluar la moneda, tal como lo exigen los sectores productivos. Todo indica que el modelo K es inviable sin una moneda competitiva para los sectores productivos. Pero sólo apostando por una mejora cambiaria la economía no despegará. | ||
El modelo económico puesto en marcha a partir del 2002 permitió alcanzar fuertes tasas de crecimiento de la mano de un tipo de cambio competitivo y un escenario internacional muy favorable para las exportaciones argentinas. En todo este tiempo el tipo de cambio alto incentivó las ventas externas y con ello el nivel de actividad y de la recaudación fiscal, a través de las retenciones a las exportaciones. Por otra parte, este esquema permitió proteger al sector industrial a través de la sustitución de importaciones y sostener crecientes niveles de empleo.Todo funcionaba sobre rieles. Pero en economía nada es para siempre. Hoy el tipo de cambio ya no es competitivo y el contexto internacional dejó de ser favorable. En definitiva, el círculo virtuoso que se había generado para sostener el modelo económico desapareció y ahora el gobierno no encuentra las herramientas para revertir esta situación. En un reciente informe elaborado por la consultora Economía & Regiones (E&R) se detalla que 16 de los 22 sectores exportadores más importantes del país (incluidos los agrícolas, los agroindustriales y los industriales) enfrentan un tipo de cambio efectivo más bajo que hacia finales de la convertibilidad, escenario que se agrava a partir de la crisis financiera mundial que terminó por devaluar monedas clave para la competitividad argentina como el euro y el real frente al dólar estadounidense. Para muchos especialistas, sin un tipo de cambio depreciado, el modelo económico argentino pierde fuerza.
Las causas ¿Por qué perdió competitividad el tipo de cambio? Por las políticas distorsivas del gobierno. Pensar que una economía como la argentina podía sostener un crecimiento económico del 9% anual sin interrupciones fue parte de la soberbia oficial. A partir del 2005 la política fiscal giró bruscamente y se comenzó a intervenir fuertemente en el modelo económico. Se incentivó la demanda agregada forzando el modelo con una política procíclica y expansiva. Esto generó presión inflacionaria y a partir de ese momento comenzó una apreciación progresiva sobre el tipo de cambio real. Ahí estuvo el error del gobierno. En un contexto de sobreoferta de dólares y empleo controlado se debería haber abandonado la política fiscal expansiva por otra contracíclica, de acumulación de superávit, de modo de generar ahorro público genuino que permitiera sostener el tipo de cambio nominal sin producir inflación. Pero se optó por lo más fácil: aumento del gasto público en niveles record con aceleración de precios y deterioro de la competitividad de la economía. A este deterioro progresivo que comenzó en el 2005 se le suma ahora un contexto internacional desfavorable. Conclusión: el plan económico hace agua. Todas las variables que antes impulsaban la economía hacia un círculo virtuoso hoy se transformaron y el modelo se encuentra inmerso en un círculo vicioso. Entre ellas ahora también se encuentra la fuga de capitales, que se ha potenciado desde principios de año, lo que implica una salida neta de ahorros para el modelo que incide negativamente en el consumo, la inversión y el nivel de actividad económica global. Como dato estadístico es importante señalar que en los primeros diez meses del año la salida de dólares del país ascendió a 19.500 millones de dólares, cifra cinco veces mayor al éxodo de divisas registrado en todo el 2007.
