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La educación intercultural y el \"derecho a ser diferente\"

El tema de la interculturalidad no sólo se relaciona con el migrante o con el indígena y sus costumbres culturales; ésta es una visión reduccionista de la complejidad que conllevan hoy las sociedades. La interculturalidad va más allá: comprende todas las relaciones humanas entre grupos de pertenencia que, de una u otra manera, siempre terminan relacionándose en diferentes ámbitos aunque sean de tránsito, como la calle, los hospitales, las escuelas o la Justicia.

-¿Interculturalidad o multiculturalidad?

-En la Argentina hay un movimiento grande, vinculado no sólo con universidades e investigación académica sino con el movimiento social en general, que prefiere hablar de interculturalidad para separarse de algunas visiones más descriptivas y más superficiales del multiculturalismo, ya que éste describe a sociedades diversas en las cuales las políticas están marcadas sólo por la tolerancia, o sea, políticas que propician la tolerancia entre los grupos pero no dicen nada respecto de políticas activas que promuevan la relación, el intercambio y la gestión de los conflictos entre los grupos que afirman diferentes identidades.

-¿Cuál podría ser un ejemplo de esos conflictos hoy?

-Los conflictos con los migrantes son algo sintomático, es un tema emergente que se da en todos los países con mayor o menor exposición pública o explicitación mediática. Quizá la provincia de Buenos Aires sea un ejemplo paradigmático, porque es la de mayor flujo migratorio del país. Tanto en el conurbano como en el resto del territorio observamos migrantes, no sólo de países latinoamericanos -limítrofes o no- sino también de Asia, África y otras regiones del mundo. Entonces vemos, en la vida cotidiana, conflictos que se desenvuelven y se expresan no sólo en las escuelas sino también en las calles, en los lugares de encuentro de las personas, donde se cruzan, transitan y, sobre todo, comparten tiempo.

-¿Podría pensarse que por ser la Argentina un país de inmigrantes esos conflictos no tienen punto de comparación con los que se observan en otros países como, por ejemplo, los de Europa?

-Bueno, en realidad hay como una historia algo mítica sobre la cuestión de los migrantes en la Argentina. Cuando analizamos la historia lo que se observa es que los relatos no son tan idílicos: tanto en los relatos del pasado como en los del presente vemos que todo ese proceso de inserción se produce con mucho sufrimiento, estigmatización, exclusión y violencia física y simbólica.

-¿Esto sucede en casi todos los ámbitos donde se relacionan los migrantes?

-Esto lo digo incluyendo a quienes, por ejemplo en las escuelas, tienen alto desempeño, como es, sobre todo, el caso de las personas que vienen de Asia, pero ese alto desarrollo no los libra de la estigmatización. Entonces es necesario analizar esto en la vida cotidiana de los niños, las niñas y los jóvenes en general, porque estas historias, el ser indígena, el portar una identificación étnico-nacional distinta, hablar de forma diferente o practicar varias lenguas a la vez, genera mucha discriminación.

-Habla del ámbito escuela y hay leyes nuevas en la Nación y en la provincia de Buenos Aires. ¿Qué diferencia hay entre ellas con relación con este tema?

-Lo que era necesario que cambiara era el sistema escolar en su conjunto. Era todo el sistema escolar el que tenía que cambiar para que aquellas visiones y perspectivas culturales de los pueblos originarios pudieran caber dentro de la escuela.

-En este sentido, ¿qué significa "interculturalidad"?

-Poder trabajar todas las diferencias en su conjunto. Porque quien se identifica con una discapacidad, quien se dice sordo o ciego, está haciendo una afirmación como una identidad cultural, entonces para nosotros es trabajar las identidades sexuales, las identidades de género, las identidades étnicas, las étnico-nacionales y las de generación, porque hay infancias y hay jóvenes. La complejidad significa trabajar en un término intercultural que sea amplio, que significa mirar los procesos educativos pero desde otra perspectiva, no desde un programa que le diga a una identidad particular "Usted tiene que compensar académicamente porque tiene problemas".

