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Dan por descontado un Congreso demócrata

Los demócratas, mayoritarios en el Congreso estadounidense desde el 2006, están en condiciones de quitarles a los republicanos nuevas bancas el próximo martes y concentrar más poder en sus manos.

Los 435 asientos de la Cámara de Representantes adjudicados en el 2006 y 35 de los 100 del Senado estarán en juego al mismo tiempo que la presidencia.

Al igual que en la carrera hacia la Casa Blanca, la ventaja de los demócratas obedece a las preocupaciones de los votantes en materia económica y a la impopularidad del presidente George W. Bush y del Partido Republicano en general.

Por su parte, John McCain y su entorno, que parecen aceptar la inevitable ola demócrata en el Congreso, afirman que el Salón Oval debe quedar en poder de los republicanos para "equilibrar" los poderes.

McCain se presentó como un decidido opositor a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y al jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, quienes -según él- "contemplan aumentar los impuestos y los gastos y aceptar la derrota en Irak".

Según el analista Stuart Rothenberg, los demócratas tienen la posibilidad de alcanzar la mayoría de 60 bancas en el Senado. Esa cifra representa el umbral mínimo para impedir que la oposición use el método de la obstrucción sistemática llamado "filibusterismo", que les da a los senadores el derecho a bloquear o retrasar las votaciones.

Pero las opiniones están divididas. John Pitney, profesor en el McKenna College de Claremont (California), piensa que los demócratas no alcanzarán esa cifra.

El Partido Demócrata posee actualmente 49 bancas, al igual que los republicanos. Pero dos senadores independientes votan generalmente con los demócratas. La cámara baja cuenta con 235 demócratas y 199 republicanos. Si el presidente electo es el demócrata Barack Obama, la aplastante mayoría de los demócratas le ayudará a aprobar sus reformas, como la del sistema de salud. Pero si gana el republicano John McCain, tendrá una oposición mucho más fuerte. Y la batalla política podría hacer fracasar proyectos de ley, una perspectiva delicada en tiempos de crisis. (AFP)



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