Hacia dónde vamos Varios son los economistas que señalan la necesidad de devaluar la moneda para poder volver a ser competitivos con nuestras exportaciones y de esta manera relanzar el círculo virtuoso del período 2003-2007. Pero los efectos de la depreciación de la moneda en el programa económico no serán homogéneos. Para considerar una devaluación exitosa en el modelo K se tendría que computar una baja traslación del tipo de cambio hacia los precios internos. Sin embargo, este escenario sería posible sólo si existiera capacidad ociosa en el mercado de bienes y una tasa de desempleo mayor que la actual. Estas condiciones estaban dadas en el 2003, pero no ahora. De ahí que la fuerte devaluación del 2002 no impactó de lleno en los precios internos. Para muchos economistas, en las condiciones macro actuales, una fuerte depreciación del tipo de cambio generará más inflación que crecimiento. Y el gobierno también coincide con esta línea, de ahí que haya optado por el "paso a paso" y no por una abrupta devaluación del peso. Tiene en claro que el futuro del modelo K está atado a un tipo de cambio competitivo pero sabe que un salto importante en la paridad podría -en las actuales condiciones- generar fuertes tensiones en el programa que terminarían por afectar las ya alicaídas tasas de crecimiento. En definitiva, la clave está en saber cuál es el nivel del tipo de cambio en el que las condiciones macroeconómicas del modelo se ven afectadas. ¿Es 3,50 pesos por dólar o más...? Nadie sabe a ciencia cierta -ni siquiera dentro del mismo gobierno- dónde está el punto de inflexión.
El valor del Dólar Teniendo en cuenta la deflación que sufre la economía norteamericana, cuanto más rápido se deprecie el peso contra el dólar menor será el aumento requerido para recuperar la competitividad. Un trabajo elaborado por E&R muestra que teniendo en cuenta la deflación mayorista en Estados Unidos proyectada para el año y la inflación mayorista en la Argentina en el mismo período, el cambio nominal se debería ubicar en 3,70 pesos en diciembre de este año para recuperar la competitividad de enero del 2007. Éste sería el valor de mercado del dólar tomando en cuenta los desvíos cambiarios correspondientes sólo al período 2008. ¿Un dólar a 3,70 pesos sería entonces la solución para volver a poner en funcionamiento la economía? Es una variable necesaria pero no definitiva para revertir la situación de estancamiento. Al estar las variables macroeconómicas del programa K seriamente resentidas y contar con un contexto internacional desfavorable, el modelo requiere mucho más que un ajuste en el tipo de cambio para alcanzar un crecimiento sostenido. Los industriales están pidiendo un dólar a 4 pesos para el 2009, el campo reclama la caída de las retenciones frente al derrumbe de precios que registran los commodities y el sector asalariado presiona por mayores aumentos de ingresos. Pero ninguno de estos requerimientos será avalado por el gobierno. La administración K tomó nota de que hoy no tiene margen para convalidar este tipo de demandas.
LOS NUDOS DEL MODELO No es fácil hoy para el gobierno llevar de un día para el otro el dólar por encima de los 4 pesos, valor con el que según la UIA se lograría la competitividad del 2005 en la economía argentina. Hoy el modelo K está “atado con alambre”. Cualquier retoque que se quiera hacer a alguna de sus variables podría provocar la caída del castillo de naipes sobre el cual descansa la economía argentina. La teoría habla de la necesidad de aplicar una política fiscal expansiva en momentos de crisis. Pero lamentablemente, como ya ocurrió en otras oportunidades, la Argentina instrumentó políticas procíclicas en épocas de bonanza aumentando el gasto público en forma desmedida, estimulando la demanda agregada y presionando sobre los precios pero sin generar suficientes ahorros para hacer frente a los momentos de caída económica. Es por ello que el gobierno, para poder sostener una política cambiaria consistente –que la devaluación no se traslade a los precios– debería fortalecer lo antes posible el frente fiscal con acumulación de superávit y mejorar la calidad del gasto que ejecuta. Es imprescindible revertir el clima de incertidumbre y de expectativas negativas que vive el país, escenario que se agravó en el último tiempo. El economista Rogelio Frigerio (n) señala en este sentido que una de las salidas para este escenario puede ser reemplazar el gasto que el Estado destina a subsidios por obras de infraestructura que sustituyan la inversión privada. Esto permitiría una complementación entre el multiplicador del gasto y el acelerador de la inversión, lo que contribuiría a amortiguar la caída de la tasa de crecimiento del PBI. De ahí que sólo con un ólar a 4 pesos no alcanza.
Javier Lojo |
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