-Es una obligación del sistema escolar atender estas problemáticas.

-Sí, claro, tiene que atender a esas diferencias que construyen el mundo y a prácticas culturales que están cambiando todo el tiempo. Hay identidades que están permanentemente en transformación.

-¿Cuánto influyen en la puesta en marcha de políticas públicas de interculturalidad el rol y la capacitación de los docentes?

-Es el tema de mayor debate en todos los países latinoamericanos. No digo sólo en América Latina porque nosotros tenemos un intercambio en común y un flujo respecto de qué es lo que sucede con la formación docente. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, se había comenzado a trabajar, en el 2006 y el 2007, acerca de algunas orientaciones de la formación docente y a pensar instancias de esa formación, tanto inicial como con

tinua, que pudieran abordar estas cuestiones. Lo mismo es necesario en lo que se refiere a pueblos originarios, discapacidades, sexualidad, el abordaje de género o la religiosidad; es decir, a todo lo que se define como "diferencia".

-¿Qué son las diferencias?

-Son relaciones y, también, son relaciones de diferencias. Parte de la incomprensión de algunos docentes de la vida cotidiana se debe, precisamente, a que se trata de cuestiones que no estuvieron en su formación.

-¿Son las escuelas las únicas instituciones que pueden funcionar como integradoras o hay otras?

-En la Argentina hay toda una historia por la cual se privilegia, como política cultural del Estado, la escuela, pero en realidad hay una red de instituciones y de ámbitos que quizá no funcionan como red y en todas habría que enfatizar e implementar abordajes de este tipo, sobre todo porque una interculturalidad, con perspectiva histórica y crítica, nos tendría que hacer posible ver y poner en juego en forma explícita las prácticas sociales y culturales diferentes y conflictivas para trabajar esa complejidad y no negarla en función de una uniformidad que es irreal y excluyente. Esto no significa que se estén convalidando las relaciones desiguales ni, en absoluto, justificando las injusticias: se trata de exponer el conflicto en lugar de ocultarlo.

-¿Existen políticas públicas tendientes a abordar el tema, más allá de la letra de las leyes?

-Hay iniciativas políticas y más marco normativo para ciertas iniciativas, pero falta regularlo bastante para poder hacer efectivas algunas iniciativas y es necesario, sobre todo, que las políticas que están en juego sean mejor articuladas.

-¿Se observa un debate sobre desde dónde abordar el tema de la interculturalidad?

-Sí, sobre cuál es la perspectiva, desde dónde se aborda, se trabaja; si es un programa, si son políticas, cuáles son los ministerios que la llevan adelante... Nosotros no somos partidarios de los programas, somos partidarios de las políticas. Un programa aparece, focalizado sobre un grupo y tiene, en general, un principio y un fin, y en algún punto sólo afectó a los sujetos que intervinieron en él pero después no produce ningún cambio, y acá es necesario un cambio de perspectiva.

-¿Cuánto avanzó la Argentina en esta cuestión?

-En los últimos años se avanzó muchísimo, pero llegó tardíamente. La Argentina llegó tardíamente a esta cuestión por su propia historia, por la historia de la nacionalidad, de la escuela nacional, del Estado nacional; por la historia de qué pasa con la diferencia, con la unidad cuando se trabaja en relación con la diferencia. Siempre esa tensión entre unidad y fragmentación está presente en las discusiones políticas. Entonces hay una nacionalidad, además, que tomó paradigmáticamente algunos signos para definirse y esos signos excluían a otros grupos, ciertas oposiciones como, por ejemplo, lo civilizado contra lo bárbaro, el conocimiento contra la ignorancia, lo normal contra lo anormal.

-¿Y cómo se da el avance?

-En parte, por las políticas públicas de los últimos años y en parte, porque los movimientos sociales insisten, con buena razón, en colocar en la agenda nacional estos debates. El Estado y ciertas gestiones políticas comenzaron a comprender que esto es un elemento relevante y desarrollan iniciativas. Es un signo muy bueno para la Argentina.

