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Sangre joven para hacer historia

Del Potro se puso el equipo al hombro y Argentina va por la Copa Davis.

BUENOS AIRES (Sebastián Busader, Enviado especial).- El gesto de Igor Andreev fue elocuente cuando promediaba el segundo set. Bajó la cabeza, inerte, abatido, miró a su capitán Shamil Tarpischev y le dio a entender que nada se podía hacer. Que lo aplastaban como a un jugador principiante. Enfrente, un joven de 19 años y estatura de basquetbolista levantaba los brazos, arengaba, se metía en el papel de héroe. Eso es lo que fue Juan Martín del Potro ayer, un héroe al que no le pesó la responsabilidad de definir la serie ante Rusia para meter a la Argentina en su tercera final de Davis (1981 y 2006), la primera que se definirá en el país en 87 años.

"Y ahora que venga Nadal, que le vamos a sacar el calzoncillo del c...", se rió el muchacho de la película cuando ya había hecho explotar el Parque Roca en un festejo que no tiene comparación en tiempos contemporáneos. Juan Martín será la base de una nueva 'prole' de tenistas argentinos, esos que dejarán de criarse solamente en el polvo de ladrillo. La última gran ilógica de esta Copa Davis (pensando en la historia) será que la Argentina esperará por España (entre el 21 y 23 de noviembre) en una cancha rápida, que se podría instalar en estadio cerrado (ver aparte).

Este del Potro que ironizó con los ajustados pantalones del número 1 del mundo es el mismo irreverente que destrozó las aspiraciones de una potencia tenística, que avergonzó a Nikolay Davydenko (6 del planeta) en tres sets y que hizo igual con Andreev (6-4, 6-2 y 6-1). También quien opacó nada menos que a David Nalbandian, el amo y señor de los corazones argentinos, el dueño de las pulsaciones del Parque Roca, éste que ayer sucumbió ante el Androide (3-6, 6-3, 7-6 (7-2) y 6-0).

Cuando pegó el último palo de la tarde para quebrar la ya insignificante resistencia de Andreev, miles de almas se pusieron de pie, exultantes, fascinadas con la proeza y con la forma de elaborarla. Y llegaron los papelitos albiceleste, la champaña, el abrazo sostenido, de desahogo, fuerte como el de un largo reencuentro, y las lágrimas de ese gigante de porte y actitud.

Esta serie de Davis empezó con una sorpresivo 2-0 para Argentina, que fue poco más que un trámite (3-0 en ambos casos). Nalbandian saltó a la cancha otra vez el sábado, junto a Guillermo Cañas, y Tursunov-Kunitsyn se encargaron de robarle el invicto de 16 victorias de local en la Copa.

David volvió a pisar el polvo ayer y enfrente se encontró con el "Androide" Davydenko, dispuesto a vengarse de la derrota ante "Delpo" y con el firme objetivo de mantener a Rusia viva.

39 minutos tardó el de Unquillo en llevarse el primer set (6-3). El público

se ilusionó y la algarabía sirvió para calentar un poco el ambiente, que helaba los huesos y amenazaba con chaparrones. Para Nalbandian acusó el cansancio y entró en un abismo anímico del que nunca pudo escapar. Davydenko, una liebre con zapatillas blancas y una mirada digna de un film de Tarantino, devolvió todo y se programó para poner en aprietos a un Nalbandian que se preocupó demasiado por el entorno, que jamás encontró lugar para su revés a dos manos y casi siempre llegó una milésima de segundo tarde a la jugada.

El cordobés jugó quizá su peor partido en Davis, pero así y todo arribó al tie break en el tercer parcial. Se entusiasmó, le pidió al público la vitamina anímica de la que se nutre en estas circunstancias y fue por la gloria. Pero Davydenko, rápido, pétreo, enchufado y a otra velocidad, no se lo permitió. El cuarto set fue un inesperado 6-0, que sólo sirvió para las estadísticas y para que David siga rezongando con el público.

El as de espada había caído en penurias y la incertidumbre se apoderó del estadio montado como kermese (todo se compra y vende, siempre caro). ¿Sería capaz Del Potro de repetir lo del viernes? ¿Podría con la presión de definir la serie?

"Delpo" hizo eso y mucho más. Fue un jugador maduro, inteligente y perspicaz. Utilizó la audacia, como siempre lo hace, pero de manera ra

cional. Dejo en claro que Nalbandian no es el único que muestra coraje cuando la situación lo requiere. Y, por sobre todas las cosas, todos entendieron que su porte se condice con su jerarquía. Maravilla ver con la destreza que mueve su interminable humanidad.

Jamás dejó entrar a Andreev en partido, lo castigó con un servicio que será de lo mejor del circuito (saca de 3.02 metros, según "Batata" Clerc), mostró un temperamento granítico para afrontar los momentos adversos (salvó cinco puntos de quiebre), demolió al ruso, que había definido los quintos puntos de las series ante Alemania y Chile (de visitante venció a Fernando González y Massú, el tierra batida) y en apenas tres días se metió en el corazón de todos. Es que los chicos crecen. Y se hacen grandes, muy grandes como Del Potro, que mañana cumplirá apenas 20 años...



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