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Recuperar mallines, una tarea clave | ||
Estos pastizales son vitales para la Región Sur rionegrina. Proveen de forraje y su conservación contribuye a frenar la desertificación. (JOSÉ MELLADO) |
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La recuperación de los pastizales de mallines mediante obras de irrigación e intersiembra contribuye en magnitud relevante a revertir el proceso de deterioro actual de estos ambientes que constituyen la principal fuente forrajera de los campos de la Región Sur rionegrina. También es un aporte de singular importancia en el marco de la lucha contra la desertificación, un flagelo que afecta seriamente a la zona más extensa de la provincia de Río Negro. Con el objetivo de difundir esta problemática y sus implicancias y aportar elementos para comprender el proceso de deterioro y recuperación se realizó una interesante jornada a campo de recuperación de mallines. El encuentro se desarrolló en distintos establecimientos rurales de Maquinchao donde la Unidad Ejecutora Provincial de la Ley Nacional 25422 de Recuperación de la Ganadería Ovina y otros organismos intervinientes divulgaron las herramientas de recuperación existentes a través de obras de riego e intersiembra y mostraron los resultados productivos de mallines recuperados en contraste con situaciones homólogas sin intervención. Del encuentro participaron alrededor de 110 personas de Río Negro, Chubut y Neuquén, entre productores y campesinos, profesionales e idóneos del sector, técnicos y autoridades de organizaciones estatales y privadas relacionadas con la problemática de la ganadería patagónica. La principal causa de desertificación es la sobreutilización de los recursos por la sobrecarga de animales, atribuible a la falta de guías de uso apropiadas del pastizal y a la carencia de una legislación que dé un marco de aprovechamiento que privilegie un uso racional y sustentable de los recursos a la extracción de alta productividad de corto plazo. Si bien en la región la desertificación es generalizada y compleja, sus efectos más notorios se observan en los mallines, que constituyen recursos vitales para la producción ganadera puesto que aportan un alto volumen y calidad de forraje que contribuyen a la estabilidad de los sistemas de producción frente a la variabilidad climática estacional e interanual que caracteriza las condiciones climáticas de esta región. En la Patagonia, los mallines -tierra pantanosa, bañado o estero, en lengua mapuche- son ambientes típicos que ocupan porciones variables de hasta el 8% de la superficie de los predios, poseen una alta productividad de especies palatables para el ganado vacuno y ovino y representan un alto interés económico en la región. Son ambientes de relieve plano-cóncavos en posiciones relativamente bajas del paisaje que reciben aportes de aguas superficiales o sub-superficiales. Constituyen alrededor del 3% de la superficie ganadera regional y alcanzan una productividad forrajera unas 20 a 30 veces superior a la de la estepa circundante. Cubren entre el 30 y el 40% de las necesidades nutricionales de los animales y sus potencialidades de mejoramiento incluyen varios beneficios; entre ellos, mejoras en el equilibrio de los sistemas de producción, aumento en la producción de forraje y en la producción ganadera, mejoras ambientales, económicas y sociales y creación de áreas estratégicas para hacienda con altos requerimientos. Actualmente, debido al pastoreo permanente, estos sitios se hallan sometidos a distintos grados de degradación y se observa una disminución importante de la superficie actual con respecto a la que existía hace unos 50 años. Así, estos verdaderos humedales se han transformado en lugares secos y con cárcavas. De continuar el ritmo de este proceso traerá consecuencias nefastas, ya evidentes e impredecibles para la producción ganadera. Tanto los organismos técnicos del Estado como los profesionales privados vienen trabajando en la adaptación de estrategias y pautas de manejo de los recursos tendientes a controlar el proceso de deterioro como paso inicial para lograr un desarrollo sustentable de cara al futuro. Una de las técnicas más difundidas y adoptadas por numerosos establecimientos ganaderos de la zona es la de manejo del agua para la rehabilitación y el mejoramiento de los mallines. Estos trabajos previos resultan experiencias demostrativas y son el motivo principal de las demandas de la implementación de la técnica que vienen realizando los productores. En el marco de la jornada de recuperación de mallines se pusieron sobre el tapete estos temas y se abordaron estrategias de intervención como la rehabilitación mediante el manejo adecuado del agua y la resiembra con pasturas, la implementación de un sistema de pastoreo diferencial complementario del mallín mejorado y la estepa circundante y la instalación de una infraestructura mínima de potreros y cuadros para ordenar el manejo del pastoreo. Se presentó también la pala cargadora con orugas financiada por la Ley Ovina, herramienta fundamental para el trabajo de recuperación mediante obras de riego que se le otorgó a la empresa de Ricardo Martínez a través de un crédito. Entre las conclusiones los participantes coincidieron en que la recuperación y el mejoramiento de mallines son herramientas que contribuyen a estabilizar los sistemas frente a la variabilidad climática de la región -sequías, crecidas- y mejorar la productividad del ambiente y, por lo tanto, el ingreso y la calidad de vida del productor.
"UNA CORAJEADA"
Héctor Zamborain, productor de Rucu Luan -zona de secano donde está ubicado el establecimiento "San Juan", 80 kilómetros al sur de Maquinchao- comenzó a invertir en el mejoramiento de mallines en el 2001, cuando la situación de la actividad ganadera era muy compleja debido a la paridad cambiaria que había implementado el gobierno de Carlos Menem. Sin embargo, apostó a mejorar su campo sin saber a ciencia cierta cuáles serían los resultados. Hoy disfruta los beneficios que aquella experiencia, a la que define como "una corajeada", le está dando. "Arranqué a experimentar con una incertidumbre propia de no saber si servía. Después de siete años doy fe de que sirve y le digo a la gente que se anime a hacerlo", señala orgulloso mirando el verde de un mallín ubicado a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, regado por el arroyo Maquinchao. Desde el 2001 a la fecha Zamborain ha mejorado 320 hectáreas de mallines de las cuales 290 se han sembrado. Hasta ese año, sólo veía pasar el agua del arroyo que, debido la fuerza, había formado grandes cárcavas en el mallín convirtiéndolo en un espacio del que sólo se podía aprovechar una pequeña porción de pastizales. Hoy la realidad muestra otra cosa. Su experiencia como productor le dice que para que el campo sea rentable hay que invertir en él: "Lo que produce la oveja le entra por la boca. Si vos le das buen pasto, te va a dar una mejor lana, más corderos, mejor porcentaje de señalada, etcétera. Con un 15 o un 20% que mejores el porcentaje de señalada, es mucha plata. Y, cualquiera sea la cantidad de hectáreas que se mejore, es amortizable y muy beneficioso", señala optimista. JOSÉ MELLADO |
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