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Monseņor Esandi, crucial en Regina

Para quien conoció el sacrificio de los tiempos fundacionales, el agradecimiento es parte del relato. Así, en las historias de vida aparecen esos pequeños homenajes hacia aquellos que acompañaron a los productores, en su mayoría inmigrantes en una tierra extraña.

Tulio Perazzoli recordó a su abuela, la primera partera del lugar, cuya tarifa por sus servicios era algún artículo de primera necesidad o simplemente un eterno agradecimiento. También al almacenero Di Pauli, que generosamente les fio a todos los productores cuando no pudieron vender su producción, y a monseñor Esandi, obispo de la Diócesis de la Patagonia desde 1934.

Nicolás Esandi (1876-1948), nacido y ordenado en Bahía Blanca, fue el primer obispo de esta región y tuvo una actuación fundamental para que los productores de la Colonia Regina obtuvieran sus títulos de propiedad.

"Acá hubo una lucha desde el año '25, '26, de los productores para ser propietarios -relata Tulio-. Los inmigrantes habían comprado la tierra a la CIAC con créditos del Banco Hipotecario. En un momento se hizo una comisión (formada por Guillermo Donolo, Agripino Estefenón, Juan Rother, Aquiles Tretell y Talmo Tassile, entre otros) para que los productores pudieran tener su título y salvarse de que sus tierras fueran rematadas. Ayudó muchísimo el obispo Esandi, que para los chacareros de la colonia estaba un escalón por debajo de Dios. Él hizo todas las gestiones en Buenos Aires para que los chacareros no perdieran la tierra y el trabajo que habían invertido en ella. ¡Los viajes que habrá hecho de Viedma a Regina! Cuando llegaba se juntaban los productores para ver qué novedades traía. Esandi llegó hasta Perón, que finalmente otorgó títulos a quien trabajaba la tierra. Esandi se entrevistó varias veces con Perón. Tenía sus años el obispo, venía con mucho sacrificio hasta acá, pero su intervención fue clave para que salváramos las chacras", cuenta.

"Recuerdo que un rematador llegó por el año '42, '43. Mi mamá estaba conmigo y en compañía de la señora de Donolo. El día del primer remate apareció un comprador mandado por el banco o por la CIAC. Esta señora que estaba con mamá se sacó un zapato y se lo tiró por la cabeza al comprador... se armó un gran alboroto y el remate se suspendió. En el segundo intento mandaron la policía montada y palparon a todos. A las mujeres no se animaron a revisarlas (risas). En ese remate no hubo compradores".

Desde su nacimiento la colonia tuvo períodos negros y otros prósperos. Obviamente, todo el mundo recuerda el tiempo de las vacas flacas en detalle, no sólo porque las colonias se mantuvieron unidas en la adversidad sino porque funcionaron como pequeñas comunidades organizadas, algunas veces por vecindad y otras, por zona o por regiones de origen y dialecto común.

Entre las estrategias de supervivencia que todo viejo poblador recuerda está la destilación de grapa: "Mis nietos conocen estas anécdotas de los comienzos de la colonia -cuenta Tulio-. En los años de la crisis, '29, '30, '31, muchos chacareros se dedicaron a hacer grapa para contrabando. Mi papá hacía grapa y con eso subsistíamos. Llevaba una damajuana por semana a un almacén y ahí mismo la cambiaba por un cajón de mercadería. Se escondían para hacerla, pero cuando hacían el alambique el olor se sentía a dos kilómetros (risas). Si nos buscaban, nos encontraban por el olor...".

(S. Y.)



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