Para seguir avanzando hay que trabajar de manera interdisciplinaria, así como es necesario trabajar con los maestros y profesores en estas perspectivas interculturales para que puedan comprender esta complejidad que se desarrolla en el aula -es decir, en cómo abordarla, cómo trabajar a partir de ella y no contra ella-. También es algo que se observa y es necesario trabajarlo así en el campo de la Justicia y de las políticas sociales.

 

INTERCULTURALES SOMOS TODOS

 

-¿Hay una tendencia a hacer hincapié en el trabajo sólo con pueblos originarios o migrantes?

-También tenemos que trabajar con ciertos grupos que no están ligados a pueblos originarios, que tienen culturas ancestrales y que se niegan, por ejemplo, a que sus hijos sean vacunados. En otros países se trabaja el tema de la medicina desde una perspectiva intercultural para poder entender cómo conciliar las relaciones de la comunidad y de las familias -con prácticas antiguas o específicas de cada una de esas comunidades- con iniciativas de la medicina estatal. Los agentes comunitarios tienen un papel bastante interesante en esto cuando todo un grupo, como por ejemplo en las sierras de Córdoba, se niega a vacunar a sus niños. Ahí hay un problema y el Estado debe garantizar las vacunas para los niños, pero esas comunidades tienen visiones naturistas muy radicales sobre el cuidado de sus hijos y entonces se niegan a la vacunación.

-Y en estas relaciones conflictivas, ¿cómo se puede construir una articulación entre el deber del Estado y el derecho de las familias de criar a sus hijos de acuerdo con sus creencias?

-Es un trabajo muy paulatino. Y también los funcionarios del Estado, como los agentes comunitarios, requieren de una formación muy específica.

-¿Con la interpretación de la Justicia esto también está en conflicto?

-Sí, pero no sólo en la Argentina sino en toda América Latina. Hay una agenda que recién está abierta y no vamos a pretender tener todas las respuestas ahora, pero lo que sí es importante es la continuidad de las políticas, la continuidad de las investigaciones respecto de esto y, también, evaluar lo que se ha hecho hasta ahora y ver qué otras iniciativas se pueden llevar adelante, sobre todo en cuanto a la formación en los distintos campos: salud, educación, Justicia...

-¿Hay mucho prejuicio para con los migrantes, por ejemplo, en el campo de la salud, la Justicia, la seguridad?

-Sí, en general y lamentablemente. Los pobres, los discapacitados, los niños de la calle, los indígenas, los homosexuales, entre otros, han sido identificados, en alguna forma, como peligrosos o como irruptivos de un orden. Son visualizados como amenazantes, inadaptados o anormales. Esto es parte de lo que hay que cambiar material y simbólicamente.

-¿No alcanza con proveer de lo material?

-Hay que mejorar las condiciones de vida pero también hay que cambiar actitudes, lo simbólico. Quiere decir "ese diferente tiene derecho a ser diferente" y "a expresar esa diferencia y vivir con prácticas culturales distintas" sin ser considerado una amenaza por el solo hecho de vivir como ha elegido vivir y como su tradición, su historia, su trayectoria y su identidad lo llevan a hacerlo.

-¿Esa clasificación se ve demasiado a menudo?

-Acá se ve cómo es que se produce esa clasificación social y cultural por parte de los que se consideran adaptados o inadaptados; los que se consideran parte de la sociedad y a los que se considera fuera de ella.

-¿Hay que fomentar cada vez más, entonces, políticas en lo que se refiere a derechos humanos?

-Sí, absolutamente. En un sentido amplio, entendiéndolo, como se está haciendo para aplicar la justicia respecto del pasado. Es necesario trabajar fuerte en esto para tener un mañana en el que estos conflictos no estallen.

Para la experta la "interculturalidad significa considerar que vivimos en sociedades socioculturalmente marcadas por relaciones entre diferencias, atravesadas por múltiples visiones y prácticas trazadas entre esas diferencias. En este contexto las desigualdades, tanto materiales como simbólicas, son significativas".

 

MARÍA ELISA GHEA

Gentileza revista "2010"



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