Si usted no solamente es “loco por las plantas” sino también por el ecosistema que nos rodea, con toda seguridad que este gran tema que vamos a abordar en notas sucesivas ... el jardín orgánico, biológico o natural -como más le guste llamarlo ... “sé’gual”, dijo Minguito- le va a interesar. No cabe duda que hay tres grandes temas que preocupan a todos los jardineros, sean novatos o “dedos verdes”. El primero de ellos sin duda es el de las plagas y enfermedades ... ni bien ven el primer ataque de pulgones o mancha de “ceniza” se desesperan. El segundo es la fertilización. Para muchos pareciera que si no le echan carradas de abono químico a sus plantas, éstas no van a crecer bien. Já ... como si en la naturaleza Tata Dios se las pasara tirando úrea por todos lados. Por último, la tercera gran preocupación es el riego. Cuándo, cómo y con qué agua. De esto ya hablamos exhaustivamente en notas anteriores. Pues bien, el jardín biológico da respuesta a estos tres “problemones” y casi sin trabajo ... al menos mucho menos que un jardín tradicional. Se trata de seguir lo que haría la propia naturaleza. Por eso, los detractores lo llaman despectivamente “jardín abandónico”, porque sostienen que somos unos vagos a los que no les gusta trabajar y asear el jardín. ¿Y sabe una cosa? ¡Tienen razón! Soy jardinero orgánico desde hace más de 30 años porque el laburo me gusta “como la cebolla al perro”, pero no se trata sólo de eso sino de una filosofía de vida ... si tengo a una legión de “ayudantes” que harán el trabajo por mí, “pá’qué me vía calentar, ¿ah?”. “Pero vayamos por partes”, decía Jack en las neblinosas noches londinenses. LA FERTILIZACIÓN El suelo es un organismo vivo que trasforma , “predigiere” los alimentos para las plantas como si fuera el estómago de un ruminante. Una fertilización equilibrada fomenta la vida del suelo y ésta a su vez es la base para que las plantas crezcan sanas y resistentes. Pero demasiado es perjudicial porque una sobrefertilización tiene consecuencias fatales. Las sales artificiales son altamente solubles en agua y por eso son fácilmente absorbidas por las raíces y así se producen las sobredosis. Cuando esto sucede se produce una excesiva acumulación de sales en los tejidos y para contrarrestarla la planta se ve obligada a absorber mayores cantidades de agua. La consecuencia son tejidos muy esponjosos y tiernos y disminución de la resistencia. En cambio los fertilizantes orgánicos siempre trabajan primero en combinación con los habitantes del suelo, los componentes son liberados lentamente y puestos a disposición de las plantas y el sobrante es retenido por ellos y por ese motivo perduran mayor tiempo en el suelo sin ser lavados. Estos fertilizantes orgánicos no son sólo la base nutricional de las plantas, sino que además mejoran la fertilidad del suelo porque incitan y nutren al trabajo de los microorganismos. Por lo tanto la fertilización orgánica, equilibrada y natural, tiene muchas ventajas para la vida del suelo y de las plantas. Estas crecerán fuertes y sanas, sus tejidos no tendrán excesos de agua, por lo cual serán más resistentes a los ataques de las plagas y también más fáciles de conservar y almacenar si de verduras se trata. Los vegetales alimentados armónicamente serán asimismo mucho más resistentes a enfermedades y -por si esto fuera poco- su aroma y sabor serán mucho más agradables. Pero para asegurarles una alimentación correcta, el jardinero orgánico debería saber algo sobre los nutrientes más importantes. A ellos corresponden el anhidrido carbónico, oxígeno e hidrógeno, los que la planta recibe del suelo y del aire. Lo que se debería agregar permanentemente es nitrógeno, fósforo y potasio, cuya combinación recibe el nombre de NPK y a ellos se agregan calcio y elementos menores.Pero para la alimentación vegetal es importante no sólo su existencia sino su disponibilidad. Si pretendemos suministrarlos por medio de abonos químicos, estaremos perjudicando seriamente el equilibrio del suelo, ya que los microorganismos que viven en él, primero se tienen que amoldar a ellos. Si esto no es posible porque las concentraciones son demasiado altas, mueren o se alejan. Queda claro que la la fertilización orgánica es la única manera de asegurar un crecimiento natural y saludable. LOS MICROORGANISMOS Usted ya lo sabe, son todos aquellos seres que no podemos ver a simple vista. Una arañuela no será microorganismo, pero sí las bacterias y hongos microscópicos. De uno y otro hay dañinos y benéficos y viven en equilibrio porque están en eterna competencia entre ellos ... Edén no hay en ningún lado. Pero además hay dos capas perfectamente diferenciadas. En la capa superior viven los aeróbicos, que se llaman así porque necesitan mucho oxígeno para respirar y no porque vayan al gimnasio. Estos son los que descomponen la materia orgánica que cae sobre la superficie del suelo, como ser los cortes de césped, hojas trituradas por la cortadora e incluso aserrín (que no debe contener aditivos ni conservantes). O sea que en la primera capa del suelo, que no abarca más de 5 a 10 centímetros, según si éste es arcilloso o arenoso, respectivamente, se produce la descomposición y se forma lo que es el sueño de todo jardinero ... la “tierra negra” ... o sea humus. En la capa inferior, allí donde el oxígeno comienza a escasear, después de los 30 centímetros de profundidad (“casas más, casas menos”) viven los microorganismos anaeróbicos, o sea los que mueren en contacto con el oxígeno (que es germicida, como usted seguramente sabrá). Ellos son los responsables de otro fenómeno importantísimo para las plantas, porque en ausencia de “aire” (oxígeno) producen anhidrido carbónico, que al ascender por los poros del suelo es absorbido por las plantas para proveerse de carbono. Para que lo tenga más claro, ese proceso se llama putrefacción y el gas más conocido cuando ésta es de grandes dimensiones es el metano o gas de los pantanos ... que origina la “luz mala” en el campo y que tantos julepes suele producir cuando aparece fantasmalmente. DE AMO A GERENTE Pues bien ... espero que ahora usted comprenda por qué no “me caliento” por trabajar mi jardín. No se trata de ser “abandónico” sino inteligente, porque esos ejércitos de millones y millones de pequeños seres trabajarán para mí y encima no me cobrarán un solo “mango”. El concepto filosófico que encierra esto de “abandónico”, es tratar de vivir en armonía con la naturaleza. En lugar de ser el amo del jardín que anda con el tarro de fertilizante químico o la pulverizadora de biocida, el dueño del jardín pasa a ser el “gerente”, “administrador”, porque tendrá el ojo atento para ver cómo se desarrolla la vida de sus “subalternos” y gerencia el bienestar de cada uno de ellos. Porque el “bienestar” puede ser “pa’tuittos”, personas, animales, plantas ... y microorganismos. Es muy difícil lograr que un microorganismo se ponga “en pose” para sacarle una foto. Por más que lo he intentado son muy poco fotogénicos, por lo que les ofrezco dos dibujos de bacterias y hongos que benefician a las plantas porque viven en perfecta armonía (simbiosis) con las raíces de las plantas. Arriba a la izquierda y abajo, nódulos de Bacilos radicicolas, que forman colonias protegidas entre las raíces de las leguminosas y otras especies afines. Ellas absorben y fijan el nitrógeno que se halla en grandes cantidades en el aire pero no en el suelo y se lo entregan a las plantas. Arriba, a la derecha, aspecto de una colonia de micorizas, hongos que se entretejen y penetran entre los pelos radicales, especialmente de las coníferas. Ellas “predigieren” muchos nutrientes para ellas, que de otra manera no podrían absorber.
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